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Mauricio Aira

Crisis de Credibilidad


2016-01-14 - 12:20:49
Para comenzar afirmar que existe una crisis económica mundial, que no da tregua lo que origina las cábalas de los gurús que ofrecen su primera receta la austeridad extrema. Dos ejemplos de la austeridad reclamada se dan con François Hollande y Angela Merkel. Austeridad reclamada también por organismos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario para America Latina y Asia hoy se aplica en Europa, donde las cosas empiezan a no encajar.

Dejando el cuadro de esta crisis que no es para reírse en el ámbito global descendemos a lo nuestro. Aplicados los programas de ajuste estructural que en Bolivia se inicia con la llamada NPE (Paz Estenssoro con el 21040) y que se ha tratado de mantener vigente para evitar la inflación, que felizmente parece controlada y el despilfarro, con un gasto público que está de plácemes, especialmente con la Administración Morales García, que ha multiplicado por 6 cada uno de los empleados públicos de hace una década para mencionar algo.

La crisis de Gobernabilidad deviene de un estado ineficiente, con funcionarios públicos corruptos, con empresas públicas de financiamiento dudoso y que sólo arrojan cifras rojas en su ejecutoria. El remedio de la privatización aplicado antes no ha dado resultado, algunas de ellas, hoy en día no se podría vender habría que “regalarlas como en efecto está sucediendo”.

Otros factores influyen además a crear y sostener la crisis, las grandes bolsas de valores. Bancos con hipotecas basura, que manipulan tasas de intereses, la desregulación. La corrupción en los negocios, compra y venta de contratos y obras pagando comisiones ocultas y ultra secretas, como sucede con los programas “llave en mano” tan frecuentes en la Administración masista y cuyos resultados, por lo general no se dejan esperar y abortan en forma de escándalo público que generalmente se tapa por todos los medios, incluyendo el soborno de los actores, Estado, Empresarios, Beneficiarios, etc., en fin se vive una terrible crisis de credibilidad a todo nivel que en el ámbito global ha parido este caos mundial, del que ningún estado, queda al margen. No hay blindaje posible.

Vamos a saltar de largo las características y la vivencia de la “sociedad de bienestar” que ha dejado de existir también en los reinos de Escandinavia cuando los beneficios del ciudadano han sido recortados hasta cobrar la mínima expresión que se limita “a no dejar morir” al ciudadano. El Estado benefactor de los países desarrollados se trasladó hasta el grupo aupado por los Castro desde La Habana y que hoy mismo, estudian cómo detener los subsidios con los que alagaron a la sociedad surgente. Campesinos y grupos marginales incorporados a la vida citadina.

Qué hacer con estos grupos cada vez más numerosos y que se han acostumbrado a vivir sin trabajar, a existir sin producir, atenidos a la dádiva estatal que reparte bonos, que sin embargo se van achicando porque los montos de la subvención no se incrementan en la medida del costo de vida. Así sucede en Argentina, en Venezuela, en Bolivia cuyo presupuesto contempla sumas astronómicas para cubrir “los bonos” y no cubre ítems como ser salud, educación, vivienda realmente imprescindibles.

Ahora bien. La ciudadanía advierte sea a denuncia de los medios o por experiencia propia esta dicotomía entre la propaganda oficial (de bonanza y vivir bien) y la realidad. Tan solo un ejemplo las facturas de CREA en SC, que se incrementan sin poder las familias cubrir su nuevo importe. Entonces sobreviene la crisis de credibilidad. ¿Cómo poder creerle un Gobierno que dice una cosa y hace otra? Entonces la voz oficial, infunde desconfianza y uno se pregunta, ¿cuándo los gobernantes dirán la verdad en cambio de mentir?

Así se tiene que del caos económico fruto de la crisis mundial en las finanzas y la economía, surge la crisis de gobernabilidad y de esta aterrizamos en una mayor crisis de Credibilidad, que abruma y desorienta. Nada de lo que diga el Jefe de Estado, los ministros o sus representantes se hace creíble. Todo se pone en duda y crece la desconfianza y resquemor. ¿Hasta cuándo?

Un sabio dejó escrito la Democracia sólo tiene nombre, ningún apellido. Cuando los políticos añaden otro adjetivo, es que están desconociendo su esencia que es sinónimo de confianza y credibilidad. No lo contrario.

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