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Nagoro: el pueblo donde los muñecos tienen vida


2015-10-08 - 19:10:30

Recorrer la carretera que cruza Nagoro es una experiencia tétrica, cargada de tensión e incertidumbre.

Conforme el pequeño camino zizgagea entre las casas del pequeño poblado, la vista se distrae del camino para centrarse en siluetas inertes que se superan a cada metro. Encender las luces altas del automóvil que se desplaza entre la oscura noche de la isla provoca un efecto aún más aterrador, pues las figuras antropoformas dominan el paisaje. Una pareja de muñecos espera la llegada de un camión que nunca llegará; un niño vigila el camino desde un pila de madera; un trabajador advierte sobre la reducción de velocidad y una anciana regala una inquietante sonrisa. El ulular del viento se une a los sonidos naturales que engloban una atmósfera tétrica, mientras el pie se aferra al acelerador con tal de abandonar ese extraño lugar.

La curiosidad es más fuerte que el miedo, por lo que un viaje al otro día se vuelve inevitable. Aún con la claridad de la luz solar y la desaparición del ambiente de tensión, el nudo en el estómago no desaparece; la luz sólo revela la aterradora verdad. Nagoyo está repleta de cientos de muñecos que simulan ser habitantes, mientras que aquellos de carne y hueso, y aún con vida, son pocos y sólo se les ve pulular con total naturalidad entre los terrenos a la orilla del río. Los muñecos, que podrían parecer espantapájaros, llenan de una misteriosa vida al pueblo, pues visten y simulan ser humanos. No resulta extraño confundir en más de una ocasión a un muñeco con una persona que pueda explicar qué sucede aquí, y cuando por fin alguna figura sí tiene la capacidad de hablar, habla de Ayano Tsukimi.

Desde hace 10 años Tsukimi, de 65 años, ha tejido muñecos de tamaño real para recordar a aquellos seres queridos y amigos que han muerto o se han mudado de Nagoro, un pequeño pueblo en las islas Shikoku. Nagoro ha sido lentamente abandonado por sus habitantes puesto que la presa y la fábrica cercana que daba trabajo a la comunidad cerró hace unos años, convirtiéndolo en un pueblo fantasma con no más de 40 habitantes.
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Tsukimi comenzó esta particular actividad cuando volvió a Nagoro, tras vivir en la gran ciudad de Osaka y percatarse que la ciudad estaba abandonada, muchos de sus conocidos habían muerto o migrado y el pueblo enfrentaba un problema de población. El caso del solitario Nagoro no es único en Japón pues el país del sol naciente se enfrenta a un grave problema de crecimiento demográfico con la inversión de la pirámide poblacional. Actualmente en Japón viven 126 millones, pero se prevé que para 2105 la población descienda hasta 45 millones.

Tras fracasar al sembrar semillas en su jardín, Tsukimi decidió elaborar un espantapájaros que le asegurara una buena cosecha, y para darle un toque especial, tejió al muñeco a semejanza de su padre. La japonesa se percató de su habilidad y talento para emular las características humanas en un muñeco, y ante la decadencia y soledad de Nagoro, comenzó a elaborar más muñecos de tela rellenos con paja y vestidos con ropa vieja. Inspirados en sus parientes, amigos y vecinos, Tsukimi ha elaborado más de 350 muñecos que ha colocado en sitios importantes para las personas que se fueron. Los muñecos hablan de una historia, de una persona que vivió en Nagoro y que se ha ido. Ya sea a la orilla de un río, sentados en su banca preferida, arriba de un árbol o incluso dentro de la única escuela del pueblo, cerrada hace un par de años.
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Tsukimi afirma que se dedicará a tejer muñecos el resto de su vida para mantener la ‘vida’ de su pueblo a través de sus creaciones, a quienes considera como sus hijos y sirven como un homenaje a todos aquellos que alguna vez caminaron por esas calles. Los muñecos, que tienen una vida de aproximadamente tres años, son constantemente renovados por Tsukimi, quien se empeña en generar una oportunidad para que su pueblo vuelva de la muerte. Colocándolos en el camino y a la vista de quienes transitan por los caminos de Nagoro, Tsukimi espera atraer a un turismo intrigado en lo extraño de este pueblo.

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EL CIUDADANO



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