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Álvaro Riveros Tejada

Estupilandia y la máquina de mirar


2015-03-04 - 10:24:38
Siguiendo la manía oficial de hacer girar los relojes a la izquierda, en un afán de retroceder la historia o simplemente pararla, las autoridades del Ministerio del Trabajo han emitido una Resolución Ministerial que prohíbe el uso de cámaras de vigilancia en ambientes laborales, bajo el pretexto de “brindar tranquilidad y respeto a la privacidad y dignidad de los trabajadores”.

Así como existen actos y disposiciones que favorecen a la sociedad y merecen el aplauso de la comunidad, los hay también aquellos que como el citado, no sólo nos sorprenden, sino hasta nos avergüenzan, especialmente cuando coliden con sistemas modernos que hacen con el amparo y protección de ésta, como son las cámaras de vigilancia que la tecnología ha puesto a nuestra disposición, para el registro de crímenes y actos delincuenciales que se suceden cotidianamente en todos los ámbitos del quehacer humano como: plazas, calles, centros deportivos, estudiantiles, hospitalarios y, en especial, en ámbitos laborales como: bancos, casas de cambio, fábricas y hasta oficinas estatales.

La eficacia de estos adminículos de observación quedó más que demostrada,cuando el magistrado Domingo Lascivia, haciendo honor a su apellido, se dio a la tarea de violar a una funcionaria, en pleno hemiciclo de la Asamblea Departamental de Chuquisaca;de frente a las cámaras de seguridad y en desleal competencia con el canal Venus de TV. Tal vez vaticinando la necesidad de dictar la norma que comentamos hoy, las autoridades impusieron al fornicario, como único castigo, el violentar las cámaras de seguridad y despedir al técnico responsable de esos equipos, como si éstos hubiesen sido los responsables de tamaño estropicio.

Según las denuncias de los trabajadores que rechazan la instalación de cámaras dentro de los centros laborales, éstas se basan en una presunta vulneración de la dignidad del empleado. Entonces nos preguntamos: ¿Y qué fue de la dignidad de esa empleada violada; la de su esposo; y la de toda su familia que sufrió igual o mayor humillación que la de ella? La culpa no recae en la cámara, sino en el comportamiento cavernario de unsátiro, similar al de muchos prepotentes de cuya actitud el actual poder político está plagado.Por ello es imperativo anular la normativa por considerarla que atenta contra la seguridad de las empresas y de los mismos trabajadores.

Ahora bien, estamos de acuerdo en que el uso de dichos aparatos de vigilancia sean prohibidos en sitios de privacidad obligada como: retretes, moteles, casas de lenocinio, o la cama, donde millones se produjeron en ella, y otros espacios donde verdaderamente atenten contra la intimidad del individuo empero, prohibirlos en un centro de trabajo, donde más que una tarea de vigilancia, cumplen labores de protección al trabajador de cualquier abuso que pueda existir contra él, o a su seguridad laboral, es un verdadero disparate que sólo podría suceder en estupilandia y la máquina de mirar.

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