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Charles Suárez

La joya rara del contentamiento


2015-03-26 - 11:56:27
(1ª Timoteo 6:6-10)
“Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento;
porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.” 1ª Timoteo 6:6-8

La Felicidad Cristiana: Aprendiendo a estar contentos
Hoy quiero hablar de algo de lo que muy poco se habla, del escurridizo camino de cultivar la rara joya del contentamiento, de encontrar la tan anhelada paz y felicidad. Demos Shakarian, fundador de la ADONHEP, Asociación Hombres de Negocios del Evangelio Pleno, no se equi-vocaba cuando escribió su libro "La gente más feliz de la tierra" en alusión a la vida de los verdaderos cristianos. Creo que, sin temor a equivocarme, por no conocer estos conceptos, muchos cayeron en "tentación y lazo y en codicias necias y fueron presa de muchos engaños y trampas de Satanás en el camino. (1ª Timoteo 6:9) En los cables internacionales vemos de cuando en cuando historias de familias, personas que por dinero, por cobrar un seguro, por adjudicarse un bien inmueble, han terminado en los mejores casos dividiendo familias completas. En los peores casos asesinando a sus propios cónyuges, padres, madres de manera espantosa, por caer en la trampa que nos advierte la Palabra. En nuestra sociedad cruceña es muy común que familias completas terminan separándose por causa de las herencias.

¿Cómo cultivar la rara joya del contentamiento?
En 1648 Jeremiah Burroughs publicó un estudio donde aseveraba la importancia de cultivar la joya del contentamiento cristiano. Si lo hacíamos así, podríamos en verdad obtener el secreto de encontrar la verdadera felicidad. Él decía: "Todos quisiéramos ser felices, pero no nos es fácil lograrlo. El problema es que creemos que solo obteniendo más de lo que este mundo nos ofrece, podemos tener la felicidad. El apóstol Pablo tenía una actitud diferente, escribió en Fil. 4:11-12: “He aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé vivir humildemente y sé tener abundancia: En todo y por todo estoy enseñado...” Pablo había aprendido el secreto del contentamiento, cualquiera que fuera su lugar o circunstancia, Dios es la única fuente de felicidad verdadera. Debemos comprender temprano que Dios es la única fuente de la felicidad verdadera. Dios no necesita nada ni a nadie para ser feliz; aún antes de que el mundo fuese, las personas de la Trinidad estaban en completa felicidad. Dios hace que los creyentes sean felices, tal como El lo está. Esto es necesario porque los creyentes no somos lo suficientemente fuertes y buenos para hacernos felices a sí mismos. Dios les da todo lo que necesitan como Juan escribió: “de su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia” (Jn. 1:16). Entonces los creyentes podemos estar siempre felices porque aún y cuando tengan muy poco de lo que este mundo ofrece, tienen las bendiciones espirituales de parte de Dios. En Cristo tenemos todas las cosas que necesitamos."
Esta felicidad cristiana es llamada a veces, el contentamiento.
“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque El dijo: No te desampararé ni te dejaré;” (Hebreos 13:5)

1. La felicidad proviene de dentro. La primera cosa que podemos decir acerca de la felicidad cristiana es que proviene de dentro. Es posible que una persona pueda dar la impresión de estar feliz simplemente por no quejarse, cuando en realidad en lo profundo de su ser, la persona esté inconforme. Pero Dios sabe realmente lo que uno piensa y siente. El rey David escribió en Salmo 62:5, “Alma mía, en Dios solamente reposa”, porque él sabía que ésta era la única manera para estar verdaderamente feliz. En forma semejante esta confianza en Dios, esta felicidad que proviene de dentro del cristiano afecta la totalidad de su ser. David sabía que Dios estaba controlando todo; pero aún así, cayó en depresión porque no dejó que la verdad afectara su manera de pensar. Por eso escribió́: “¿Porqué te abates alma mía y te conturbas dentro de mí?” (Sal. 42:5). Al igual que David, nosotros tenemos que fijar nuestros corazones en el tipo de felicidad que comienza de dentro y nos hace completamente felices.

