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Te quise hasta que mi dignidad dijo: no es para tanto


2016-10-13 - 14:41:04

En todas las relaciones que mantengamos, sean o no sentimentales, debemos tener claro que, al igual que nosotros respetamos al prójimo, este debe hacer valer nuestra dignidad.

La dignidad es esa frontera personal y emocional que ejerce de protector psicológico. Dependiendo de dónde tengamos ese límite nuestras relaciones personales y sociales gozarán de una mejor salud, de un mejor equilibrio.

La dignidad en las relaciones afectivas no deben aceptar rebajas ni concesiones. En el momento en que empecemos a ceder y a dejar ir una renuncia tras otra, este tejido excepcional y valioso, se romperá.

Si lo pensamos bien, nos daremos cuenta de que son muy pocas las veces en que nos detenemos a analizar esta dimensión tan íntima y tan importante.

No lo hacemos, en primer lugar, porque nos han educado en la idea de que si amamos a alguien debemos darlo todo a cambio de nada por esa persona.

A veces, resulta muy complicado poder ver dónde empieza la auténtica reciprocidad y dónde termina esa frontera en la cual se abre ya ese chantaje sibilino, discreto pero voraz, donde se manipulan nuestras emociones.

Es importante tenerlo en cuenta, salvaguardar nuestra integridad personal. A continuación, te proponemos reflexionar en las siguientes dimensiones.

La dignidad es el respeto que te tienes a ti mismo

“Te quise hasta que mi dignidad dijo: no es para tanto”. Si has sentido esto mismo alguna vez recordarás ese proceso interior en el cual, nos damos cuenta de que el amor, a veces, tiene un límite, y se llama precisamente dignidad.

Dignidad y autoestima

Las personas construimos nuestra autoestima a lo largo de nuestro ciclo vital. El modelo en el cual somos educados tiene, sin duda, una gran importancia, pero lo creamos o no, no es determinante.

No lo es por muchas razones. Todos experimentamos vivencias que, de un día para otro, pueden romper muchas de esas fortalezas interiores de las que disponíamos.

    Un trabajo donde se vulneran nuestros derechos.
    Una relación personal complicada.
    Un accidente, una pérdida traumática, una decepción…


Son muchas las causas que pueden fragmentar el equilibrio de nuestra autoestima. Con ello queremos decir, por encima de todo que, a veces, nos creemos invulnerables.

Pensamos que nada puede quebrantar nuestra fortaleza, que podemos con todo. Sin embargo, lo creemos porque nos hallamos en nuestra zona de confort.

En el momento en que factores exteriores nos hacen perder esa sensación de autocontrol lo perdemos todo.

Relaciones a las que nos “arrojamos” con los ojos cerrados

Lo sabemos, hay amores a los que nos entregamos con los ojos vendados y el corazón encendido. Son saltos al vacío que hacemos libremente porque así lo queremos, porque así lo sentimos.

    Todo esto sería defendible, siempre y cuando no pusiéramos en juego nuestra dignidad. Hay relaciones afectivas donde, a veces, no vemos los límites. Lo damos todo sin esperar nada.

    Hasta que un buen día nos damos cuenta del profundo vacío que sentimos en nuestro interior. No es que haya algo que falla, es que todo está mal; nada tiene sintonía y toda la energía se la lleva una sola persona.

Mientras la otra, se alimenta solo de las migajas, y esa persona eres tú.

Hay momentos de nuestra vida en que vale la pena ser valientes y arriesgar. No obstante, tenlo en cuenta: hay que arriesgar teniendo varias cosas bien seguras: tu autoestima, tu dignidad y tu derecho a ser feliz.

En el momento en que alguna de estas cosas fallen, deberemos tomar una decisión.

Tus pensamientos te dan poder

Cuando te veas en una situación compleja emocionalmente y desees dar fuerza a tu dignidad, verbaliza estas frases.

Si reflexionas en estas líneas interiorizarás una serie de pensamientos capaces de encender una emoción en ti: la del coraje, la de la valentía.

Toma nota de ellas:

    Nadie puede ni debe decirme cómo debo ser feliz.
    Quien ama de verdad no somete ni obliga.
    La buena pareja fortalece nuestra autoestima, nunca la destruye.
    Quien te quiere se preocupa cada día por ti.
    Convivir exige saber hacer equipo. Quien se dedica solo a pensar en sí mismo es que no sabe convivir.
    Tengo derecho a expresar mis pensamientos, a decir lo que quiero y lo que no quiero.
    Decir “NO” a algo no es ser egoísta: es defender la propia dignidad.
    Merezco ser amado.
    El verdadero amor empieza por uno mismo. Si en estos momentos todo lo que me rodea me hace creer que no valgo nada, es que hay algo que va mal. Debo reaccionar.
    Puedo y debo controlar mi realidad. No tengo por qué someterme a lo que otros quieran o deseen.
    No estoy obligado a complacer  y a gustar a todo el mundo.
    Soy una persona hermosa, valiente y tan digna de ser feliz como cualquier otra. Nadie debe poner alambradas a mi vida y mis deseos.
    Defenderé por encima de todo a las personas que quiero. No obstante, también exijo que las personas que me quieren me respeten, me defiendan y me valoren como merezco.

Para concluir, la dignidad personal es ese asunto pendiente al que le deberíamos prestar más atención. Nos confiere esa felicidad de la que todos deberíamos disfrutar cada día.

MEJOR CON SALUD



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