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Cinco heridas emocionales de infancia que te afectan en la adultez


2016-10-06 - 08:29:56

Sin que lo sepas, puedes acarrear a tu vida adulta heridas emocionales que te afectaron cuando eras pequeño. Acá te contamos cuáles son y cómo puedes ir superándolas.

Muchas veces, cuando eres niño, sufres penas que pasan sin mayor trascendencia. O al menos, eso es lo que crees. Sin embargo, hay heridas emocionales que se quedan en nuestra mente y, lamentablemente, se arrastran hasta nuestra vida adulta.

Lisa Bourbeau, reconocida autora de libros como “Las cinco heridas que impiden ser uno mismo”, explica al sitio Lamenteesmaravillosa.com, cuáles son estas lesiones infantiles y cómo podemos ir superándolas, para que en nuestra vida adulta no nos generen problemas. ¡Toma nota!

Las experiencias más dolorosas

El miedo al abandono

“La soledad es el peor enemigo de quien vivió abandono en su infancia”, dice la autora, agregando que “no es fácil de curar”.

¿Cómo puedes darte cuenta de que arrastras esta fea experiencia desde tu niñez? “Tendrás una constante vigilancia hacia esta carencia, lo que ocasionará que abandones, por ejemplo, a tus parejas o a tus proyectos de forma temprana, por temor a ser abandonada. Sería algo así como ‘te dejo antes de que tú me dejes a mí’”, indica Bourbeau.

La forma de trabajar esta herida es trabajando ese miedo constante a la soledad y a ser rechazada. “Tú mismo serás consciente de que ha comenzado a cicatrizar cuando el temor a los momentos de soledad desaparezca y, en vez de ellos, empiece a fluir un diálogo interior positivo y esperanzador”, señala la experta.

La humillación

Cuando sentimos que los demás nos desaprueban o critican en exceso, o cuando de niños escuchamos que somos torpes, malos o que no servimos, podemos experimentar la herida de la humillación, capaz de destruir el autoestima, tanto infantil como adulto.

“Las heridas emocionales de la humillación generan con frecuencia una personalidad dependiente. Además, pueden habernos enseñado a ser tiranos y egoístas como un mecanismo de defensa, e incluso a humillar a los demás como escudo protector”, explica Lisa.

Para superar esto, hay que centrarse en fortalecer nuestra independencia, nuestra libertad y la comprensión de nuestras necesidades y temores.

La injusticia

“La injusticia como herida emocional se origina en un entorno en el que los cuidadores principales son fríos y autoritarios. En la infancia, una exigencia en demasía y que sobrepase los límites generará sentimientos de ineficacia y de inutilidad, tanto en la niñez como en la edad adulta”, parte diciendo la autora a Lamenteesmaravillosa.com.

Las consecuencias en la vida adulta de este tipo de herida pueden ser la rigidez, el perfeccionismo y también la incapacidad de tomar decisiones con seguridad.

“Requiere trabajar la desconfianza y la rigidez mental, generando la mayor flexibilidad posible y permitiéndose confiar en los demás”, aconseja Bourbeau.

El miedo al rechazo

Es una de las heridas emocionales más profundas. El miedo al rechazo implica el rechazo a nuestro interior, o sea, a nuestras vivencias, pensamientos y sentimientos.

Las personas que lo sufren “no se sienten merecedoras de afecto ni de comprensión y se aíslan en su vacío interior. Es probable que, si hemos sufrido esto en nuestra infancia, seamos personas huidizas, y que esto nos genere pensamientos de no ser deseado y de descalificación hacia uno mismo”, aclara la autora.

Tanto si es rechazo de nuestros progenitores como de nuestros pares, la forma de trabajar esta herida es ocupándonos de nuestros temores, miedos internos y situaciones que nos generan pánico. “Ocúpate de tu lugar, de arriesgar y de tomar decisiones por ti mismo. Cada vez te molestará menos que la gente se aleje y no te tomarás como algo personal que se olviden de ti en algún momento”, recomienda Lisa.

El miedo a confiar

La traición o el miedo a confiar se genera debido al incumplimiento de promesas, tanto de tus progenitores como de otras personas. Esta desconfianza puede transformarse en envidia y otros sentimientos muy negativos, ya que “no te sientes merecedor de lo prometido y de lo que otros tienen”, afirma la escritora en la web de psicología.

Bourbeau afirma que, “haber padecido una traición en la infancia construye personas controladoras y que quieren tenerlo todo atado y reatado”, por lo que, si has padecido estos problemas en tu niñez, es probable que “sientas la necesidad de ejercer cierto control sobre los demás, lo que frecuentemente se justifica con un carácter fuerte”.

Para tratar de solucionarlo, y empezar a vivir más plenamente, hay que trabajar la paciencia, la tolerancia y el saber vivir, “así como aprender a estar solo y a delegar responsabilidades”, finaliza la experta.

BIUT



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