2. Permanece aún ante las dificultades. La felicidad cristiana permanece aún cuando nos suceden tragedias o desgracias. Cuando los creyentes están en dificultades, se entristecen igual que los demás y cuando otros están en problemas, simpatizan con ellos. Oran tanto por ellos mismos como por otros que sufren porque saben que el Señor es “poderoso para socorrer a los que son tentados”. (Hebreos 2:18) Aún cuando son tentados a quejarse, resisten la tentación. No se quejan de Dios si no que le siguen obedeciendo y amando. Hablan a Dios de sus problemas, porque creen que Dios les puede ayudar.

3. Es una obra de Dios. Un tercer aspecto importante de la felicidad cristiana es el hecho de que es una obra de Dios. No es el resultado de un temperamento naturalmente feliz, ni tampoco es el resultado de escapar de la realidad. La felicidad cristiana es mucho más que un intento de “no preocuparse”, porque contiene un elemento positivo. El creyente quiere estar feliz porque eso glorificará a Dios.

4. Tiene algunos enemigos. El contentamiento, la felicidad cristiana tiene algunos enemigos muy sutiles y engañosos: El amor al dinero, la raíz de todos los males: "Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores." (1ª Timoteo 6:10); y la envidia. "Cruel es la ira e impetuoso el furor, pero ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia? (Pr. 27:4), "Porque yo envidiaba la prosperidad de los orgullosos y malvados” (Salmo 73:3). "Es cierto que al necio lo mata la ira, Y al codicioso lo consume la envidia." (Job 5:2) (Gén. 37:11) (1ª Tim. 6:3-5, Prov. 23:17).

5. Hacer la voluntad de Dios. La quinta cosa que podemos decir es que lo que realmente hace feliz al creyente es hacer la voluntad de Dios. Los creyentes no son forzados a obedecer a Dios; lo hacen voluntariamente y encontramos que esto nos hace felices. Nos damos cuenta que no hay nada que nos haga tan felices como la sumisión a la voluntad de Dios. Estamos contentos con dejar que Dios planee nuestro futuro, aún y cuando los propósitos de Dios sean muy distintos a lo que pensábamos. (Haciendo nuestra parte de planificar, establecer metas y propósitos y permitir que Dios haga su parte, obviamente) "Porque del hombre es hacer planes, pero Dios es quien lo establece". Los verdaderos creyentes prefieren la voluntad de Dios antes que sus propios planes, porque saben que Dios entiende mejor que ellos, lo que les es beneficioso. Dios les conoce mejor de lo que se conocen a sí mismos. Los no creyentes que creen que su destino está en sus propias manos solo pueden tener miedo al futuro, porque un error les podría a conducir al desastre.

6. Los creyentes no tienen nada que temer. Los creyentes no tienen nada que temer porque pueden encomendar su futuro a Dios y contentarse con la guía divina. Salomón escribió: “Fíate en Jehová de todo tu corazón, no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y El enderezará tus veredas.” (Prov. 3:5-6). El saber que Dios tiene el con-trol hace a los creyentes felices, no solo cuando están experimentando problemas, sino aún después, cuando ven hacia atrás y se dan cuenta como Dios los ayudó.
Conclusión: La felicidad cristiana perdura, no importando la clase de problemas que nos sobrevengan. Los creyentes no tienen el derecho de decidir cuál tipo de sufrimiento experimentarán. Por ejemplo, no pueden decir que no están de acuerdo en perder sus posesiones, ni oponerse a perder su salud. Están felices cualesquiera que sean los sufrimientos que padezcan. Quizás una clase de sufrimiento venga tras de otro, hasta que la totalidad de sus vidas parezca estar llena de dificultades; no obstante, en lo más profundo son todavía felices. Quizás parezca que el fin de sus problemas no aparece; sin embargo, en lo más profundo de su ser, son felices. Dios, quien ha planeado la totalidad de sus vidas es glorificado por ello.
Pr. Charles Suárez Gonzáles
www.icfbolivia.org
Adaptado de Jeremiah Burroughs

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