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Dante N. Pino Archondo

La caída de Goni


2013-08-11 - 20:46:01

No me demandó más de dos horas leer lo que parece una larga entrevista a Felipe Quispe, traducida en notas compiladas para convertirlas en un libro. “La Caída de Goni”, le han denominado, cuando en realidad por el contenido del mismo debió llamarse el Golpe a la Democracia Qhara.

Más allá del colorido lenguaje de odio racial y denuncias a sus propios hermanos de sangre, como traidores, incluido Evo Morales, lo que dice es una confesión de parte que no puede ser pasada por alto. Afirma que todo fue planificado para destruir al gobierno. La justificación para que ello ocurra es la condición de clase del gobierno y de la sociedad que lo apoya por el hecho de ser raza blanca. Todo aquello que no tenga los rasgos faciales aimaras es el enemigo al que se debe combatir hasta eliminarlo u oprimirlo.

Felipe Quispe se considera un “iluminado” llamado a liberar al pueblo aimara del yugo blancoide que lo sojuzga desde hace 500 años. Su ideal es imponer por la fuerza de las armas un Estado aimara. Eso fue lo que planificó y ejecutó en septiembre y octubre del año 2003.
Todo lo que necesitó fue confeccionar una huelga, con el pretexto de liberar a Edwin Huampu Espinoza, acusado de cometer crímenes en su comunidad de Quta-Quta, que para él fue “justicia comunitaria” y partir de esta huela sus demandas se  fueron ampliando hasta alcanzar los 72 puntos pendientes desde el gobierno de Jorge “Tuto” Quiroga.

Dice, convencido de ser un estratega político y militar que ideó tres planes: “pulga” “sikikititi” y “taraxchi”, que los dos primeros se cumplieron, y el ultimo no pudo ser por que no se logró quemar y destrozar la ciudad de los qharas (La Paz), pero los dos primero lograron tumbar a Goni, provocándolo con el uso de la huelga, la emboscada en Warisata con uso de armas y hombres que fueron sus compañeros de lucha en el EGTK, al cual perteneció el actual Vicepresidente Álvaro García Linera.

La provocación necesitaba de muertos, y esos muertos lo enorgullecen, pues esa sangre era necesaria para que sus planes tengan éxito. Hacer matar a su propia gente era un imperativo. Y el gobierno pisó el palito. Quispe relata cómo aconsejaron y manipularon la muerte en Warisata, usando a los hijos de uno de los caídos, la muerte de una niña y de una viuda para que lloren, griten y maldigan al gobierno, declara cual asesino de fría sangre, que eso fue un milagro, porque esas muertes lograron levantar a los ciudadanos del El Alto y enfurecerlos.
En Warisata el objetivo era matar al entonces Ministro de Gobierno Carlos Sánchez Berzaín, pero se les escapó porque se fue en helicóptero, la suerte de Quispe es que si bien eso no se produjo, murieron hombres y una niña como trofeos de guerra.

Ahora pueden darse cuenta los “guerreros de gas” en El Alto que fueron instrumentos de Quispe, a quienes engañó con esas muertes y les provocó para expandir la huelga que llevaba a cabo en Radio San Gabriel. Relata una reunión con los dirigentes como Roberto de la Cruz y Waly Jayu Pirqa, Ángel Jemio y María Céspedes con el fin de comenzar las marchas hacía la ciudad de La Paz, la contratación de flotas para trasladar gente y toda una serie de maniobras destinadas a provocar sangre y luto boliviano.

Que importante hubiera sido escuchar todo esto en el Juicio de Responsabilidades en la Corte Suprema de Justicia. Cómo habría cambiado el escenario y solo entonces hubiera podido sostenerse un equilibrio en todos los hechos.
Pero gracias al Decreto de Amnistía otorgado por Carlos Mesa no se pudo sentar en el juicio a este señor que ahora confiesa sus planes sanguinarios y las ejecuciones que mandó a realizar. Carlos Mesa no solo traicionó al Presidente Sánchez de Lozada sino al pueblo al que le privó del derecho a tener un juicio donde ambas partes hagan conocer la verdad.

Durante ese juicio la Fiscalía solo se limitó a hablar de la violencia que uso el Gobierno e hizo de esa violencia la única prueba para demandar cárcel a los Ministros y Generales que asistimos en calidad de acusados, nunca se refirió a la violencia que provino de estos grupos armados, que ya tenían antecedentes criminales y porque ese juicio se ventiló de manera parcializada es que ahora tenemos a miembros de las Fuerzas Armadas sentenciados injustamente, por el solo hecho de haber obedecido las ordenes de su Capitán General, para resguardar el orden social y defender la democracia.

Hay una tarea pendiente en todos aquellos que se reclaman demócratas, y esa tarea es la de pedir a la Corte Suprema de Justicia la revisión de todo lo obrado, la anulación de esas sentencias injustas y la apertura de un nuevo proceso el cual incluya a todos los actores de septiembre y octubre del 2003, si eso no sucede no se puede hablar de debido proceso.

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