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Dante N. Pino Archondo

Diferencias que marcan


2013-01-22 - 22:41:58

La ceremonia de juramento del 44 Presidente de los Estados Unidos Barak Obama, se cumplió en fiel mandato a su Constitución, reafirmando los valores y principios del pueblo norteamericano. La libertad y la justicia como pilares fundamentales del Estado de Derecho, se ha repetido una vez más.

No podemos dejar de comparar la solidez institucional, que es producto del respeto irrestricto al mandato constitucional por sus líderes en Norteamérica, con la debilidad institucional que observamos en Latinoamérica, fruto del continuo desconocimiento de los preceptos constitucionales y del imperio de la voluntad de sus líderes, que se sienten todopoderosos y que se sitúan por encima de la ley.

A nadie se le ocurriría en los Estados Unidos plantear la tesis de que siendo el Presidente un ciudadano reelegido no necesita juramentar o que lo podría hacer cuando le venga en gana o a ningún Presidente de ese país, se le ocurriría decir “yo le meto nomás y que luego lo arreglen mis abogados que para eso estudian”

Por supuesto que no tenemos precedente de que un Presidente norteamericano una vez reelegido haya pretendido modificar la constitución para volverse a reelegirse. En cambio en Latinoamérica esta es una práctica política continua.  Diferencias que marcan las distancias y que explican el progreso de una sociedad frente a otra.
Los Estados Unidos se aprestan a enfrentar cambios muy importantes en el orden económico, por el impulso tecnológico que le dará a la producción de energía, y por el cuidado que pondrá en la economía de las clases medias para hacer frente a la crisis actual, además de privilegiar en el orden internacional el dialogo y la negociación antes que la imposición.

Es entonces importante tener una nueva lectura en el orden del relacionamiento diplomático. Lo que definirá posibilidades en el futuro. Pienso en la urgencia de planificar la economía mirando hacía el mercado internacional, en utilizar los factores productivos que poseemos, especialmente nuestros recursos naturales renovables para fortalecernos, en la urgencia de integrar el territorio nacional, en el intercambio de tecnología y explotación de la tierra y sus recursos.

En sentido contrario a lo que muchos plantean ahora, creo que es hora de abrir la economía, captando esas inversiones desesperadas por encontrar nichos económicos con potencial y direccionarlas hacía el cumplimiento de nuestros objetivos nacionales, que requieren de empresarios con aptitud de riesgo y de conciencia nacional.

Estamos dejando pasar una coyuntura excepcional, soportando a unos ratones parlanchines con poses de matones que vienen manejando la economía del derroche y no de la producción y del desarrollo. Este pecado sostenido, es producto del inmediatismo histórico del que, parece,  no podemos desprendernos. La unidad nacional en torno a grandes proyectos, es lo que debe diferenciar a la nueva generación de políticos, hay que terminar con el gasto en canchitas de futbol y comenzar a pensar en grande.

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