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Susana Seleme Antelo

¿Y cómo los botamos?


2013-06-23 - 21:34:38

Con votos,  le respondí a un buen amigo exiliado político, que sin haber cometido delito alguno, y menos uno que tuviera que ver con terrorismo o separatismo, está ausente de su tierra y de los suyos. Era y es un autonomista.

Con votos, le reiteré,  botaremos a quienes hoy ejercen el poder político con talante tan antidemocrático y autoritario. Ese diálogo de librepensadores –que somos muchos *- giraba en torno a mi anterior artículo, donde reproducía la frase el Vice: “Hay que botar a todos” -a los futbolistas, decía él- mientras una gran parte de la sociedad pensamos que a quienes hay que botar es a todos los del partido gobernante, el Movimiento al Socialismo (MAS). También escribí que ojalá se vayan el 2014.

Lo sostengo hoy y lo sostendré hasta que se vayan, o los botemos  del poder que ellos creen sin fecha ni horario en el calendario.  Ese poder omnímodo lo han extendido a todos los  ámbitos de la vida en sociedad,  amén de haber desterrado la  independencia de poderes e impuesto la subordinación del poder Judicial a los dictámenes del Ejecutivo, a la cabeza del presidente Evo Morales.  Al someter la administración de justicia al vaivén de sus intereses políticos y haberla dejado en manos de abogados extorsionadores, Morales eliminó las constitucionales garantías del derecho a la libertad de los ciudadanos, sus vidas y sus bienes.

Por eso los botaremos en las elecciones de 2014, con votos, muchos votos y más votos.  En democracia es la única manera de sacar a  los políticos que con cantos de sirena ganaron elecciones, muchas veces con manipulación del voto ciudadano, pero se dieron mañas para usurpar el  Estado de Derecho y los principios de libertad, igualdad y solidaridad, de los que se creen depositarios absolutos.

Utilicé el verbo usurpar ajustándome a la definición de la Real Academia de la Lengua: “Apoderarse de una propiedad o de un derecho que legítimamente pertenece a otro, por lo general con violencia”. ¡Qué definición más acertada para aplicarlas a la forma como se gestiona el campo político en la Bolivia de Morales, con una correlación de fuerza inequitativa, pues la del gobierno aplasta a las fuerzas políticas de oposición, a título del proceso de cambio y del ya malogrado socialismo del siglo XXI.

Así usurparon el debido proceso, la presunción de inocencia, el derecho a la vida,  el respeto a los Derechos Humanos, a los derechos de las minorías políticas, de la democracia plural, de la tolerancia política frente a los otros diferentes. Así usurparon  el derecho al pensamiento libre, a la crítica, al dialogo abierto, al disenso y a la disidencia política interna –atenazada por el obsoleto ‘centralismo democrático’- y  a la disidencia externa.

Así pretenden usurpar hasta el derecho a  la rebelión democrática contra tiranos revestidos de demócratas, entre otros derechos. Como el de la rendición de cuentas,  ausente desde el inicio de la gestión de Morales, que a título de justicia social redistributiva, se maneja con cero honestidad y cero ética política. El ejemplo paradigmático es el programa “Evo cumple”, monumento a la corrupción institucionalizada, gracias al “Métanle, por encina de lo jurídico, está lo político”, arenga del presidente a sus abogados para  delinquir con venia oficial.

No será fácil ganarles tras 7 años de concentración del poder bajo los impulsos autocráticos del presidente y su camaleónico lugarteniente, el Vice. Pero tampoco es imposible. Para botarlos, además de votos, hace falta la unidad del espectro político de la oposición. Que está  aún disperso, no impide que los demócratas construyan una propuesta política de unidad para salvar al país del flagelo de los impostores. De los que se presentan como demócratas, pero prostituyen los valores de la democracia y someten la esfera política y civil a  guillotinas judiciales, en abierta judicialización de la política, con menosprecio de la legalidad democrática, disminuida por la demagogia populista.

