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Dante N. Pino Archondo

¿Qué es la historia sino un cuento?


2013-02-21 - 22:32:08

Entre suspiros y recuerdos se va la plata. Y de ellos tenemos mucha tela para cortar, desde mucho antes de que los españoles pisaran américa, Huayna Capac allá por el 1462, cuenta Garcilaso de la Vega, miró el cerro y lo llamó Sumac Orcko, ese cerro le dio a España todo lo que ella buscó con la conquista y les dio a otros todo aquello que quisieron hasta la saciedad. La minería ha sido y será la fuente desde donde se crean riquezas permanentementes.

Alrededor de la minería se ha tejido muchas historias y se ha llevado a cabo – en su nombre – todo lo que la ambición puede hacer. El mineral hizo Presidentes, que en la defensa de sus intereses no dudaron en ceder la costa a cambio de un ferrocarril  y también llevó al Poder a otros que en nombre del rescate de las minas para el pueblo, nacionalizaron y echaron a caminar el cuento de la liberalización económica.

Todos tuvieron sus razones, en nombre del progreso y de la patria. En este laberinto de cosas en las que se mueve la política, hace poco tuve un coloquio virtual con un amigo, que hablando de la economía y la realidad nacional, nos llevó al tema de la revolución de abril de 1952 y en eso, se deslizó algo que no me imaginé nunca, porque de todo lo que leí acerca de la famosa nacionalización de las minas, en ningún momento se puso en duda que ese hecho no hubiera brotado del sentimiento nacional, como una conquista ineludible para cambiar el estado del Estado, junto con toda una bibliografía que desmenuza las causas por las cuales Víctor Paz Estensoro decidió nacionalizarlas.

Si hubo un hombre con la visión para los negocios ese era Simón Patiño y si los bolivianos en promedio no saben mucho de él, como no sea que fue un magnate minero, al que el MNR le quitó sus minas, no es para sorprenderse, si tenemos en cuenta que la revolución lo estigmatizó cuando y cómo pudo. Pero por más esfuerzo que se haga para desvirtuar la razón de las cosas, al final la verdad puede estar en nuestras narices sin que nos demos cuenta. Y no quiero decir que esta sea la verdad, sino que puede serla.

¿Quién salió más beneficiado con la nacionalización de las minas, la revolución o Simón Patiño? Diremos depende del color con el que se desee mirar. Para la revolución fue el pueblo, para Patiño sus bolsillos. Mientras unos se hacían cargo de la producción con todos los costos que esto conlleva el otro se ahorraba un dineral en el pago de indemnizaciones a sus trabajadores junto con otros beneficios, es decir, entregar las minas era más beneficioso que sostenerlas, cuando el régimen de gobierno ya no podía ser dócil a su mandato.

Y entonces lo que se dice fue un acto de voluntad propia expresada por la revolución, se pudo haber convertido en una negociación pactada, que al final le reportó a Patiño una indemnización que fue pagada con el propio mineral nacionalizado. Vistas las cosas de esta forma, todo el encanto revolucionario se diluye como azúcar en el café y lo que tenemos es el resultado simple de un acuerdo que le servía a ambos lados.

Si así fue no lo sé, pero entonces me asalta la duda. Si aquella nacionalización bendecida por todos fue solo un pacto de intereses, lo que actualmente hace el gobierno más nacionalizador de la historia como es el actual, puede inscribirse en el ranking de las decisiones pactadas, donde los nacionalizadores ganan aplausos y los nacionalizados ganan dinero. Al final nacionalizar serviría solo para dar impresiones de soberanía, la cual tiene un precio que se llama indemnización.

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