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Álvaro Riveros Tejada

¡Salud, mi General!


2016-07-13 - 17:20:27
Nunca mejor empleado este saludo que expresa los mejores deseos de una buena salud a la persona a la que va dirigida y, en este caso, lo dirijo al General y amigo Gary Prado Salmon, a quien considero uno de los escasos héroes que registra la historia militar boliviana.

Sólo mentes morbosas podrían regodearse ante la conmovedora imagen emitida por la prensa nacional e internacional, de este bizarro militar postrado en una camilla a ras del suelo de un juzgado, donde fue obligado a comparecer con el riesgo de una infección que agrave su salud, al abrírsele las heridas de una reciente cirugía y constatar que éstas comenzaron a drenar sangre y materia, aún a través de la ropa del paciente.

Ante semejante obscenidad judicial, no faltaron las voces de propios y extraños que condenaron ese hecho, como la del ex-embajador de Bolivia en Brasil Jerjes Justiniano y Osvaldo “Chato” Peredo, histórico dirigente del MAS en Santa Cruz que coincidieron en su repulsa y en dirigir una petición formal al Presidente, donde solicitaron el archivo de obrados de esta forzada causa y la inmediata liberación de los procesados desde hace más de siete años.

Los países que no honran a sus héroes están destinados al fracaso y al triunfo de la mediocridad sobre la racionalidad. Es el caso de esta grotesca situación, donde se maltrata al vencedor de Ñancahuazú, convirtiendo su victoria en su propia condena y, paradójicamente se homenajea al Che Guevara, el invasor derrotado, después de que su sanguinaria aventura costó a nuestro país la vida de más de 70 soldados, fríamente ejecutados bajo su siniestra teoría de que: “Un pueblo sin odio no puede triunfar. El odio como factor de lucha, el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una eficaz, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así: un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal.”

Lo curioso del caso es que la imagen de esta suerte de anticristos, que se ceban con la sangre de sus víctimas indefensas, está dotada de un carisma y un semblante de inocencia, casi similar al que la iconografía religiosa utiliza para caracterizar a Jesucristo. Aun siendo estos bribones: ateos, comunistas o fundamentalistas islámicos, se vanaglorian al afirmar que Cristo era socialista y jamás convienen en que quizás el judío Marx anheló alguna vez ser cristiano.

Existe entre estos criminales un común denominador que raya con la típica cobardía del matón. Matan y mandan a matar sin miramiento alguno empero, a tiempo de caer en manos de sus enemigos, siempre manifiestan que valen más vivos que muertos, fórmula que jamás aplicaron a sus víctimas cautivas. De ahí que esperar un gesto de misericordia o piedad de parte de ellos es simplemente caer en una apología de los asesinos en serie.

Volviendo a la luctuosa situación de Gary, esperamos que aquellos espíritus que se condolieron con su sufrimiento se plieguen a decirle ¡Salud, mi General!

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