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Álvaro Riveros Tejada

Contradicciones peligrosas


2016-03-30 - 17:28:24
En este rápido, como estrepitoso desmoronamiento de los regímenes populistas, una de las razones más notables de semejante descalabro radica en las enormes contradicciones que, en el apuro, vienen cometiendo sus principales actores.

Es el caso por ejemplo, de las famosas afirmaciones de Fidel Castro cuando dijo: “¡Este modelo económico socialista no podríamos exportarlo, pues ni a Cuba le ha servido”! Claro que la nomenclatura comunista de la isla no tardó ni una semana en corregir el gafe y desmentir al viejo líder, argumentando que no quiso decir lo que dijo, ni dijo lo que quería decir y que el triunfo de la revolución socialista era inconmovible.

La reciente llegada de Barack Obama a la Habana se encargó de refrendar dichas afirmaciones, y eximir de toda culpa al Dr. Alzheimer como promotor de estas discrepancias, ya que el anciano dictador, aún en sus cabales hace seis años, en un acto supremo de contrición y sin utilizar anestesia dijo: “El Estado no puede ni debe continuar manteniendo empresas, entidades productivas, de servicios y presupuestadas con planillas infladas, y pérdidas que lastran la economía, resultan contraproducentes, generan malos hábitos y deforman la conducta de los trabajadores. Es necesario elevar la producción y calidad de los servicios, reducir los abultados gastos sociales y eliminar gratuidades indebidas (Léase prebendas), subsidios excesivos, el estudio como fuente de empleo y la jubilación anticipada…” ¡Ni Milton Friedman y sus Chicago Boys habrían podido expresarse mejor!

Resulta que no hace ni 5 días de la partida de Obama, cuando surge la crítica del nonagenario líder afirmando: “Cuba no necesita que el imperio le regale nada y que el pueblo de ese noble y abnegado país no renunciara a la gloria…” ¿En qué quedamos? ¿Sirvió o no sirvió la visita? Lo increíble es que hay todavía países que siguen porfiadamente esa senda, a sabiendas que ésta los lleva al desastre.

Habríamos querido referirnos a las innúmeras contradicciones que se producen y se presentan cotidianamente en nuestro quehacer nacional, como es el caso Zapata y el caso chileno empero, son tantas, que exceden superabundantemente el espacio que esta columna tiene asignado en este medio, por lo que abundar en su recuento, resulta insulso y de corte lacrimógeno.

Cuenta el anecdotario popular, que bajo el sugestivo anuncio del “Enderezador de Jorobas”, se estableció en un pueblito latinoamericano un chino que prometía enderezar gibas en un santiamén. Fueron muchos los incautos que acudieron a su consulta y después de mucho tiempo de espera pasó el primero. Al cabo de unos minutos se escucharon berridos y lamentaciones desgarradoras, fue entonces cuando el galeno abrió su puerta y exclamó: “¡Que pase el segundo, polque el plimelo se me ha queblado!”

Al parecer, ese es el destino que nos espera a los bolivianos, si persistimos con esas prácticas chinas de utilizar contradicciones que muchas veces se tornan peligrosas.

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