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La ciudad en la que no vivirá nadie


2015-10-12 - 13:22:47

En el sur de Nuevo México, se levantará un macro laboratorio que emula una ciudad de 35.000 habitantes.

Rodeada de coyotes y plantaciones de algodón, la firma de tecnología Pegasus Global Holding ha empezado los trabajos para crear El Centro de la Innovación, la Experimentación y Evaluación (su acrónimo en inglés es CITE), un macro laboratorio que emula una ciudad de 35.000 habitantes.

El objetivo de esta maqueta gigante, que empezará a construirse en 2018, es justamente poder testar proyectos urbanísticos y tecnológicos de nueva generación bajo las mismas condiciones que se encuentran en el mundo real, pero “sin que nadie salga herido”, explica Bob Brumley, director general de Pegasus.

De este modo, los experimentos que podrán llevarse a cabo estarían relacionados con sistemas de transporte inteligente, como los vehículos que no precisan de conductor, la producción de energía alternativa o pruebas-piloto de recolección de datos, seguridad, sistemas computacionales o monitoreo de espacios públicos.

Un macro Lego para prevenir desastres

“Aquí se podrán destruir cosas y volverlas a montar, y así testar su funcionamiento antes de que se lancen al mercado”, explica Brumley, quien afirma que en CITE también se emulará los efectos de armas de pulsos electromagnéticos o ataques energéticos que podrían producir un colapso económico global. También albergaría pruebas de nuevas fuentes de energía, como el reactor nuclear de torio, que sustituirá la energía nuclear a base de uranio.

Este encantador prueblecito futurista, en el que Pegasus ha invertido cerca de mil millones de dólares, ha abierto las puertas a que grandes compañías puedan utilizar su espacio como base de operaciones de sus nuevos productos; no obstante, su construcción es polémica, al igual que sucede con otras grandes 'ciudades laboratorios', como Masdar City, en los Emiratos Árabes, centrada en la experimentación de energías renovables, o PlanIT Valley, en Portugal, donde hay conectados 100 mil sensores.

Aunque la mayoría de los expertos en planificación urbanística se muestran encantados con la existencia de territorios en donde poder hacer modelos y simulaciones de cómo serán nuestras ciudades dentro de un siglo, no todo el mundo cree que su aplicación pueda resultar efectiva.

El codirector del Programa de Oxford para las Futuras Ciudades, Steve Rayne, pone en duda el funcionamiento de proyectos que no tengan en cuenta a las personas, ya que “las tecnologías no son meros artefactos, sino que forman parte de sistemas sociales, y cuando alguien utiliza un dispositivo puede hacerlo de forma inesperada incluso para el propio diseñador”.

Respecto a la idea del director de Pegasus de introducir en un futuro a seres humanos que puedan formar parte del experimento y testar los productos, Rayne se muestra en desacuerdo: “Las personas no somos todas iguales, hay diferencias culturales y de comportamiento que no se tienen en cuenta y que podrían crecer con el tiempo”.

¿Cómo serán nuestras ciudades dentro de cien años? ¿Habrán empleos en un futuro para 'ciudadanos a sueldo'? ¿Qué pólizas de seguro tendrán en caso de que ocurra un accidente con algún dispositivo en pruebas? Son muchos los enigmas que quedan por resolver.

EL CONFIDENCIAL



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