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Podría ir a la cárcel por no cumplir con las tareas domésticas


2016-02-11 - 10:38:21

Que en pleno siglo XXI alguien denuncie a su esposa por no cumplir con sus deberes domésticos nos transporta inmediatamente a una época no tan lejana de nuestro pasado, en la que una mujer tenía que ser, como cantaba Cecilia, señora de su señor, tener la casa limpia y al marido contento, tanto en la mesa como en la cama.

Pero ha vuelto a ocurrir recientemente en Italia, donde otra mujer, Anna del Bono, ha sido llevada a juicio por su exmarido acusada de “maltrato familiar”. ¿Su delito? No ser la esposa perfecta. Porque eso mismo, dirá Vincenzo Altobelli, la supuesta víctima (y también verdugo), la convierte en una bruja.

Según cuenta 'The Daily Mail', hace un par de años que este matrimonio se separó. Casados durante 15, aunque no felizmente, el mejor fruto de su relación fueron dos hijos, Stefan y Franco, de los que su padre dice que eran dos niños sin problemas hasta que su madre empezó a perder peso, cuidar su apariencia física y flirtear con otros hombres. No obstante, este solo fue uno de los motivos que le llevó a denunciarla a las autoridades italianas, ni siquiera un abandono de hogar, sino la acusación de que durante la época final de su finiquitado matrimonio olvidó sus deberes conyugales: la cena, decía, nunca estaba en la mesa cuando llegaba del trabajo, tampoco limpiaba lo suficiente y en los últimos tiempos se encerraba en la habitación para no tener que mantener relaciones sexuales con él.

A juzgar por la acusación, cualquier juzgado competente habría soltado una sonora risotada, pero no en Sonnino, esta región del sur central del Lazio, donde la justicia se ha tomado en serio las recriminaciones de este divorciado, con el resultado de que Anna del Bono deberá enfrentarse a un juicio por “maltrato familiar” el próximo octubre y, de perderlo, afrontar una condena de hasta seis años de prisión, de acuerdo al artículo 572 del código penal de Italia. “¿Que si Anna debería ser sentenciada? Desde luego, le vendrá bien por el mal que ha hecho”, dijo Altobelli. ¿Y cuál es este grandísimo agravio?

El pecado de ser mujer

Vicenzo Altobelli trabaja en una fábrica de quesos; huele fuerte y sabe mucho sobre la fermentación, sobre todo de relaciones. “Me levantaba a las 3.30 de la madrugada y no volvía a casa hasta las siete de la tarde. Los niños me decían que la cena nunca estaba lista cuando volvían de la escuela y que tenían que hacérsela ellos mismos. Para cenar encargaba una pizza o me cocinaba yo mismo”, relató indignado Altobelli.

No obstante, su ex esposa rechazaba semejante acusación y en declaraciones a 'The Daily Mail' aseguraba: “Siempre he cuidado de mi casa y mis hijos. Yo no le he hecho nada a él, soy una mujer pacífica”. Y lo afirma, con insistencia, en base a otra de las recriminaciones de su exmarido, quien sostiene que durante su agónico final de relación ella le propinaba mordiscos y le lanzaba cubos de agua fría a la cabeza. De nuevo, los cargos se trenzan, se solapan. Ella, dijo, se escondía en la habitación y cerraba la puerta porque no quería cumplir con sus deberes como esposa. Resistir.

“Me llamaba minusválido. Aunque no viva con ella ya, todavía me da miedo. Anna era malvada porque no cocinaba”, apunta con el dedo, insistente, a la 'mala' mujer que no obraba como tal. En Sonnino, la ciudad donde la pareja y sus hijos vivían, antes de que Anna decidiera separarse y al tiempo encontrase una nueva pareja, la polémica recorre sus calles.

“Es un escándalo”, exclamó el propietario de una cafetería muy cerca del domicilio familiar. “Quién sabe lo que ocurre dentro de un matrimonio; ellos parecían felices”. En tanto, un pariente de Vicenzo Altobelli declaraba que el conflicto, en efecto, estaba desproporcionado: “Estamos hablando de algo que ocurrió hace años. La justicia italiana es tan lenta que ha llegado a los tribunales ahora”, aclaró en referencia a que el exmarido de Bono había acudido a la policía mucho tiempo atrás, pero no al contenido de su denuncia.

Por si quedan dudas, el mismo Altobelli lo aclara: “Fui a comisaría porque estaba desesperado. Soy una buena persona y ella estaba comportándose como un hombre y yo me sentía débil como una mujer”. Y recuerda flemático cuál fue el germen de su infelicidad. “Empezó a chatear con otros hombres y nos olvidó a mis hijos y a mí”.

Le recrimina transformarse en una persona diferente cuando perdió peso. Y ahora sí que lo es: se liberó en 2014 y conoció a su actual pareja Tammaro Tavoletta ,con quien vive en un pueblo costero de Terracina, a kilómetros de donde la juzgan por obrar “como un hombre”.

EL CONFIDENCIAL



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