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Angélique Cottin: la niña eléctrica


2015-06-26 - 15:42:11

Esta historia empieza una noche de enero en 1846. Estamos en La Perriere, una población francesa que en aquella época y en esa estación del año, invitaba sin duda al recogimiento ante un fuego para realizar labores, para hablar, para compartir alguna comida caliente y guarecerse de una fría noche invernal.

Nuestra protagonista es Angélique Cottin, una chica de poco más de 14 años que estaba junto a sus amigas tejiendo guantes de seda. Fue entonces cuando esa quietud amable, cuando esa reunión entre adolescentes enfundadas seguramente en sus conversaciones, sueños y risas, se vio de pronto interrumpida ante un fenómeno que no podían entender y que, de inmediato, les arrancó el aliento.

La ruecas empezaron a funcionar solas, sin que mano alguna las guiara. Aterradas, salieron corriendo en busca de los adultos y cuando éstos entraron a la sala, miraron a las niñas con incredulidad. Las ruecas ya no se movían. Ahora bien, en el momento en que Angélique Cottin volvió a la sala, todas las ruecas empezaron a girar de modo frenético y violento. Era ella. Algo había en aquella adolescente que impulsaba el movimiento de los artilugios…

A simple vista y leídas estas primeras pinceladas seguro que te habrás hecho una idea rápida de lo que ocurría en realidad. Tenemos esos dos focos claros que definen un fenómeno de poltergeist: adolescente y objetos que se mueven, se propulsan o se activan solos. La ciencia diría que el movimiento de las ruecas podría deberse a campos electromagnéticos, a efectos del viento o, por qué no,  a una mano humana que deseaba gastar una broma a las jóvenes muchachas.

No obstante, aquel, no era el primer incidente en que diversos objetos se trasladaban solos ante Angélique. Sus padres ya lo habían visto días antes y se habían callado como era de esperar pero cuando el incidente de las ruecas fue visto por toda la comunidad de forma tan abierta, no pudieron negar lo evidente. La niña tenía “algo”, era capaz de hacer cosas que los demás no podían ni aceptaban. Los entendidos en parapsicología saben que este tipo de hechos asociados a adolescentes son casi siempre muestras de telequinesis inconsciente derivada de estrés o tensión emocional, pero ¿qué ocurre cuando estos hechos se daban en pleno siglo XIX? Obviamente, lo primero que pensaron era que la niña, estaban poseída por algún demonio.

Los padres no pudiendo esconder más las cualidades de Angélique, decidieron acudir al sacerdote de La Perriere para someterla a un exorcismo.
Afortunadamente, el religioso no cedió ante tan drástica práctica, en primer lugar pidió ver en persona lo que la niña era capaz de hacer, para después, pedir un informe médico. El sacerdote pudo ver con sus ojos lo mismo que vieron médicos parisinos como el doctor Tanchou. Los objetos se acercaban a la niña sin que ella los tocara, podía arrastrar muebles de gran tamaño sólo con mirarlos. Incluso era capaz de sentarse en una silla y arrastrarse sobre ella sin que ningún hombre pudiera detener ese movimiento. Era increíble.

Los médicos registraron sus pulsaciones, descubriendo que cuando ocurrían los fenómenos alcanzaba hasta 120 pulsaciones por minuto y sufría convulsiones. Así mismo, cuando estaba muchas horas demostrando sus capacidades y poderes de telequinesis la joven acababa agotada, y en 5 días no volvía a evidenciar fenómeno alguno.

Personalidades de la época como François Arago, eminente médico, astrónomo, matemático y político, junto a otros especialistas de diferentes áreas, llegaron a las siguientes conclusiones:

• Los fenómenos sucedían a últimas horas del día.
• Sus capacidades, estaban relacionadas de un modo inexplicable con el magnetismo y la eletcricidad.
• La niña atraía objetos pequeños como hojas, mediante la electricidad estática.
• Cuando Angélique levantaba los pies del suelo, sus capacidades perdían fuerza y apenas era capaz de mover ningún objeto. Lo mismo ocurría si la ponían sobre superficies con características aislantes.
• La niña tenía la capacidad de dominar el electromagnetismo.
• Cuando llevaba a cabo sus facultades y movía objetos, la parte izquierda de su cuerpo adquiría altas temperaturas.

Los médicos franceses deseaban proteger a Angélique de la prensa y la opinión pública, pero sus padres, humildes campesinos, vieron de pronto en su niña una oportunidad de hacer dinero. Así que actuando en contra de la decisión de los médicos, decidieron exponer a la niña en eventos públicos para que diera a conocer sus poderes y así, ganar dinero.

Nunca se pudo saber el origen del por qué de aquellos poderes, el afán lucrativo de la familia separó a Angélique de ese contexto de cuidado e investigación…
Dos escenarios algo egoístas que tal vez, no se preocuparon demasiado de las emociones y la opinión de la propia muchacha. No obstante, el 10 de abril de ese mismo año, los fenómenos cesaron. Para siempre. Fueron sólo unos pocos meses en que Angélique, fue la chica más rara y a la vez, poderosa del mundo. ¡Asombroso!

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