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Mauricio Aira

El cierre de plantas atómicas


2015-10-15 - 18:45:23
Mientras en Bolivia se debate la instalación de una planta atómica, en Europa se procede al cierre de las mismas por 3 causas. El extremo peligro de su funcionamiento (Chernobyl). Sus efectos sobre la salud humana y el medioambiente. La sustitución por otras fuentes de energía más seguras, y menos costosas.

Primero una referencia al cierre inmediato de 2 de las plantas que funcionan actualmente en Oskarsham. Desmontarlas tomará 20 meses entre 2017 y 19.

La noticia está en todos los medios, porque como se conoce Suecia ha sido el primer Estado en anunciar la sustitución de plantas atómicas por otros métodos de obtener energía para todos los usos, especialmente en invierno que se destina a la calefacción por las bajas temperaturas que harían imposible un desarrollo normal.

Luego el crecimiento del consumo de energía no ha bajado, aunque se busca afanosamente proveerse en las otras fuentes, ante el fenómeno Chernóbil el más grave de la historia, cuyo número de víctimas no ha sido posible precisar. Fukushima cuya dimensión no acaba de medirse por las repercusiones que llegan en cadena especialmente en orden a la salud de sus habitantes.

No menos atención merece la amenaza terrorista a las centrales nucleares, a partir del 11 de septiembre 2001 que mostró la vulnerabilidad de edificios y fortalezas frente a los jumbos cargados de combustible letal para desencadenar inconmensurables desgracias a la Humanidad.

Organizaciones ambientalistas ofrecen cifras incontrastables del daño que provoca el transporte de materiales radioactivos hacia las centrales, de los desechos después de ser usados en las plantas, algunos vierten estos al fondo del mar o de los lagos, en el caso nuestro nos preguntamos si algún ciudadano paceño, o algún orureño, o potosino estaría de acuerdo en permitir que la central atómica que Evo Morales planea instalar en La Paz, deposite en sus aguas cientos de miles de desechos atómicos. Suecia libró una batalla larga, costosa y nada convincente para enterrar restos atómicos a 500 metros de profundidad, a cambio de jugoso beneficio y en zonas totalmente despobladas, aceptando que al cabo de 300 años esos desechos radioactivos alcancen la superficie con el daño consiguiente.

Los partidarios de construir fuerza nuclear a un altísimo costo como el propuesto en Bolivia que estaría basado en 2.000 millones de dólares para empezar, ven como muy lejos la posibilidad de un accidente, aunque no tienen argumentos para convencer a sus pobladores de ser huéspedes de una planta, como bien lo demostraron los paceños que reaccionaron con un NO rotundo y han sugerido que la misma se instale en Orinoca, tierra natal de Evo Morales.

Prevenir que “la santa alianza con Argentina” para este proyecto, no conducirá a nada positivo, habida cuenta de la propia experiencia argentina que durante décadas estuvo alentando (léase erogando recursos) para una planta que jamás llegó a existir y que fue “la vaca lechera” de un minúsculo grupo de vividores, de acuerdo al relato reiterado de Humberto Vacaflor que lo conoce a fondo.

Maestro de periodismo en Cochabamba José Medrano solía repetir “piensa mal y acertarás” en el caso de este proyecto concreto pensamos que los millones de dólares que se mueven, de los fabricantes del equipo, de sus operadores, de los proveedores de la materia prima, de los sistemas tecnológicos y otros, de los ejecutivos criollos, seguirán adelante empecinados en la ganancia fácil y cuantiosa, dejando eso sí, en manos de la ciudadanía bien informada y ambientalista, pacifista y humanitaria la decisión última que responderá con un NO rotundo a la implementación de la aventura nuclear.

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