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Disecar el cerebro de un hombre vivo y otros crueles métodos usados por Japón




08/04/2015 - 10:23:41
ABC.es.- Las atrocidades cometidas por los cient�ficos nazis durante la Segunda Guerra Mundial son ampliamente conocidas en el mundo entero. Sin embargo, durante la contienda hubo multitud de regiones que, dejando a un lado los derechos humanos, sometieron a todo tipo de torturas a los prisioneros que capturaban. Una de ellas fue Fukuoka, una ciudad ubicada al sur de Jap�n en la que se acaba de inaugurar una exposici�n que reconoce, de forma oficial, que all� se realizaron todo tipo de crueles experimentos con una docena de soldados aliados que capturaron.

Concretamente, y tal y como explica en su versi�n digital el diario �Daily Mail�, las susodichas tropel�as fueron llevadas a cabo en la Universidad de la localidad. En ella, un grupo de cient�ficos japoneses experimentaron de forma cruel con la tripulaci�n de un bombardero B-29 Superfortress estadounidense que se hab�a estrellado cerca de la zona. Entre las diferentes pruebas que practicaron, se destaca que disecaron �mientras los pacientes segu�an con vida- todo tipo de partes de sus cuerpos tales como el cerebro o los pulmones.
Un combate que acab� en desastre

Esta triste historia comenz� un 5 de mayo de 1945 cuando �con la guerra casi finalizada- el capit�n Marvin Watkins y su tripulaci�n (unos 12 hombres, aunque el n�mero total se desconoce) se subieron a su B-29 ubicado en Guam. Su misi�n era clara: bombardear un objetivo militar de la ciudad de Fukuoka, en el sur de Jap�n. Por entonces, y a pesar de que faltaban pocos meses para que los nipones se rindieran, nadie ced�a ni un palmo de terreno y se combat�a hasta la muerte contra el enemigo. El cometido no iba a ser, pues, nada sencillo.

As� qued� demostrado posteriormente, pues �en pleno vuelo sobre la ciudad- el avi�n de Watkins fue derribado por un piloto japon�s de 19 a�os llamado Kinzou Kasuya. Con el bombardero en las �ltimas, a los estadounidenses no les qued� m�s remedio que saltar en paraca�das y rezar para que los lugare�os les trataran como a prisioneros de guerra. Sin embargo, la suerte iba a ser esquiva en este sentido pues �de la docena de aviadores que se arrojaron del aeroplano- uno muri� antes siquiera de pisar el suelo despu�s de que un Zero cortase las cuerdas de su paraca�das. Otro cay� minutos despu�s, apu�alado por los pobladores de la regi�n.

El resto no tuvo mejor suerte. Un ejemplo claro es lo que le sucedi� a uno de los tripulantes que, al verse rodeado por decenas de japoneses, empez� a disparar desesperado. Finalmente, cuando solo le qued� una bala, apunt� a su cabeza y se suicid� para evitar ser vejado. Tampoco se libr� de la ira local Teddy Ponczka, quien recibi� varias pu�aladas antes de que los soldados japoneses llegaran a la zona a poner orden.

Comienzan los experimentos

Una vez que los militares nipones se personaron ante ellos, los americanos respiraron aliviados. Y es que, adem�s de protegerles de la ira de los lugare�os, les informaron de que iban a llevarles a un hospital cercano para tratar sus lesiones. La alegr�a fue suma para Ponczka, quien se encontraba malherido. Sin embargo, como pudieron descubrir despu�s los supervivientes, lo que pretend�an aquellos doctores ataviados con batas blancas era bien distinto: buscaban investigar m�dicamente con ellos en la Universidad de Fukuoka.

El primer experimento se realiz� sobre el herido Ponczka, a quien le fue eliminado uno de sus pulmones mientras a�n viv�a para observar qu� efecto ten�a esa operaci�n en su sistema respiratorio. Posteriormente, le inyectaron agua de mar en el cuerpo con una jeringuilla en un intento de saber si ese extra�o m�todo podr�a prevenir la deshidrataci�n. �Los presos pensaban que �ramos m�dicos por nuestra batas blancas, nunca se imaginaron lo que �bamos a hacerles. Nunca podr� volver a usar un delantal blanco�, afirm� posteriormente a un diario el Dr. Toshio Tono (uno de los implicados en el suceso).

El resto de la tripulaci�n tambi�n sufri� estos crueles experimentos. A uno, por ejemplo, se le disec� el cerebro mientras a�n segu�a con vida para conocer si la epilepsia pod�a ser controlada mediante cirug�a. Lo mismo sucedi� con los �rganos de muchos de ellos, los cuales fueron disecados vivos. Por su parte, Watkins tuvo la suerte de ser enviado a Tokio para ser interrogado y, posteriormente, sobrevivi� a la guerra en un campo de concentraci�n.

Una incre�ble medida

Esta exposici�n supone una novedosa forma de actuar en un Jap�n en el que, hasta ahora, los experimentos y vejaciones cometidos sobre los aliados eran un tema tab�. Con todo, incidentes similares ya hab�an sido documentados ampliamente en multitud de libros hist�ricos, aunque es la primera ocasi�n en la que una autoridad japonesa los da a conocer �oficialmente�. Al parecer, y seg�n los organizadores del evento (ubicado en la Universidad de Kyushu) no pod�an ocultar lo sucedido.

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