Opinión

Propósito de Enmienda

2015-06-04 - 12:46:11
Cerca de 30 dias más y Francisco estará entre todos los bolivianos. El sin par suceso, es el marco adecuado para recordar el catecismo básico que aprendimos en la escuela que nos ilustra de los mandamientos de nuestra Iglesia Católica y de los Sacramentos que administra como Madre y Maestra de todos los creyentes.

De los sacramentos tocamos el llamado de La Reconciliación, brillante ejemplo para mencionar la reciente confesión del Jefe de Estado, “es hora de estar unidos y dejar de lado la confrontación”, que nos llena de esperanza y de confianza al avizorar nuevos días para los bolivianos largo tiempo castigados por el odio, la controversia, la intriga y el abuso del poder.

Apoyados siempre en la doctrina que debe inspirar todas nuestras acciones porque es fruto de la Fe en Dios, recordar que no puede haber reconciliación sin el verdadero dolor por la comisión del pecado y la ofensa al Creador capaz de perdonar en su divina misericordia las más graves ofensas que pudimos haber cometido. Un corazón arrepentido, es todo lo que nos pide la Iglesia para obtener esta reconciliación, vale decir el perdón.

De la esencia del Evangelio surge con claridad que debemos arrepentirnos no por temor al infierno y al castigo eterno sino por el Amor a Dios y la confianza en su inagotable misericordia. En palabras de oro, esta acción va inseparable del “propósito de enmienda” o sea, reconocer que hice mal, pero estoy dispuesto a no volver a cometer el mismo error, si persigo reconciliarme con el pueblo boliviano, es seguro que habré de reparar el daño cometido, la ofensa provocada, de otro modo, no tendría sentido este arrepentimiento.

Vamos a olvidar que el Jefe del Estado había expresado sus deseos de reconciliación hace cinco años atrás, vamos a ser generosos y estar dispuestos al borrón y cuenta nueva, todo por el Supremo interés de la Nación, aunque por esta vez, vamos a exigir mayor seriedad y firmeza ya que la tarea es ímproba y queda tanto por hacer a favor de la Justicia y de la fraternidad.

Varios tratadistas como José Luis Lillo se refieren al daño provocado por la agresión violenta psíquica y física, ejercida en contra de determinados sectores de la ciudadanía, de aquellos que se consideran víctimas del odio oficialista, opositores perseguidos, encarcelados, discriminados que con toda razón se consideran mártires desde el arribo al poder del “fenómeno masista”

Estamos entonces ante un escenario social y religiosamente marcado por la reconciliación y el perdón. No se trata de un razonamiento solo espiritual sino de una obligación, una norma para la convivencia real, constructiva de una sociedad nueva que ha pasado por un matiz si se quiere histórico tal vez necesario y que ha de conducir al hombre boliviano a un destino final armónico de convivencia, mal que nos pese de un pasado que nos dejó amargura y resentimiento.

Así los autores modernos sitúan al perdón y la reconciliación fuera del ámbito ético religioso, también en la política, la psicología, el derecho, la filosofía y en el marco de la sociología del Siglo XXI de ahí la enorme importancia de la visita papal y la reformación del perdón y la reconciliación entre los bolivianos.