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Gary A. Rodríguez A.

Si no hay un golpe de timón...


2016-04-21 - 17:00:00
La voz de alerta del Presidente del Capítulo Bolivia del Consejo Empresarial de América Latina (CEAL), Emilio Von Bergen, respaldado por el Presidente de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz (FEPSC), Luis Fernando Barbery, sobre los síntomas de desaceleración económica que ya se ven en el país, merece ser considerada como una llamada de atención y valorada por los actuales administradores del Estado boliviano (“Privados denuncian acoso impositivo y falta de apoyo estatal”, EL DEBER, 9.4.16).

“Hasta ahora lo que se tiene es un acoso impositivo, la Autoridad de Empresas debe ser menos punitiva (…) lo único que busca es entuerto y aplicar multas absurdas como si la plata no valiera” dijo Barbery, instando a que a fin de poder seguir invirtiendo haya incentivos económicos y tributarios para garantizar el crecimiento y los empleos, concepto que fue respaldado por Von Bergen recordando que Argentina, Brasil, Chile y otros enfrentan un fuerte sacudón económico y Bolivia empieza ya a ser afectada al ser parte de la globalización. ¡Claridad meridiana de dos líderes empresariales que deben ser escuchados!

La situación es tan complicada, que si no hay un golpe de timón en las políticas públicas para bajar los costos de producción y de realización en el país, el riesgo es que Bolivia no crezca ni un 4,5% este año.

La caída general de los precios internacionales es de tal magnitud, que ahora no solo afecta a nuestras exportaciones sino que hace que las importaciones suban desplazando a la producción boliviana, golpeando ya a sectores como el maderero, textil, alimenticio y otros, con la consecuencia de no pocos despidos.

Mientras hubo precios altos y auge económico Bolivia pudo darse el lujo de descuidar el cómo hacer más fácil la inversión, la producción y la exportación y hasta privilegió lo social sobre lo productivo con políticas que implicaron una fuerte suba de costos únicamente posible de aguantar mientras hubo bonanza.

Pero ahora la situación de bajos precios desnuda la “incompetitividad sistémica” del país haciendo cuesta arriba el conservar los mercados en el exterior y el no perder el mercado interno frente a nuestros competidores que nos sacan ventaja gracias a su mejor entorno y las políticas públicas que los respaldan.

¿Qué hacer frente a tan dantesco panorama que nos espera y que podría golpearnos mucho más? Lo que siempre se dijo y lamentablemente no se hizo: mejorar -en lo infra y superestructural- la “competitividad sistémica” del país.

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional
Fuente: “El Deber”
Santa Cruz, 20 de abril de 2016

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