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Mauricio Aira

Cuando te paran el corazón


2015-05-17 - 20:49:29
Visita de rutina al médico local que ordena pruebas de laboratorio y un ecograma que analiza al vuelo. “Esto no me gusta. Si comparamos los gráficos de antes al presente, vemos un funcionamiento algo irregular del corazón, una cierta arritmia que aconseja una pronta visita hoy mismo a Emergencias” del más grande hospital de la región el Salgrenska, el segundo en importancia de toda Suecia.

La espera allí es larga, algunas horas porque en medio del ulular de las ambulancias anuncia el arribo de accidentados que tienen prioridad, con todo me convocan a un tratamiento previo para observación, el pulso, el corazón, los pulmones y una nueva ecografía. Los enfermeros me explican que un facultativo tiene que ver la documentación remitida por el médico “de cabecera” y el resultado de los exámenes. La espera tiene que continuar, y entonces ya en una camilla provisional, el tercer ecograma, y un sedante suave y bajo el control de una pantalla de TV, entre dos y tres horas de observación sujeto al moderno aparato que va tomándome la presión cada 10 o 15 minutos para ratificar ante el médico la información preliminar.

Debido a tu arritmia, sentencia una médica joven de unos 28, 30 de origen iraní, recibirás a partir de ahora dos nuevos medicamentos, Metoprolol y Eliquis conocido también como apixaban, dejar de fumar (no fumo hace 35 años) ningún exceso en bebidas o comidas, ejercicio físico regularmente y mantener el control estricto sobre tu diabetes de segundo grupo, como indica tu historial.

La doctora Sahar Wesali me previene que esta medicina se me administrará de por vida, aunque dentro de algunos días seré llamado para una sesión de desfibrilación auricular, al tiempo que me entrega un DVD, folletos, un medallón con cadena metálica “que siempre debes llevar contigo” que identifica la medicina anticoagulante que estoy recibiendo ahora mismo.

Entiendo ahora, la premura de mi médico un sueco de 65 años próximo a jubilarse por enviarme a la emergencia, es que el cuadro era de encontrarme en riesgo de una congestión cerebral al ser posible que el corazón bombease coágulos de sangre al cerebro.

Cuando me citan a la sección “Del corazón del Hospital Universitario” mediante una carta expresa me previenen que concurra allí 7.30 de la mañana sin desayunar ni llevar nada al estómago desde la noche anterior. En efecto a las 7.00 exactas está allí el taxi que me llevará hasta la misma sección donde me espera una administrativa a la que cancelo 300 coronas suecas y me invita a subir un piso donde junto a otros 9 pacientes recibiré la CARDIOVERSION que consiste en una descarga eléctrica a través de unas paletas colocadas en el pecho. La electricidad altera los impulsos del corazón y restablecerá el ritmo normal de mis pulsaciones.

Uy! No puedo evitar cierto temor, porque esto sucederá bajo un fuerte sedante y bajo una cámara de oxigeno. En efecto cuando llego allí, caminando, revestido ya con una bata de hospital, me esperan 4 facultativos, la anestesista, una cirujana y la médica clínica que supervisará la “operación”, además de la gentil enfermera que la víspera me preparó para la sesión.

En realidad no desee molestar a la esposa que gentil se ofreció a llevarme en el coche, “puedes venir a recogerme cuando todo haya terminado” lo que sucedió 7 horas después, ya que el grupo de 10 pacientes con síntomas parecidos, debe desayunar primero, esto es después de la desfibrilación y esperar por una última sesión de electrocardiograma y la entrevista con el médico para recibir las recomendaciones post tratamiento.

Me pongo entonces a pensar que la descarga que me fue aplicada con el desfibrilador conectado a mi corazón me envió un electrochoque que interrumpió brevemente toda la actividad eléctrica y luego mi corazón retornó a su ritmo normal lo que fue corroborado por el reciente examen, operación ésta que me libró de una taquicardia que podía haberme causado la muerte. O sea, la oportuna reacción de mi médico Ove Johansson, se podría afirmar, me libró de males mayores. Pienso entonces, en los miles de diabéticos, de los que tienen afecciones cardíacas como la arritmia y que sufren ataques al sistema nervioso que dejan huellas de por vida, o que simplemente mueren en el trance.

Ciertamente pienso en la Providencia Divina que una vez más, me da señales claras de predilección, o sea de mantener con vida, para continuar a su servicio sin desmayos. Dios me prolonga la vida. Fiat Voluntas Tua!

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