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Mauricio Aira

Otra vez la coca


2017-02-24 - 16:41:01
Por la enésima vez la coca ocupa la atención pública marcada por la decisión del Congreso Legislativo de ampliar en varios miles más, las hectáreas destinadas a su cultivo. Refirámonos al intento de la Unión Europea de tener a la mano un estudio de mercado. Cuánto de coca se necesita para cubrir el acullico, el uso medicinal y tradicionas. El estudio, pese al dinero que la EU entregó por adelantado al Gobierno de Morales, nunca fue de dominio público, creando una interrogante básica, cómo podemos saber cuánto producir si no sabemos previamente cuánto se consume.

Llamó la atención que al menos en tres oportunidades la EU reclamó el estudio al Gobierno de Morales sin que hubiese una respuesta, hasta antes de ahora regía el contenido de la Ley 1008 que considera ilegales, los cultivos no autorizados, los demás estaban condenados a la erradicación. Esto de “la erradicación” es otro capítulo, ya de larga data instalada por Bánzer y continuada sucesivamente por los gobiernos de Paz Zamora, Sánchez de Lozada, Jorge Quiroga, como una decisión propia, o sea independiente de toda presión exterior, por así convenir a los grandes intereses de la Nación. En otras palabras, erradicar fue medida de Gobierno, para merecer el respeto internacional y ofrecer una prueba de la firme decisión de luchar contra el narcotráfico.

Aplicar la medida significó la pérdida de vidas humanas, persecución y cárcel para los infractores o más propio los resistentes a su aplicación en la zona de El Chapare. Significó el nacimiento del MAS que enarboló la defensa de la coca, como una bandera de lucha. Aquí una digresión, los Derechos Humanos, los partidos políticos oportunistas, inclusive la iglesia católica (un sector en todo caso) se condolieron por las derivaciones que alcanzó la erradicación con muertos y heridos y viendo más el lado humano del conflicto, en mala hora, respaldaron la maniobra masista, así lo reflejaron ante los medios y de alguna manera, apoyaron las múltiples manifestaciones de Evo Morales de oponerse a la erradicación.

La mega maquinaria propagandística del Régimen, ha hecho olvidar, las zancadillas que los productores de coca, opusieron a la vigencia de la Ley. El cronista tiene referida la operación militar que se ejecutó en El Chapare por las FFAA, al cabo del asesinato de efectivos militares y policiales por cocaleros del entorno de su líder, con el objetivo de establecer la verdad de los hechos in situ, e identificar a los asesinos. La operación armada tuvo éxito relativo porque fue el propio Evo Morales prevalido de su condición de Diputado (gozando de impunidad) y del apoyo de los medios, de los DDHH y de la Iglesia, hizo revertir la operación. El gran desplazamiento terminó en el retorno a los cuarteles, los autores quedaron libres y los muertos sepultados.

Por la razón anterior, que se niega abandonar la memoria colectiva, cada vez que se habla de coca, se intuye un regreso a días de sombra, de narcotráfico, de descrédito para Bolivia ante una sociedad opuesta a la producción de la cocaína, que por desgracia se deriva de la coca “ilegal” y que ahora al parecer quedará legalizada, aunque ya han surgido voces de la necesidad de un referendo que consulte sobre la conveniencia de un masivo aumento de la producción de la hoja de coca.

El asunto se complica, afirma El Deber hoy mismo, porque el líder de los productores de coca interesados en el aumento del volumen productivo “se ha convertido en Jefe del Estado”. Lo más conveniente es una medición del tamaño de la demanda interna, por tanto, limitar los cultivos basados en esta necesidad. Citamos de nuevo a E.D. de SC., todo indica que 7.000 hectáreas serían más que suficientes al fin del tamaño del mercado, frente a las 20 mil que pretende el Gobierno.

Sin tomar en cuenta los aspectos geopolíticos de la determinación de la Asamblea que en próximas horas enviará el texto aprobado ante el Ejecutivo para su promulgación, y que involucran a Brasil y Argentina, los mayores compradores de gas natural, la fuente de la economía boliviana, aunque también convertidos en los compradores de la cocaína por sectores marginales de las mafias que controlan su comercialización entre consumidores identificados del mercado negro.

Otra cosa distinta es el fastidio de sus gobiernos que aumentaron sus controles en la frontera para evitar el ingreso “del envenenado producto” que tanto daño provoca a todas luces.

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