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Alejandro Villegas Campero

Para cambiar tu vida cambia tus palabras


2012-04-04 - 23:29:09

“Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe” Juan 3:30
Estas son palabras vertidas por Juan el bautista, un hombre enviado por dios para preparar el camino del Señor.

“Mientras ellos se iban, comenzó Jesús a decir de Juan a la gente: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?” Mt 11:7
“Porque este es de quién está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti. De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista” Mt. 11:10-11ª
Juan fue un hombre que por mandato de Dios tenía que cumplir una misión, la cual la Biblia nos relata  de multitudes que salían a la predicación de él.

“Y salía a Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados.” Mt 3:5-6.

Él fue conocido por el pueblo judío y por otras naciones, entre las cuales, unos lo alababan, lo respetaban, otros lo odiaban, lo menospreciaban sobre todo las autoridades religiosas, civiles y de gobierno, pero para Dios él era un hombre de Dios.

Juan había mencionado unas palabras que sólo una persona que tiene un corazón santo y temeroso de Dios puede hacerlo: “que yo mengüe”, en la traducción del griego al español esta palabra dice “a mi disminuir”. Es como pedirle que un hombre de Dios como el hermano Pablo (Un mensaje a la conciencia), Claudio Freidzon, Carlos Anacondia y otros pudieran decir es necesario que yo mengüe o disminuya para que un desconocido que emerge de un momento a otro, “CREZCA”.

“Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba. Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados. Porque Juan no había sido aún encarcelado. Entonces hubo discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación.  Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quién tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él” Jn 3: 22-26

Los discípulos de Juan que lo veían a él como un gran profeta le reclamaron porque no podía ser posible que al que lo había bautizado, ahora él tenía más fama, bautizaba a más personas. Si tú fueras un hombre de Dios con un ministerio conocido mundialmente, reconocido como un maestro de la Palabra que suscitó un gran avivamiento en su país y que de un momento a otro emergiera de la congregación un hombre al cual le vieron un día, tú le bautizabas y comienza a predicar en las calles, a campo abierto y ocurren señales prodigios y milagros; ciegos que ven, paralíticos que andan, enfermos terminales, cojos, mancos, etc. Y vienen las personas que te conocen y te dicen al que lo bautizaste hace mayores cosas que tú.

¿Tú pudieras repetir las mismas palabras que Juan dijo?

"Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe” Piensa ¿podrías pensar y hablar de esta forma?. Juan explica el porque  él decía estas cosas.
“Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, sino le fuere dado del cielo” Jn. 3:27

Si tú logras entender esto que Juan entendió, pensarás y hablarás de esa forma y obedecerás a nuestro Señor con un corazón manso y humilde porque tú habrás entendido quien es tu Señor.

“El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos” Jn. 3:31

El hombre piensa y desea muchas cosas pero no se sabe cuan dispuesto está a renunciar, en el camino del Señor Dios examina el corazón y nos prueba viendo cuanto le podemos obedecer, muchas veces somos sometidos a desiertos, como lo hizo con el pueblo de Israel.

“Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos” Dt. 8:2 “

He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero” Hch. 13:22b.
Es por esta razón que Juan no sólo dijo sino lo hizo.

El Señor te bendiga.

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