Mauricio AiraDeposición y tratamiento de la basura
2015-11-05 - 19:05:21
Retorna al debate el asunto de la basura, si bien ahora, con una mayor voluntad política de arribar a conclusiones prácticas en materia primero de legislar y luego de ejecutar medidas efectivas para remontar la etapa diletante de un tema que asfixia a la ciudadanía y es fuente de epidemias, malos olores, fastidio y clara señal de ausencia de una sana administración municipal. Al menos desde 1995 que nos venimos ocupando del mismo, sin lograr que la autoridad le hubiese dedicado su tiempo y los recursos comunitarios a encontrar la solución pertinente.
Es que el problema de la basura es esencialmente global, está pegado al agua corriente, a las aguas servidas, a la educación ciudadana, a la disposición de medios (tecnología y finanzas) tal como sucedió en las ciudades que manejan con energía y disciplina este ítem, que en nuestro medio sigue siendo electoral, populista y hasta materia de chantaje político.
Se impone aunar los esfuerzos primero entre la mancomunidad Kanata que agrupa a los municipios de Cercado, Sacaba, Quillacollo, Suticollo y Vinto cuya producción de desechos domiciliarios supera hoy las 1.200 toneladas por día, cantidad más que suficiente para justificar la construcción de una planta de incineración con capacidad de operar las 24 horas de los 365 días y cuyo costo tendrá que absorber el aporte proporcional de cada comuna.
Se ha discutido mucho la conveniencia de la incineración y es que a “grandes males, grandes remedios” por cuanto el reciclaje, el compost o el enterramiento de la basura bastan para eliminar restos de comida, de papel, de plástico, de vidrio y otros materiales que cotidianamente recogen los llamados “basureros” y los deponen en Kara Kara, donde actúan cientos sino miles de mujeres y hombres que lucran con ello, los seleccionan y los venden como materia prima a diversas industrias de vidrio, papel, materiales de construcción, etc., lo que está muy bien, que se convierta la basura en fuente de vida, para muchísimos hogares, aunque “su ganancia” es tan mínima que apenas les permite subsistir, los pequeños industriales sí que ganan aunque en mínima escala por la venta del producto manufacturado.
Una planta moderna puede generar energía eléctrica conectada a la red local lo que permite amortizar el costo alto del inicio que se transforma es costo racional por el funcionamiento que requiere apenas de los técnicos que la operen y el mantenimiento del equipo en óptimas condiciones, arrancada la planta no se puede parar sino en casos extremos.
Que una planta así produce emanaciones peligrosas es cierto, aunque se superan con el uso de filtros especiales y con la utilización de los desechos como “ripio” en la construcción de carreteras. Muchos ecologistas que en principio rechazaron radicalmente esta extrema solución de la incineración han cambiado de opinion cuando los expertos han venido reduciendo los riesgos hasta márgenes aceptables. Las grandes ciudades, especialmente las que acusan un alto consumo de energía para consumo industrial y habitacional, están operando estas plantas, eso sí, perfeccionando el sistema de recolección y deposición de ciertos desechos, de la construcción, de hospitales y mataderos que requieren un tratamiento especializado.
Las denuncias de haberse convertido los centros basureros en una mina de oro, refiriéndonos concretamente al de Kara Kara, van a subsistir si acaso no se impone asumir la voluntad política de los legisladores municipales para ordenar a los ejecutivos actúen en consonancia con la enormidad del problema. Es probable que tal solución no resulte en una “mega empresa” con visos de “obra estrella”, en cambio significará una real solución al mayor problema que confrontan los colectivos municipales.
