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Alejandro Villegas Campero

Unidos a Jesús


2012-05-07 - 00:09:18

Dios nos sacó de las tinieblas a la luz, todos los pecados que cometimos el Señor los perdonó y nunca más volverán a su memoria, Dios nos ha redimido de una forma particular, pues lo que hicimos antes, ya no es contado delante de Dios, si hoy cometemos una falta y corremos a sus pies diciéndole: “Padre te he fallado perdóname, he vuelto a hacer lo que hacía antes”, Dios nos responde: ¿Qué hiciste antes?, Señor ¿no te acuerdas, yo era un sinvergüenza, era malo?, Él dirá: no, yo no me acuerdo, y si insistimos: pero Señor ¿Me has perdonado?, Él responderá: te perdoné, y todo lo que eras lo eché a lo profundo del mar y nunca más traigo a memoria las cosas pasadas; dice en el libro de Miqueas 7:19:
“Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados”.

Dios es muy bueno, misericordioso, no hay como Él y nunca va a existir uno que se le parezca, entonces debemos acercarnos a Él con la certeza de que aquel maravilloso Dios, una vez que nos perdonó olvidó nuestros pecados para siempre, pues Él es la vid verdadera:
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mi no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. Este es el mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. Esto os mando: Que os améis unos a otros.” Juan 15: 1 -17.

Dios, en Cristo Jesús, sabe utilizar las palabras perfectas para que el hombre entienda lo que él quiere enseñarle, Él hablaba al pueblo judío a través de parábolas, de acuerdo al medio de vida que ellos tenían en ese tiempo, para que la enseñanza que venga a través de su palabra cobrase vida en cada uno de ellos, y hoy nos habla las mismas palabras para que también cobren vida en nosotros.

Jesús habla de la vid verdadera, ¿sabías que en la mesa de un judío, nunca faltaba el fruto de la vid?, era muy importante, tanto como el pan, por eso Cristo habla del pan también, en esta parábola Dios está hablando de algo que permanece siempre y es él mismo, él es la vid en la que debemos permanecer siempre.

Dios no quiere que des fruto como higo ¡no ¡ Él quiere jugo de la vid, y la vid es símbolo de la sangre preciosa de Jesús, y el fruto viene a través de la obra de la sangre de Cristo en nosotros. La sangre de Cristo es la fuente de vida que limpia los pecados, pero al mismo tiempo calma la sed espiritual de una persona, cuando el Señor comienza a hablar dice: Yo soy la Vid, Yo soy la vid verdadera, quiere decir que hay vides falsas, sí, hay vides falsas que no tienen el sabor espectacular que Dios quiere o no tienen el fruto específico de la vid verdadera y Dios nos habla a nosotros, y nos dice que nosotros somos los pámpanos, los pámpanos son aquellas pequeñas hojas que están saliendo de la vid, y que cubren el fruto para protegerlo del sol, del viento, del clima, para que éste salga y vaya desarrollándose sin que nada interfiera, también el pámpano protege al fruto de los insectos para que no lo dañen, y Dios dice que nosotros somos así: ustedes están pegados a mi a´si como el pámpano está pegado a la vid, son parte mía, no son independientes, son parte mía; pero si este pámpano se cae y ya no está injertado a mi, ya no está conmigo y entonces no tiene vida y se seca y se quema, porque no sirve para otra cosa, los Judíos agarraban los pámpanos secos para encender fogatas, los tomaban como hojarasca; nosotros tenemos que permanecer siempre pegados a la vid verdadera, pegados al Señor Jesucristo.

No podemos dar fruto si no viene a través de la vid, la vid es importante porque tiene una raíz que se nutre de todos los alimentos necesarios para dar un fruto extraordinario, la raíz se mueve por todo lado buscando aguas, buscando tierra buena, fértil para nutrir de eso y darle a toda la planta, y así es Cristo con nosotros, Él es la raíz profunda de nuestro ser, Él busca nutrirnos a través de su palabra, a través de la oración y de todo lo que hagamos viviendo de la comunión entre hermanos, quiere nutrirnos para que llevemos fruto, y fruto en abundancia.

Dios no nos trajo para que seamos una planta, en otra parábola el Señor dice que un día él vio una higuera, y dijo voy a ver si tiene fruto, fue a buscar si esa higuera tenía algo y cuando llegó y vio que no tenía nada, la maldijo, diciéndole nunca más nadie coma de tu fruto, al día siguiente salió y esa higuera estaba seca, y se asombraron los que con él estaban.

La enseñanza es que Dios nos ha puesto para que llevemos fruto, y para que la gente coma del fruto que nosotros tenemos, de lo que Dios no ha dado y a través de ese fruto que nosotros demos den gloria al Padre Celestial, crean que Jesucristo es el Mesías, que Jesucristo es el Hijo de Dios, enviado para salvación de todos aquellos que invocaren su nombre.

Esta palabra tiene que hacer una relación contigo, si tú no te pegas a las cosas de Dios, no vas a dar fruto, porque el Señor mismo dice que no puedes dar fruto porque: “apartados de mi nada podéis hacer”. Por eso es necesario estar pegado a Dios, pregúntate en este instante cuan pegado estás a Dios, ya no intentes hacer obras, muévete en la fe de Cristo y lleva en ti fruto abundante, el fruto que te enseña el Señor en su Palabra:

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, contra tales cosas no hay ley”. Gálatas 5:22 -23
El Señor te bendiga.

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