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Mauricio Aira

Los muros son para derribarse


2017-01-26 - 21:49:31
Me encontraba en Madrid cursando un post grado en Comunicación Social, cuando el mundo entero celebró con alborozo el final de un muro de oprobio y vergüenza, “el muro de Berlín” cayó sin haberse disparado un solo tiro. Cayó por la decisión de los ciudadanos de las dos Alemania, especialmente de los jóvenes que habían crecido con el muro de acero y de cemento ante sus propias narices, como resultado de la Segunda Guerra y como un acuerdo para mantener las distancias entre el mundo socialista de la cortina de hierro del Imperio Soviético y el resto del mundo. Entre los acuerdos de paz suscritos por los 4 grandes, el primero “construir un muro” que separe los dos mundos. Así fue.

La celebración de la destrucción del oprobioso muro, monumento a la intolerancia y la opresión, marcó el final del poder soviético consecuencia inmediata de la Perestroika, el acelerado proceso de reconversión que Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov habían acordado en Reikiavik, Islandia para reducir la amenaza de una Tercera Guerra y el final de ese largo pugilato entre las potencias que se conoció como “la guerra fría o de baja intensidad”.

La información almacenada en la memoria de todo hombre libre, de tendencia humanista y con ideales pacifistas y de Justicia Social, viene a cuento por la reciente resolución firmada por el flamante Donald Trump de “erigir un muro, el mayor de la historia de todos los tiempos” de miles de kilómetros de extensión entre México y los EEUU, “para frenar el ingreso ilegal de los mejicanos” en busca de trabajo al Estado más poderoso de la tierra.

Este muro que costará una ponchada de dólares, algunos estiman en superior a los 300 millones de dólares, y que sin duda se construirá en parte, está destinado a ser derribado más temprano que tarde y no es que esta frase resuene a profecía de alguna manera y es que la Humanidad no retrocede, más al contrario marcha hacia adelante, no solo en el plano material, sino en los ideales comunes de concordia, de fraternidad, de entendimiento, de justicia y de paz.

Corresponde el ejemplo del “muro de Jerusalén” para frenar según los israelitas “el terrorismo de los palestinos”, el cual nació con la gran ambición de extenderse a lo largo de la frontera entre Palestina e Israel, sin embargo, no ha pasado de algunos kilómetros que han producido el efecto deseado tan solo en parte. La enemistad entre ambos colectivos persiste y el muro no ha resuelto casi nada.

Reconocer como un problema mayor la presencia de “indocumentados en los EEUU”, lo que distorsiona la existencia del Estado, puesto que, al no contar con la documentación básica imprescindible, los ciudadanos buscan y aceptan trabajo mal pagado, no pagan impuestos, no gozan del beneficio social (salud, vivienda y educación) a la par que los documentados. Hecho real e inocultable que pasa por no tener una solución fácil, puesto que segmentos de la misma sociedad aceptan y toleran el “trabajo negro” por convenir a sus intereses económicos.

Reconocer que las últimas tres administraciones han mostrado interés en ejecutar medidas con un resultado parcial. Cientos de miles de “ilegales” han sido expulsados no sólo a México, sino también a Cuba, a Venezuela, a Colombia, a Bolivia, etc., o han tenido que salir hacia destinos increíbles como Asia y Europa donde están siendo acogidos y están encontrando acomodo en el mercado de trabajo.

El muro en la extensión original jamás será construido. En el camino surgirán protestas muy poderosas para impedir se consuma una medida tan cruel, y tan inhumana, y se buscarán fórmulas con la participación de los protagonistas para encontrar un aceptable término medio.

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