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El Príncipe descubre la gran mentira de la yihad




09/03/2015 - 11:08:18
ABC.es.- En pocos lugares la gran mentira de la yihad golpea con tanta crudeza como en la barriada ceut� del Pr�ncipe, lugar desde el que un buen n�mero de hombres y mujeres, alguna de ellas acompa�ada de un hijo, han partido para combatir en Siria e Irak en nombre de una religi�n que no los ampara, destrozando familias y sin m�s futuro que el de una muerte casi segura en combate o en martirio para ellos, o el de la esclavitud sexual en el caso de ellas� Basta con pisar el terreno para comprobar que el gigantesco embuste de la �guerra santa� comienza a descubrirse, aunque sea a pasitos peque�os. Seg�n testimonios recogidos por ABC, desde hace alg�n tiempo se empiezan a recibir algunos mensajes de combatientes �arrepentidos� que alertan de la espantosa realidad que viven a diario y piden a sus amigos y familiares no solo ayuda para regresar, sino tambi�n que no se dejen enga�ar por los captadores de muyahidines. No hay para�so; solo guerra, devastaci�n y muerte.

Tambi�n la mayor parte de las familias afectadas sirven como el mejor ant�doto para la aventura. A los vecinos que se les acercan despu�s de la decisi�n irreversible les cuentan su desesperaci�n: ��Por qu� lo han hecho? �Qu� les faltaba aqu�?�, se preguntan con esa angustia que solo pueden sentir unos padres. �No tienen fururo, desarrollan odio hacia un sistema que solo les ofrece marginalidad�, responden desde la barriada, aunque no conviene perder de vista que tambi�n profesionales como taxistas o alba�iles han dado el paso.

Imagen preconcebida
La mala literatura, como la ignorancia, carcomen la imagen de esta zona, donde miles de almas alimentan la frustraci�n en la misma medida que abonan los sentimientos de rechazo hacia los desconocidos, especialmente si se trata de medios de comunicaci�n. En la barriada, claro que s�, hay islamistas radicales, narcotraficantes, inmigrantes ilegales que viven del delito, demasiadas armas en circulaci�n� Pero tambi�n muchas personas humildes, acogedoras, que trabajan muy duro para intentar sacar a sus familias de una realidad a veces atroz y siempre muy compleja.

El Pr�ncipe -buena parte de su juventud, para ser m�s precisos-, no madruga, porque siempre trasnocha. A las diez de la ma�ana su laberinto de calles se percibe tranquilo y son los de m�s edad quienes dibujan su paisaje. El reci�n llegado, no obstante, siente r�pido un clima de desconfianza, en ocasiones claustrof�bica. Uno se sabe -o se siente- vigilado, y en esas condiciones no es f�cil romper el hielo. Hay una sensaci�n subjetiva de inseguridad, quiz� provocada por los prejuicios, pero inquietante en cualquier caso. El coche avanza como puede por calles estrechas donde la �nica norma de circulaci�n es no respetar ninguna. Cada poco, el gu�a, nacido all� y muy conocido de sus vecinos, da explicaciones de qui�nes son sus acompa�antes, en especial uno al que se imaginan, por su aspecto, �brigadilla� (polic�a, en el argot de la zona).

�Pocas luces�
A esas horas, las mezquitas est�n cerradas, desiertas, esperando el rezo de la una y media de la tarde. �Aqu� no hay ya imanes radicales� aclara a ABC una de las mujeres que mejor conocen la zona, musulmana �pero muy culta�, enfatiza, como si pensara que desde fuera se asocia el pa�uelo en la cabeza y su vestimenta cl�sica musulmana con la ignorancia. �Otra cosa es que en el entorno de algunas se muevan individuos muy radicalizados, o j�venes que ni estudian ni trabajan, muchas veces con �pocas luces� y por tanto vulnerables a los embustes de los captadores�, a�ade esta psic�loga, que durante a�os ha llevado adelante programas sociales en la barriada. Como prueba, relata una an�cdota de un im�n de la mezquita Caracola, en los bajos de un patio de vecinos donde el extra�o es observado discretamente tras los cristales de las ventanas. �En uno de los momentos m�s delicados en cuanto a la captaci�n de combatientes dedic� el serm�n del viernes a pedir que nadie viajara a Siria e Irak para hacer la yihad, porque esa gente no representaba el verdadero islam� En realidad no lo pidi�; lo exigi�, con l�grimas en los ojos��

Recorrer la barriada es hacer tambi�n un mapa del yihadismo. El gu�a marca un callej�n por el que apenas cabe un coche donde est� la casa del taxista que se inmol� en el ataque contra un cuartel del Ej�rcito iraqu�; a pocos metros de all�, en otra casa baja y humilde, reside la familia de una de las menores que viaj� a Siria; a las puertas de una teter�a del Zoco, el punto m�s caliente del Pr�ncipe, se ve, en medio de un grupo de j�venes desocupados, a uno moreno, de ojos negros e inquietantes y vestido con ch�ndal que ha salido no hace mucho de prisi�n acusado de actividades terroristas�

