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La historia de Zakia y Ali, los Romeo y Julieta afganos




28/01/2016 - 10:24:59
Infobae.- The Lovers (Los amantes) cuenta la historia de dos j�venes afganos, Zakia y Ali, que crecieron vecinos pero en tribus enfrentadas y con distintas variantes del Islam como religi�n. Cuando se enamoraron, tuvieron que comprender que su amor estaba prohibido: el padre de �l lo golpe� (luego lo comprendi�) y a ella la comprometieron con un sobrino contra su voluntad. Entonces se fugaron y se casaron en la clandestinidad. La familia de ella, desesperada por matarla y restaurar el honor mancillado, no ha dejado de perseguirla, por lo cual el joven matrimonio sigue huyendo �ahora con una hijita� en las condiciones m�s desfavorables.

La historia de Zakia y Ali pone un nombre al atropello de los derechos de la mujer en el mundo musulm�n, pero a diferencia de otros casos �algunos de los cuales tambi�n logran el privilegio tr�gico de una difusi�n con identidad�, tambi�n abre una expectativa, o una esperanza.

Rod Nordland, el autor del libro que acaba de salir en los Estados Unidos, era el corresponsal en jefe en Kabul de The New York Times y llevaba a�os escribiendo sobre las violaciones a los derechos humanos b�sicos de las mujeres cuando conoci� la historia de Zakia y Ali. Comenz� a cubrirla como parte de su trabajo y tambi�n a ayudar a los protagonistas a salvar la vida en alguna ocasi�n. Pero su capacidad para cooperar era limitada en una cultura, una religi�n y una ley mis�ginas, por las cuales el amor elegido entre Zakia y Ali era, simplemente, anatema.

Escribi� sobre su visita inicial para escribir su primera nota sobre los amantes en el diario estadounidense: "Pens� "Qu� gran historia, aunque triste, y con una continuaci�n que era una muerte anunciada". Esperaba que el siguiente art�culo, y �ltimo, ser�a sobre c�mo la familia de la muchacha llegaba una noche y la arrastraba fuera del refugio, o c�mo por soledad y desesperaci�n o un deseo desafortunado de creer en las promesas de sus hermanos, imitar�a el ejemplo de muchas otras muchachas afganas que dejaron los refugios para volver con sus familias, confiando en que estar�an a salvo, y nunca se las volvi� a ver con vida. Todos nos indignar�amos y dar�amos vuelta la p�gina. As� es como estas historias suelen terminar, pero yo estaba equivocado y la de ellos estaba apenas comenzando".

Bamiy�n, donde los amantes viv�an, hab�a sido un centro de peregrinaci�n espiritual. All� se alzaban las esculturas m�s grandes del mundo de dos Budas, Solsal y Shahmama, que ten�an 1.400 a�os cuando los talib�n las despedazaron. La presencia de los talib�n en el valle, donde mataron a los hazaras (chi�tas, y no sunitas como ellos) e impusieron su r�gimen, tiene todo que ver con la historia de los j�venes amantes. Las familias de ambos se escaparon hacia las monta�as cuando los talib�n llegaron al valle, y regresaron luego de la masacre.

"Lo que pas� aqu� hace mucho tiempo, y hace no tanto tiempo, convirti� a estos dos j�venes en lo que son", se lee en el libro. "No s�lo le dio forma la destino que hab�an desafiado sino tambi�n al otro, que estaban a punto de hacer esa noche cuando las monta�as alrededor de ellos luchaban para retener al invierno y el A�o Nuevo Persa estaba a punto de comenzar. De maneras extra�as y profundamente inesperadas los Talib�n hab�an puesto de cabeza el mundo entero de Zakia y Ali, y tanto por su derrota como por su amarga reaparici�n hab�an dado esta forma a la historia de estos amantes".

Si los talib�n fueron brutales en la expoliaci�n de todo derecho de las mujeres, y la intervenci�n occidental restaur� algunos en la letra de la ley �ya que no en la cultura cotidiana�, la reaparici�n de la amenaza de los fundamentalistas luego de 2012, sumada a la retracci�n de las potencias occidentales, dej� a las mujeres afganas en una suerte de "limbo de hostilidad cultural y oficial".

Para complicar a�n m�s la escena, Zakia y Ali pertenecen a distintas ramas del Islam: la familia de ella es tayik, sunita, y la de �l, hazara, chi�ta. En consecuencia, "la familia de Zakia se opon�a a su casamiento por razones culturales, �tnicas y religiosas". Tras su huida, la cuesti�n tom� dimensiones de cat�strofe. "En la cultura afgana una esposa es la propiedad de su esposo; una hija es la propiedad de su padre; una hermana es la propiedad de su hermano. Es el hombre en la vida de una mujer quien decide con qui�n ella se casar�, y al escaparse con otro Zakia no s�lo desafi� su voluntad sino que les rob� algo que ellos ve�an como legalmente propio".