La unidad política hoy es imprescindible frente a los usurpadores autoritarios con ínfulas totalitarias. La unidad no es para andar revueltos eliminando las especificidades  de cada partido político, pero sí para eliminar la dispersión y la maniquea calificación de derechas e izquierdas, sobre todo cuando ya sabemos a título de izquierdas se han cometido muchos crímenes contra los valores de la democracia en Bolivia.

Un ejemplo dramático de esos crímenes es el cometido por el gobierno de Morales que se proclama de izquierda, contra el derecho de los pueblos originarios en el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS). Por la mitad de ese territorio el oficialismo pretende construir una carretera para expandir la frontera agrícola de las plantaciones de coca, materia prima de la cocaína. Fuentes informadas apuntan a que la cifra real de esos cultivos ronda la astronómica cifra de 50.000 Has. cuando las permitidas para el consumo humano, son 12.000. Las hectáreas excedentarias van la producción de droga, responsable de  gran parte de la economía ilegal, sustentada por el narcotráfico. De allí provienen también sectores de la ‘nueva clase media’ de la que se vanaglorian  Morales y los suyos, sin que hayan creado empresas y trabajos productivos, al extremo que 80 % de la población económicamente activa (PEA), sobrevive en la esfera de la informalidad y la ilegalidad.  

Hoy, ante el fracaso de la nacionalización de hidrocarburos, sin haber explotado y explorado nuevos campos en siete años, frente a un futuro poco halagüeño sobre las reservas reales de gas y petróleo, el gobierno -que se dice anticapitalista- abre a las mismas empresas transnacionales los parques y las reservas forestales. El discurso sobre la defensa de la Pacha Mama, quedó para una historia de infamias e imposturas.

La sociedad boliviana sabe construir proyectos de unidad, como la Unidad Democrática y Popular (UDP) que despectivamente se reduce a la crisis  económica sufrida en su época (1982-1895) y menosprecia su mayor logro: la recuperación la democracia tras 18 años de dictaduras militares. También está el ejemplo de la reciente experiencia de unidad en Beni, donde se derrotó a la candidata oficialista.

Hoy debemos volver a recuperar la democracia por responsabilidad ante la sociedad  boliviana que aun cree en la participación política para elegir a sus representantes, con la esperanza de que estén capacitados para conducir los destinos del país, rindiendo culto solo a las obligaciones derivadas del  voto y la confianza obtenida de los ciudadanos. Sin esta ética de la responsabilidad, las libertades democráticas derivan en interpretaciones autoritarias que malogran los fundamentos del sistema democrático. Debemos y podemos volver a recuperar la democracia, mediante  la unidad para un proyecto político deseado, que  es posible si nos unimos todas y todos  los demócratas contra los usurpadores.

* A pedido de una revista local de carácter nacional, hice el análisis de una encuesta sobre la política del gobierno frente a Estados Unidos de Norteamérica, la expulsión de la DEA, USAID y una probable  ruptura de relaciones diplomáticas. Fue rotunda la percepción de los encuestados, ya que las cifras arrojan una media de 62 % negativa y ante la eventual ruptura, la media ascendía 74 %. Es decir, que la mayoría social se opone a la mediterraneidad política y diplomática del gobierno, enfrentado a Estados Unidos de Norteamérica, más por el control de la coca excedentaria que por ideología. Otro dato importante en esta muestra es el nivel socioeconómico de los encuestados: 38% de nivel medio y 62% nivel bajo. Sus respuestas demuestran que: i) los sectores medios y bajos leen, ven televisión, escuchan radio y llegan a conclusiones como las vertidas en esta encuesta; ii) se suponía que  esos sectores medios y bajos eran el segmento social más afín al MAS y que formaban parte de su electorado cautivo. Estos datos demuestran lo contrario, pues librepensadores hay en todos los estratos de la sociedad y no solo en las capas cultas y educadas. Razón de más para pensar que el MAS puede ser derrotado con el  voto de esos importantes sectores mayoritarios.

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