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Mauricio Aira

Cualidades de un Presidente


2016-07-27 - 12:31:18
Con Evo Morales han ocurrido dos cosas. Sus llunkus le han escrito libros de homenaje como el Ministro Arze, “el mejor presidente de Bolivia” y existen al menos 5 biografías subvencionadas por el Ministerio de Comunicación y el de Culturas, de distribución gratuita y que se usan inclusive como textos oficiales, de adquisición obligada en escuelas, cuarteles y colegios, libros llenos de mentiras, de mitos creados en torno a la figura del “primer presidente indígena de Bolivia” y que inclusive se ha traducido a los idiomas originarios y con fines propagandísticos al chino, al ruso y al inglés.

Lo otro es que existen publicaciones que denigran la figura de Evo Morales, libros folletos, espacios en el mundo cibernético dedicados a desinformar, a menospreciar y poner en ridículo la imagen del orinoqueño, que en diez años de permanencia en el poder, se apoderó mediante testaferros o palos blancos de la mayoría de los medios, a los que recurre regularmente para trasmitir partidos de fulbito en los que el equipo presidencial siempre gana y el presidente siempre “mete goles”.

En cuando a los escribientes los hay aquellos que agotaron todos los adjetivos de alabanza y cantaron los panegíricos posibles, y los otros que sujetando la pluma con firmeza describen los defectos, las fallas del Presidente, y los repetidos errores políticos entre los que hay que incluir crímenes, prisión, confinamiento y otros castigos que aplica implacable sobre “sus enemigos”, pero ¿tiene el presidente “amigos”?

Una buena pregunta cuando al inicio de su tercer o cuarto periodo de gobierno, se prepara una campaña, mega millonaria para retomar el Gobierno y en tiempos de inventario de sus “barbaridades” que sus oponentes están pergeñando. Cuán lejos está Evo Morales de conocer los verdaderos deseos del pueblo, de sus sueños y necesidades. De cumplir lo prometido. De tener firmes conocimientos de la economía. De pensar en el corto, mediano y largo plazo, no sólo en el tiempo que marca el calendario de su mandato formal.

Ciencia política analiza las cualidades de aspirantes a la Presidente de EEUU, cita a los grandes como Washington y Lincoln, Jefferson, Jackson, Roosevelt, Wilson, a los fallidos como Richard Nixon o Ulises Grant. ¿Qué cosas distinguen a unos de otros? ¿Qué calidad se exige para figurar en la historia como un gran presidente? Estudiosos marcan seis rasgos mínimos. Buen comunicador, capaz de convencer, con eficacia tanto a líderes como a simples ciudadanos. Seducir con palabras y obras.

Debe tener gran capacidad organizativa para administrar un Estado complejo, con miles de funcionarios, en una extensa geografía, ser efectivo y servicial, poseer carácter para realizar ajustes también en períodos de toda suerte de crisis y dificultades.

Capaz de brindar claridad a sus medidas de Gobierno buscando y logrando los acuerdos imprescindibles en una muestra de su liderazgo. Capaz de negociar frente a periodistas, académicos, empresarios, sindicatos y defensores de los Derechos Humanos, también en el plano internacional. Saber escuchar y responder a los planteamientos con ideas pertinentes y claridad, capaz de correr todo el tiempo, porque un período presidencial pasa pronto, no detenerse evitando demoras y extravíos que retrasen la marcha del Estado.

Sin rumbo navegan los malos presidentes, apagando fuegos sin fin, sin ruta fija, sin identificar la continuidad de una estrategia conocida y estudiada. Cuán importante es “saber procesar la información que llueve a cántaros, separar el grano de la paja, escuchar y leer sin pausa, digerir lo necesario para la toma de decisiones.

La informática y el torrente de estímulos que se descargan en el Ejecutivo, por lo que se ha creado una cualidad imprescindible “el control intelectual del Presidente”, sin despotricar en público y midiendo siempre sus actos, con una presencia pública calculadamente responsable.

En el caso boliviano “mal de muchos, consuelo de tontos” ha sido la disculpa manida y “yo no fui, ha sido el otro” para sacudirse de culpa transfiriendo el pecado a un opositor, a un comunicador, a un letrado, a un colega, al de más arriba, al de más abajo” esta conducta ha inspirado desconfianza y el elector aprendió “por quién no debe votar”.

Aptitudes morales, facultades mentales y convicciones intelectuales se requieren en los candidatos. Basta de experimentar y de aprender a conocer cuando cometen errores, es que las palabras “virtud, honestidad y transparencia” no están en el lenguaje de cada día. Por ello vemos cómo marcha todo y nos lamentamos de errores que cuestan vidas humanas, muchísimo dinero y la fama y el prestigio de los que nunca más volverán a gobernar nuestra Bolivia.

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