La fuga
El 20 de marzo de 2014, la noche del A�o Nuevo Persa, Zakia escap� del Refugio para la Mujer de Bamiyan, que hab�a sido su hogar, su amparo y su prisi�n durante los seis meses anteriores. Muchas veces hab�a contemplado escaparse, desde el d�a que termin� all� porque hab�a dejado su casa con la esperanza de casarse con Ali.

"Lo que Zakia estaba a punto de hacer no s�lo cambiar�a su vida y la de Ali, que esperaba, al otro lado del valle de Bamiy�n, a que ella lo llamara", escribi� Nordland en The Lovers. "Ella entend�a que cambiar�a la vida de casi todo el mundo que ella conoc�a". Su padre, Azaman, y su madre, Sabza, sus hermanos y hasta sus primos hermanos varones se dedicar�an a perseguirlos como �nica ocupaci�n.

En aquel momento Ali ten�a 21 a�os y Zakia 18. Se conoc�an desde la adolescencia, cuando se comunicaban con llamadas clandestinas. Tambi�n una llamada ser�a la se�al de que Zakia hab�a comenzado la huida del refugio. Esa noche Ali dej� el tel�fono en la ventana, abierta a pesar del fr�o, por temor a los caprichos de la se�al, y se acost� vestido sobre su colch�n apoyado en el suelo. Al mismo tiempo, Zakia esperaba que una de las guardianas del refugio se durmiera. El lugar era tambi�n una c�rcel: las protegidas no pod�an salir sino hasta que se resolvieran las disputas que las hab�an llevado ah�. Muchas veces eso era algo imposible: hab�an sido violadas, lo cual exig�a su muerte para reparar el honor de su familia (mientras el violador apenas si ten�a que dar cuenta de su crimen), o deb�an confiar en que el marido abusivo no volver�a a maltratarlas, tal como aseguraba a la justicia.

"Esta ni�a analfabeta y pobre que no sab�a los n�mero hasta el 10 y que nunca hab�a visto un televisor se convertir�a en la cara femenina m�s reconocible de las ondas afganas", escribi� Nordland. "Se convertir�a en la hero�na de todas las j�venes afganas que sue�an con casarse con quien ellas aman y no con quien les elige la familia, sin siquiera verlo. Sin embargo, para los l�deres conservadores que presiden el patriarcado del pa�s, Zakia se convertir�a en la mujer de mala vida cuyas acciones amenazaban el orden social establecido, acciones que eran un evidencia m�s de la interferencia deplorable de los extranjeros en la cultura tradicional de Afganist�n". Los art�culos del periodista en The New York Times fueron parte de esa fama, y tambi�n de la furia de los dirigentes afganos.

Sentencia a muerte
El miedo la estremeci� porque Ali no contest� el tel�fono. Era la 1 de la ma�ana y ella estaba asustada, sola en el camino: la polic�a, o un hombre que tomara la ley en sus manos, pod�an detenerla. Tambi�n podr�an atacarla. Ali le devolvi� la llamada de inmediato y despert� a su padre y juntos llamaron a un vecino que se hab�a ofrecido a conducir a los j�venes en su Toyota Corolla. El autom�vil la encontr� rodeada de unos perros a los que manten�a en silencio arroj�ndoles pedacitos de pan.

Se lee en The Lovers: "Cada uno pronunci� el nombre del otro, y de esa peque�a manera declararon �como ambos comprendieron� su rebeli�n contra las costumbres y las restricciones de su sociedad. Hay muchos esposos en Afganist�n que nunca usaron los nombres de sus esposas, ni siquiera al dirigirse a ellas directamente". En realidad, la forma m�s com�n de hablar entre un marido y una mujer en esa cultura es con el t� formal, shuma, "la misma palabra que se usa para dirigirse a un extra�o o a un oficial", agreg� el autor. "Nunca mencionan los nombres de sus esposas en conversaci�n con otros. Hay muchos hombres afganos que no saben los nombres de pila de las esposas de sus mejores amigos. Se considera ofensivamente invasivo preguntarle a los hombres los hombres de sus hijas, mucho m�s de sus esposas".

Los j�venes se hab�an declarado su amor en secreto durante a�os, y en p�blico durante los seis meses que ella pas� encerrada en el refugio. "Nunca hab�an estado a solas a puerta cerrada, mucho menos en el asiento trasero de un autom�vil. Por lo general s�lo se hab�an echado miradas y se hab�an encontrado clandestinamente en los campos de sus familias, que eran vecinos, y un d�a cuando los llevaron a los tribunales para que se ventilara su causa. Ese d�a se decret� la sentencia de muerte para Zakia: sus jueces lo hicieron impl�citamente y su madre, su padre y sus hermanos lo hicieron en gritos e imprecaciones."

