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Álvaro Riveros Tejada

FFAA: Choque entre Vicuñas y Vascongados


2014-04-30 - 10:24:23

A ocho años de gobierno pluricultural, etnocentrista y multiétnico, y cuando los bolivianos creíamos superados todos los atisbos de racismo, hete ahí que que en el seno de la Sargentería de las Fuerzas Armadas del Estado surge un entripado dirigido a descolonizar la institución armada, aduciendo que en ella aún existen residuos de caras pálidas y de una indiscriminada discriminación.  

En honor a la verdad, salvo en los poderes supremos del Estado donde aún quedan vestigios de descendencia española como: los Morales, Romeros, Garcías, Quintanas, Rojas, Elíos y otros que, según el  gran cronista Garcilaso de la Vega, llegaron a América con el proceso de colonización al mismo tiempo que la naranja, el trigo, las arvejas etc. y algunos animalitos como la vaca, el caballo, la oveja, el cerdo y el burro, sabemos que en la institución armada la tasa de los blancoides remisos ha crecido alarmantemente, dando paso al ingreso masivo de hermanos originarios que, al graduarse de oficiales, sufren una extraña mutación en su comportamiento frente a sus coterráneos de estirpe y clase,  tornándose más abusivos y discriminadores que los antiguos tercios españoles.

No se sabe a ciencia cierta si es por la represalia al trato que ellos recibieron por parte de sus superiores durante su época de mostrencos; por la estrella y la corbata que ahora lucen en sus uniformes; o simplemente por la reacción natural de haber alcanzado  un grado en la escala de mando, lo cierto es que el despótico trato que los oficiales aplican a sus suboficiales, en nombre de un mal entendido régimen disciplinario, y casi esclavista en lo que a sus cabos y soldados rasos concierne, deja mucho que desear y abre las compuertas de cualquier actitud de rebeldía e insubordinación, con mayor razón en tiempos cuando se ha puesto en boga una política demagógicamente manejada de igualitarismo racial, cultural y étnico.

En lo referente al conscripto rubio, de ojos claros, apellido linajudo y con verdadera vocación castrense, ya desde la guerra del Vietnam ha preferido trasponer la frontera y enrolarse en ejércitos imperiales donde al menos se le ofrece: idioma, dosis más humanas de chocoleatada,  residencia en los EEUU y, si salen indemnes de esa aventura, una generosa pensión vitalicia de veterano.

A la luz de lo expuesto, creemos que el amotinamiento de los sargentos por discriminación racial no es un justificativo suficiente para semejante jaleo, así como nos parece terriblemente desproporcionada la baja de más de 700 cristianos, como castigo por esa simple razón. Estimamos muy correcta toda protesta contra el abuso y atropello a los derechos humanos, así como el reclamo por el derecho y libre ejercicio de profesionalizarse.

Estudiando las verdaderas razones que llevaron a la sargentería a tomar esa extrema medida, que por razones de espíritu de cuerpo va creciendo como una bola de nieve, estamos más cerca de creer que se trató de una cortina de humo tendida para cubrir recientes escándalos, pero que se les escapó de las manos a sus autores que no sabían que el que quiere galopar sobre el lomo de un tigre acaba siempre en su barriga y el ardid se convirtió en un choque entre Vicuñas y Vascongados.

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