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Álvaro Riveros Tejada

Batalla del pan


2015-05-20 - 10:28:04
El pan, al margen de ser considerado desde tiempos inmemoriales el sustento básico por excelencia y sinónimo de alimentación, hace que su valor sirva como el índice económico de referencia, para calcular precios de consumo y para determinar la evolución del costo de vida en las naciones y, por qué no decirlo, como en Roma, sirvió también de instrumento de manipulación política donde, complementado con el circo, logró el letargo de su pueblo, una práctica que viene siendo hábilmente imitada hasta nuestros días.

Este preámbulo viene a cuenta por los hechos que en estas últimas horas se han sucedido en La Paz donde, con el objeto de no romper la armónica anormalidad de bloqueo que reina cotidianamente en el centro de nuestra ciudad maravilla, más de dos mil panificadores de La Paz y El Alto han iniciado la semana con un paro de 48 horas, en rechazo a la abolición de la subvención al precio de la harina.

A modo de paliativo, la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa) habilitó agencias en las ciudades de La Paz y El Alto donde, para abastecer la demanda, se comercializará pan a 40 centavos la unidad. Es más, según lo anunciado por el Ministro de Defensa, las Fuerzas Armadas abandonarán momentáneamente su sagrada misión de custodiar nuestras fronteras, para dedicarse a tiempo completo a amasar el pan.

Ambas disposiciones gubernamentales, muy loables por cierto, tienen sus bemoles como muchas otras, por ejemplo: Si las FF.AA. van a dedicarse a amasar el pan con la ayuda de subsidios como: a) Harina argentina con precio ridículamente bajo, hasta 60 Bs. el quintal en la frontera, por la paridad de cambio de moneda que rige actualmente con el país vecino, mientras ese mismo quintal de harina nacional oscila entre 200 y 240 bolivianos en la calle Gallardo de nuestra ciudad. El problema es aún mayor, si esta harina llega de contrabando o como pago de algunas facturas pendientes de gas; b) Mano de obra gratuita, o de muy bajo costo, ya que se supone que la oficialidad estará exenta de dicha obligación; c) Insumos gratuitos y/o totalmente subvencionados como: transporte, luz, agua, gas, etc.; aspectos que hacen imposible competir a cualquier industria, obligada a pagar sueldos, doble aguinaldo, alquileres, luz, agua etc. etc.

La suspensión de la subvención a la harina revela también que el gobierno se ha puesto en la incómoda situación de raspar la olla y/o preparar el camino hacia el levantamiento de otros subsidios, ante una realidad económica que es difícil de disimular, como la caída del precio del petróleo y otras materias primas, cuyas repercusiones se están sintiendo últimamente. Lo imprevisible es la reacción popular ante estas medidas que podría hacer desaparecer el pan de batalla y desembocar en una verdadera batalla del pan.

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