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La monja que camina tranquila en una violenta cárcel de Venezuela




25/11/2015 - 22:07:06
Infobae.- Por 17 a�os, la monja Neyda Rojas, perteneciente a la congregaci�n espa�ola de las Hermanas Mercedarias, se ha dedicado a trabajar con hombres y mujeres presos en la Penitenciaria General de Venezuela (PGV). Pese a haber visto motines, enfrentamientos entre bandas, situaciones de secuestro, dice que no siente miedo.

"He podido presenciar en muchos momentos que la muerte est� muy cerca, que a veces se toma la justicia por propia mano, que hay leyes internas que a veces no entiendo", cont� a la cadena brit�nica BBC. "Pero a m� no me toca juzgar eso. Eso le toca a Dios".

Y asegur�: "Yo tengo la certeza de que contra m� no van a disparar jam�s. Nunca har�n nada en mi contra. De hecho, ellos (los presos) me protegen".

Neyda Rojas naci� en el estado T�chira, en el oeste de Venezuela. Es licenciada en Educaci�n, menci�n en Educaci�n especial. Su vida como religiosa abarca 25 a�os y su misi�n "tras las rejas" comenz� durante su noviciado.

En 1986, empez� a visitar a las internas de una c�rcel de Caracas. Con 1,50 metros de estatura, piel morena, contextura delgada y unos lentes que nunca la abandonan, la misionera camina intocable por los pasillos de la PGV. La llaman "La gota blanca".

La PGV est� ubicada al sur de Caracas, en San Juan de los Morros. Fue construida en los a�os 40 para albergar a 750 reos y aunque no existen cifras oficiales, se estima que actualmente tiene unos 3.000 internos. Al entrar sorprende la inmensa extensi�n de terreno y los espacios abiertos. Solo el �rea agr�cola, donde los presos realizan trabajos agropecuarios, se calcula que tiene m�s de 200 hect�reas.

Hay talleres de herrer�a y carpinter�a y espacios para actividades deportivas, pero tambi�n hay un inmenso basurero y serios problemas de infraestructura, que se agravan cuando no hay agua y el calor se vuelve inclemente.

La Guardia Nacional est� a cargo de custodiar el exterior y aunque el penal tiene un director y personal del Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario que trabaja dentro, como en muchas c�rceles de Am�rica Latina los presos imponen normas de convivencia interna.

Durante a�os, Rojas, de 52 a�os, fue una de las docentes del Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario en la PGV, cargo que tuvo que abandonar cuando fue reasignada a otra misi�n en otra ciudad.

Regres� a San Juan de los Morros y ahora trabaja como voluntaria, a la espera de que se formalice su reincorporaci�n al equipo de docentes de ese penal, del que siempre se ha sentido parte y al que describe como una familia.

La misi�n de las Hermanas Mercedarias, seg�n Rojas, es ser un signo de esperanza y amor en las c�rceles. Y es que pese a que el gobierno venezolano ha implementado reformas para "humanizar" las prisiones, organizaciones de derechos humanos han denunciado que algunos de los centros penitenciarios de ese pa�s siguen estando entre los m�s violentos y hacinados de Am�rica Latina. "Ellos han perdido su libertad, pero no su dignidad. Muchos est�n abandonados y no tienen a nadie, pero nos tienen a nosotras", explic� la religiosa.

La formalidad de Neyda y su compromiso con el bienestar de los internos le ha valido que la identifiquen como "La madre de la PGV". En su rol como docente del penal, ha ense�ado a los internos diferentes materias educativas. Algunos de los alumnos han estado muy enfermos, con tuberculosis, sida, leucemia, esquizofrenia.

"A m� me encanta cuando aprenden a leer y a escribir porque se emocionan. Me dicen: "Madre ya s� leer y escribir. Ya s� poner mi nombre". El hecho de que ese interno vaya a un juicio y pueda entender y leer lo que est�n diciendo de �l y pueda firmar es maravilloso", cont�.

Hace m�s de 17 a�os, una de las reclusas del internado judicial de mujeres de San Juan de los Morros le entreg� una caja de zapatos y le dijo: "Vea qu� hace con eso". Cuando la monja examin� a la beb� que estaba dentro se dio cuenta de que ten�a gusanos en las partes �ntimas. La limpi� y la llev� de inmediato al hospital. "�S�lvela, por favor, s�lvela! Yo necesito que la salve porque ella va a ser una mujer grande", le suplic� a la doctora.

La m�dica le confirm� el muy deteriorado estado de salud de la peque�a, que hab�a nacido pocos d�as antes: pesaba 700 gramos y su madre (la interna que se la entreg� a la religiosa) ten�a s�filis. La religiosa iba cada tres horas al hospital y les ped�a a las madres que amamantaban a sus beb�s que una vez sus hijos quedaran satisfechos, le dieran "algo de sus pechos para su nena".

Hoy en d�a cuando a la joven le preguntan por su madre, dice que tiene tres: su mam� biol�gica, que muri� en la c�rcel, su mam� adoptiva y su "mam� monjita".

http://www.infobae.com/2015/11/25/1772424-la-monja-que-camina-tranquila-una-violenta-carcel-venezuela

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