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Sonia Falcone y su Campos de origen


2013-09-04 - 11:11:40

Campos de origen, de Sonia Falcone, es una variación de la instalación que presenta en el Pabellón de Arte Latinoame-ricano, ILLA; de la Bienal de Venecia.



Desplegada sobre el suelo en 88 recipientes, su instalación funciona como una cartografía imaginaria de la tierra entera. Sintetiza la historia milenaria de las especias en una estructura minimalista por su composición geométrica repetitiva, pero a su vez funciona como un archivo del paladar del mundo dispuesto de tal modo que sugiere una revisión de sus estructuras geopolíticas.

En efecto, esa materia orgánica que contiene el peso invisible de los siglos y de una memoria simbólica posee también una carga política, pues si la búsqueda de esas sustancias alimenticias producidas en distantes lugares del mundo occidental desencadenó los viajes colonizadores y en cierto modo las gestas – a veces venenosas- de la imposición cultural, ahora Falcone usa la pimienta, la sal, y las innumerables especias y sustancias alimenticias -achiote, chocola-te, pimienta, clavo, comino, anís, sal, café, curry, mate, wilkaparú, canela, nuez moscada, entre otras- como un alfabeto para re-imaginar el mapa de la tierra sin supremacías, desde un modo de percepción que reconoce la riqueza de la "sustancia" que aporta cada cultura al conjunto de la cartografía mundial. Multiplicadas en conformaciones geométricas sobre el suelo, las especias reproducen una dimensión global en la que lo que circula no es el capital sino el alimento. En Campos de origen el paradigma de la representación de la tierra en hemisferios dominantes se resuelve en un mis-mo plano homogéneo, donde "la sal de la tierra" proviene de todos los confines.


 
Para entrar a la instalación de Falcone en el Centro de Arte Contemporáneo de Siberia se atraviesa un pasadizo donde las especias están alineadas y puestas literalmente a disposición de la gente, para que puedan verlas, tocarlas, olerlas e incluso saborearlas. Un par de recipientes vacíos están a disposición de las personas para que una vez vengan de retorno de la instalación Campos de origen de Falcone, los llenen con los nombres de las especias que usan en sus cocinas y que faltan en la instalación. Cuando la instalación emprenda su viaje itinerante llevará consigo las nuevas muestras, como rastro de los diversos espacios visitados en su itinerario. Si lo visual es generador de procesos de pen-samiento, Falcone redescubre el poder del alimento recurriendo a todos los sentidos para desplegar con las especias -más allá de los usos de necesidad- una visión renovadora del mundo que compartimos.
 
El registro documental del modo de exhibir las especias en los mercados de urbes tan distantes se despliega en el mu-seo en cuatro monitores dispuestos en los puntos cardinales. De este modo, los visitantes participan virtualmente en la travesía para la recolección de las variadísimas sustancias que se integran y unifica en esta poderosa obra construida a partir del don de cada una de las cocinas de la tierra.


 
Falcone hace en esta bella instalación con materias perecederas una obra que rompe la separación entre los mercados populares y y el museo, entre el arte y la vida, entre lo minimalista y el milenario aprendizaje de la gastronomía del mundo, pero que además supone la creación de una cartografía de colores, olores y sabores que dibuja una tierra tan diversa como unificada en su valoración.
 
Falcone usa el poder escultórico del olor, y el poder generador de pensamiento de los sentidos conjugados para trans-formar no sólo el espacio circundante, sino el umbral perceptivo de quien se adentra en Campos de origen. Su insta-lación se aparta en todo caso de la lógica habitual de la representación cartográfica y a su modo, reactualiza el mapa con el que Torres-García invirtió el sur y el norte al representar un continente "enderezado" bajo otras coordenadas de visión.
 
Lejos de las vanguardias del siglo XX que despreciaba la utilidad del arte, e incluso su sentido, las obras de Artnold y Falcone tienen hacia la integración o la unificación en medio de las ubicaciones dispersas y de las fuerzas desperdiga-das del siglo XXI, no desdeñan el uso de intervenciones interactivas y colectivas que funcionan socialmente reactivan-do la idea de lo que queremos salvar. El arte se plantea como medio para re-imaginar la configuración de la tierra de un modo que acerca lo distante y renovando los paradigmas, instaura otra poética de las relaciones entre las culturas y la gente.



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