��Esa c�mara abajo!; �r�pido, al suelo, que no la vean!�, ordena el gu�a, por primera vez inquieto. La advertencia no es gratuita; sabe qui�nes est�n all� y que las calles estrechas y llenas de gente har�a imposible la huida en caso necesario. A pocos metros est� la calle San Daniel, donde se encuentra la modesta mezquita Tawba, de puertas de madera. En su entorno, que no dentro, se mueven los m�s radicales de la barriada, seg�n los testimonios de vecinos recogidos por ABC.
�No nos representan�

Es ya mediod�a y a las puertas de la mezquita Colmenar un hombre desdentado, amable y sonriente, no tiene problemas en hablar con el forastero. �No somos violentos, esa gente que mata no nos representa. Pero aqu� solo les espera la miseria y muchos j�venes deciden marcharse a luchar porque les ofrecen dinero. Yo s� que han llegado a pagar hasta 20.000 euros�.

Mohamed Chaib, responsable de la mezquita Muley El Mehdi, la m�s antigua de la ciudad y construida sobre unos terrenos cedidos por el general Franco en homenaje a los combatientes musulmanes de la Guerra Civil, lo corrobora. �Les enga�an porque no tienen nada. Les ofrecen dinero, casa y mujeres. Por eso se van. �Mezquitas? No, el foco debe ponerse en gente que viene de Castillejos e internet; es ah� donde terminan de enga�arlos�.

Chaib explica que los templos musulmanes no son problem�ticos, tampoco en El Pr�ncipe. Los imanes vienen de Marrucecos y sus sermones son conocidos por las autoridades antes de pronunciarse. Los servicios de inteligencia e informaci�n -tambi�n los de Rabat, con quien la colaboraci�n es dif�cilmente mejorable-, tienen conocimiento r�pido y preciso de los movimientos en la barriada. Las operaciones policiales a uno y otro lado de la frontera lo confirman. Pero queda mucho trabajo, porque el peligro de ataque y radicalizaci�n es permanente.

�En realidad, alrededor de las mezquitas lo que hay es ojeadores, gente que detecta a personas vulnerables o proclives a dar el paso y que luego dan sus datos a los captadores para que se acerquen a ellos�, dicen las fuentes consultadas. Las cifras de esta �di�spora enloquecida� nunca son definitivas. Los combatientes en Siria e Irak procedentes de Ceuta ser�an una veintena, pero hay bastantes m�s que lo han intentado. Los muertos ascender�an, al menos, a 17. �Cuando alguno pierde la vida la informaci�n llega a la familia. El resto se entera porque sus vecinos se acercan a la casa a presentar sus condolencias�.

A la una de la tarde a las puertas de la mezquita Colmenar dos personas de edad avanzada, con autendo que habla de su f�, esperan la hora del rezo cerca del templo. La idea es recoger im�genes de los fieles en un momento de oraci�n. No hay posibilidad. �Los cristianos no pueden entrar en una mezquita�, vociferan. Su agresividad es suficiente para desistir.

Presencia policial
Dos de la tarde. La persona de contacto considera que ya es suficiente. Hay que minimizar riesgos y ha sido una ma�ana intensa con demasiada exposici�n de gente ajena a un ecosistema tan delicado. �Aqu� la prudencia es la mejor consejera�, dice. �Lo visto es la imagen m�s real de la barriada; dura a veces, pero alejada de lo que se ve en algunos programas�, a�ade.

�Existe el Estado en el Pr�ncipe? La respuesta hasta no hace mucho ser�a que no. A d�a de hoy, sin embargo, la realidad es otra. Por primera vez -no lo dice la Polic�a, sino los vecinos-, hay presencia de agentes; algo tan normal como el que un polic�a se relacione con los colectivos sociales se ha conseguido all�. Se incautan armas blancas y de fuego, se interviene droga... Solo en febrero se ha identificado a casi 300 personas. Lo nunca visto. Por supuesto, la situaci�n se aleja mucho de ser normal. Basta un ejemplo: un patrullaje nocturno obliga equipos formados por media docena de personas.

Anochecida. El �otro� Pr�ncipe, el de los narcotraficantes de medio pelo, el de los j�venes candidatos a muyahidines, en el que salen a relucir armas y es mejor no pisar por forasteros, vuelve a dominar las calles otra larga noche. Nadie tiene prisa. Ma�ana tampoco se madruga.

http://www.abc.es/espana/20150309/abci-ceuta-radicalismo-castillejos-201503082017.html

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