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Marcelo Ostria Trigo

Crisis y responsabilidad


2015-05-13 - 16:34:20
Hay conductas que van a contrapelo de las preocupaciones ciudadanas. Esto sucede si no se toman previsiones oportunas cuando asoman los años de las vacas flacas, y se percibe que la crisis está ad portas. Lo dicho se relaciona con un trabajo –“La economía se desacelera” (08.05.15)– de la Fundación Milenio, que recoge la opinión de expertos: “…después de una década de la bonanza”, “la economía boliviana se desacelera o enfría”, y “ya se sienten los primeros impactos de la crisis internacional. Es decir, la actividad económica reduce su ritmo de crecimiento”.

De los análisis de los especialistas Armando Méndez, Enrique Araníbar y Carlos Sandi, surge:
1. “La lenta marcha de la economía viene acompañada de una incertidumbre por el contexto externo, particularmente por las políticas económicas de Estados Unidos y China”;
2. “La caída del precio del petróleo no tendrá un efecto inmediato y lo más probable es que la fuerza de los embates se sienta en 2016 y 2017”;
3. “A pesar de la (anunciada) inyección de capital de inversión pública (…) habrá contracción” y 4. En “el primer trimestre de 2015, es probable que haya un déficit en la balanza comercial”, puesto que en enero y febrero de este año “ya se sintió la desaceleración de las exportaciones de gas y minerales”. Ante esto, recomiendan al Estado cautela y eficiencia en el gasto, “pues lo contrario creará un endeudamiento que afectará a las futuras generaciones”.

El anuncio de que vienen tiempos difíciles –aun los causados por factores fuera de nuestro control– debe alertar a todos; y, en especial, a quienes tienen el manejo del gasto público, que en estos años fue dispendioso y sujeto a decisiones irresponsables basadas en el efectismo demagógico.

Ninguna crisis se conjura si no se ordenan las finanzas y no se para el derroche. Tampoco ayuda la permisibilidad, que termina en la impunidad de los autores de actos de corrupción que causan severos daños económicos –y, por supuesto, morales– a las instituciones del Estado. Si no se crean mecanismos de control y no se sanciona a los corruptos, no tendrá buenos resultados cualquier intento de conjurar la crisis. Y no se tendrá éxito en la tarea de enfrentar una eventual crisis si se continúa impulsando emprendimientos deficitarios, cuyo fin es exhibirlos como propaganda oficial.

Crear mecanismos eficientes para impulsar la economía y el control de la corrupción y el crimen organizado es una tarea impostergable. El doloroso ejemplo de Venezuela es dramático, y puede ser contagioso.

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