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Álvaro Riveros Tejada

Vuelve la Coca Cola a la Cuba libre


2014-12-23 - 13:31:36
Aunque es todavía muy prematuro emitir un comentario sobre la reanudación de relaciones diplomáticas entre EE.UU. y Cuba, debido a que su concretización, al igual que la revocación de la ley del embargo vigente, depende todavía de la aprobación del Congreso norteamericano, sujeto al control mayoritario de los republicanos y férreos discrepantes de esta medida, es de suponer que el sorpresivo anuncio del presidente Obama, lejos de intempestivo, ha obedecido a largas y bien meditadas negociaciones que datan: desde el encuentro de ambos mandatariosen Sud África, durante el sepelio de Nelson Mandela; las reuniones secretas celebradas en Canadá y las gestiones emprendidas por el Vaticano, desde la visita del Papa Juan Pablo II a la isla, en enero de 1998.

La gestión realizada por el Vaticano en este histórico acontecimiento fue como se dijo, a partir de la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, a la cual debió ir acompañado por Jorge Mario Bergoglio, a la sazón neo-arzobispo de Buenos Aires y actual Papa Francisco empero, por motivos de visado no pudo estar en la comitiva del pontífice. Sin embargo, seis meses después de esa histórica visita escribió un pequeño libro dedicado a ella, donde defiende la misión y el papel de la iglesia católica en Cuba, haciendo énfasis en sus sufrimientos.

Asimismo, critica importantes aspectos de la revolución cubana y del sistema socialista que obstaculiza “la dignidad trascendente de la persona humana” y formula críticas al embargo que Washington impone a la isla, que a su parecer, causa sólo daño al pueblo y a los más débiles en particular.

Entretanto, la razón determinante para este histórico paso fue la insostenible situación económica que devasta a Venezuela, la que ha acelerado el fin de esa relación parasitaria que mantiene con Cuba desde hace casi 15 años, similar o mayor que la que ésta tuvo con la Unión Soviética hasta su descalabro. Fue entonces cuando la gerontocracia castrista dispuso la venta de Nicolás Maduro a los EE.UU., puesto en gancho Miami, como lo vaticinamos en varios artículos anteriores, cuando a la muerte de Hugo Chávez quedó claro que Venezuela ya no financiaría eternamente a Cuba con sus entregas de petróleo prácticamente gratuito y lo único que quedaba en el horizonte, era treparse al carro de los gringos, mediante el estrechamiento de relaciones con el odiado imperio.

Frente a la ley de sanciones firmada hace unas horas por Obama, en contra de funcionarios venezolanos que incurrieron en delitos contra los derechos humanos y contra aquellos corruptos que timaron miles de millones de dólares de las arcas venezolanas, no hubo ni un solo pronunciamiento cubano. Dicha pasividad es una muestra palpable que demuestra que los tiempos de la diatriba y las maldiciones han pasado y que, con la gracia de Dios, los cubanos sólo esperan ahora, la vuelta de la Coca Cola a la Cuba libre.

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