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Álvaro Riveros Tejada

En casa del jabonero, el que no cae resbala...


2011-02-26 - 15:40:16

Cuenta la historia, que el ministro de economía de una de las dictaduras pasadas, a tiempo de elaborar el presupuesto general de la nación, priorizó ostensiblemente los gastos de penitenciarías antes que el de las escuelas. Al ser preguntado por la causa de semejante preferencia señaló: “Yo ya estuve en la escuela y seguro que no volveré a ella, en cambio nunca se sabe cuando uno puede llegar a la cárcel”.

Esta sabia respuesta del ex dignatario de estado contradice de plano la filosofía de los actuales gobernantes, que prioriza la adquisición de costosos adminículos de alta tecnología como: el avión presidencial, el satélite chino y armas rusas de última generación, en lugar de mejorar las condiciones inhumanas, como denigrantes que prevalecen en todos los recintos carcelarios del país, por si acaso el destino los lleve a habitarlas luego de su circunstancial paso por el poder.

Dicha labor consistiría en vaciar las cárceles, cumpliendo rigurosamente la misión de éstas que consiste en rehabilitar, antes que en castigar únicamente y “Más por el contrario” (como estilan decir los burócratas de turno) evitar la aglomeración mediante la moderación de las leyes y disposiciones que han sido creadas para enjaular a todo cristiano que no profese el credo masista, ni comulgue con sus intereses.

Al presente sólo en Cochabamba, donde la capacidad de su cárcel de San Sebastián es de 150 reclusos, existen actualmente más de 500; algo similar se da en la cárcel de Palmasola en Santa Cruz, donde se ha comprobado que 56 internos ocupan una celda de 30 metros cuadrados o sea, medio metro cuadrado por recluso; finalmente, el penal de San Pedro de La Paz construido en 1894, para una cantidad de 300 presos, alberga mas de 1700, con una población suplementaria de niños, ancianos y mujeres, que agravan notoriamente este problema.

Si la “liberación nacional” consiste en la reclusión de bolivianos disconformes con el régimen imperante, ya podemos estar cercando con malla electrificada el perímetro de nuestras ciudades, pues como van las cosas, no quedará ni un solo rincón libre en las actuales penitenciarías.

... ¡Ah, Las cárceles de antes…! Con añoranza recordamos la educación de primera que se impartía en nuestras cárceles de los años 60,70. Allí se rehabilitaba realmente a la gente. De la banda de guerrilleros, narcos, terroristas, atracadores, secuestradores y asesinos que ingresaban, salían: ministros, gobernadores, senadores, embajadores y hasta mandatarios.

De ahí que clamamos la atención de las autoridades, a fin de que no ahorren esfuerzos en corregir estas anomalías, por lo menos en atención a esa vieja sentencia que reza: “La cárcel es como la casa del jabonero, el que no cae resbala”.

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