El Acre baja y deja una estela de barro y llanto
01/03/2015 - 07:55:53
EL DEBER.- Arileni Zabala tiembla de dolor. Morena y de cabellos ensortijados, esta sencilla mujer no ha podido aguantar lo que ha visto al volver a su casa ahora que el r�o baj�. Llora con su esposo, David Rojas.
Son un matrimonio, dos ni�os desconsolados dir�a cualquiera, que sufre porque la crecida m�s espectacular que se recuerde del r�o Acre los escupi� a la calle. Su casa de madera del barrio Mapajo fue removida de su sitio a cinco metros y adentro, el lugar ad�nde pertenec�an se ha perdido entre trozos de tablas hechos a�icos y barro, mucho barro.
��Qu� les voy a decir a mis hijos?�, se pregunta ella y su compa�ero solo atina a un descorazonado pedido en voz alta: �ojal� que Dios, que es mi �nica esperanza, ilumine a nuestras autoridades para que nos ayuden�. Tanto llora esta pareja que Jaqueline Bismarck, la vecina de enfrente, cuya casa se salv�, tambi�n se muere de la pena.
El Acre ya dej� los barrios de Cobija, pero adonde lleg� todo tiene aspecto de funeral. Hombres y mujeres desconsolados porque sus casas, por lo menos en los barrios Mapajo e Ingavi, fueron arrancadas con violencia de bestia desde sus cimientos y quedaron en a�icos. El pasado de un hogar no existe. A cambio hoy, donde ayer todo era r�o, hay una mazamorra maloliente, fuerte como carne podrida, hay basura y vecinos muy sencillos con el coraz�n roto.
El mi�rcoles el agua superaba los techos y cables de alta tensi�n por aqu�. Y se navegaba en deslizador motorizado con la naturalidad que tiene el desastre.
Dice el alcalde Carmelo Vargas que son unas 500 familias de los distritos uno y tres las que han perdido todo o casi todo y que son ellos los que deber�n recibir los terrenos y casas nuevas que ha ordenado construir Evo Morales. Pero los vecinos de la avenida Chelio Luna Pizarro creen que son 1.000 o 1.500.
Por ahora, los evacuados esp�an su pasado. Se acercan a las calles como La Paz, donde un basural flota en el barro y los charcos, donde los mototaxistas eluden un bote que ya es historia antigua.
Orlando Cu�llar, un hombre fornido que luce la �verdeamarelha� de la selecci�n brasile�a, suplica que vayan a ver su casa ubicada justo en la ribera del Acre. Con m�s de 60 a�os, Cu�llar y sus hijos han perdido sus casas. Y mientras medio mundo debe echar el lodo y desinfectar ese olor tan intenso del barro negro, �l siente que el mundo se le acaba. Llora y llora y ahora ya no quiere que lo vean.
Ac�, en una parte del barrio Mapajo, f�cil hay m�s de 50 casas en astillas y calaminas retorcidas, entre motos y autos que ya no sirven porque fueron anegadas por 15 metros y medio de agua.
Para muestra el ejemplo de una vivienda de madera, arrancada de su sitio y que se salv� de perderse con el turbi�n porque coincidi� con los troncos de dos palmeras que la anclaron. Ahora que todo est� seco, al frente se ve Brasil, ya sin los millonarios barrancos artificiales que encarg� el Gobierno de Dilma Rousseff, y en esta ribera, la extra�a vista de una casa atorada entre dos �rboles delgados.
En estos d�as, la Alcald�a y la Gobernaci�n han desplegado equipos humanos encargados de limpiar. Porque, como en un velorio, se necesita desinfectar el lugar para que quienes viven no se enfermen. Vargas orden� la fumigaci�n de cuatro distritos y a un equipo de ocho personas levantar con maquinaria las palizadas, patentes en los barrios y hasta en el acceso al Puente de la Amistad.
Jos� Ara�z Oliveira, otro vecino de Mapajo con la casa solo manchada por el barro, se ha puesto manos a la obra. Lleno de lodo en todo el cuerpo lava y pule sus muebles hasta quitarles el barro. Quiere volver pronto.
Pese a todo, el alcalde cree que muchos buscar�n volver a lo que queda de sus casas, adonde el r�o cada enero rondar� como un traidor, listo para atacar por la espalda y en la madrugada