La fuga sucedi� poco antes de que el caso de Zakia se trasladara a los tribunales de Kabul, donde la mayor�a de tayik apoyar�a el reclamo de la familia y ordenar�a a la joven a regresar con ellos, "para pasar los que en ser�an los �ltimos d�as de su vida".

La boda
Un pariente lejano de Ali, Salman, los recibi� con todas las precauciones del mundo para que sus cuatro hermanos, con los que viv�a, no vieran que la joven entraba a la casa.

��Por qu� hicieron esto? �le pregunt� a Ali.

�Sucedi�, y ahora que ha sucedido no podemos volver atr�s.

Al d�a siguiente ella se qued� en las habitaciones de las mujeres y Ali pas� todo el d�a fuera, con su pariente, porque no pod�a compartir el techo con Zakia antes de casarse. El padre de Ali lleg� a la noche con un mulah, que celebr� la ceremonia del neka (casamiento) por la cifra extraordinaria de 30.000 afghanis, unos 550 d�lares: "Si yo no realizo esta neka, nadie lo har�", se justific�. Mientras la casaban con Ali, Zakia segu�a en el cuarto con las mujeres: lo �nico que hace falta para casar a una mujer afgana son dos testigos varones y el mulah, junto con el novio y los padres de la pareja. La ausencia del padre de Zakia aument� sensiblemente el precio de la ceremonia.

A la ma�ana siguiente continuaron su huida. Antes de que hubieran pasado un d�a en una aldea en las monta�as, la polic�a consigui� su rastro y, por pedido de la familia de Zakia, march� a buscarlos. Mientras el matrimonio hu�a corriente abajo por un arroyo, en la direcci�n opuesta el padre de Ali fue detenido por la polic�a. Minti� que no los hab�a visto.

Pasaron la noche a la intemperie, y tambi�n la siguiente (aunque esta vez lograron encender un fuego para no pasar tanto fr�o). Cuando llegaron a la aldea de Ali, Surkh Dar, la polic�a los buscaba casa por casa; los protegi� un miembro del concejo provincial, quien estaba exento de esa clase de requisas. Durante una semana vivieron cerca de la casa de Anwar y sus ocho hijos (siete sin Ali), y de la casa donde el padre, la madre y los cuatro hermanos de Zakia (quien tambi�n ten�a seis hermanas) pensaban en hallarla y limpiar el honor de la familia.

"Cuando �ramos peque�os, �ramos cercanos y amistosos entre nosotros, pero luego, cuando crecimos, mis hermanos se volvieron tan duros conmigo", le dijo Zakia al Nordland. "Mis hermanos ten�an m�s control sobre m� que mi padre. Cuando me ve�an, me dec�an que fuera dentro de la casa, que me ocultara de los extra�os, que usara un pa�uelo m�s grande para cubrirme. Si sal�a a comprar, me obligaban a usar la burqa, que odiaba". Agreg� luego: "Odiaba la burqa antes, la odiaba entonces y la odio ahora. Es algo realmente dise�ado para castigar a las mujeres". Es pesada e inc�moda, da calor y apenas permite respirar y ver.

Cansados de escapar
Luego de meses de hu�da, la polic�a detuvo a Ali en Kabul. El padre de Zakia los hab�a demandado por secuestro y bigamia, ya que �l hab�a casado a Zakia con su sobrino. Temerosa de su familia, y de la polic�a que golpeaba a su esposo a diario, Zakia pidi� ayuda en un albergue de Women for Afgan Women (Mujeres para las mujeres afganas). Le dieron refugio a ella �en la particular forma de arresto domiciliario� y los abogados lograron la libertad de Ali y el reconocimiento de la validez de su matrimonio.

Con esa novedad legal, regresaron a su tierra. Pero pronto uno de los hermanos de Zakia se present� ante Ali y lo persigui� con un arma de fuego y un cuchillo.

El joven logr� escapar de su cu�ado, pero decidi� que �l y Zakia �ya embarazada� deb�an encontrar un lugar discreto en unas aldeas monta�osas distantes. El embarazo de Zakia requiri� atenci�n m�dica, que no hab�a en ese rinc�n perdido: debieron regresar a Kabul.

Intentaron dejar el pa�s. Las embajadas de los Estados Unidos y de varios pa�ses europeos dijeron que podr�an considerar sus pedidos de asilo s�lo si primero hu�an como refugiados a un pa�s vecino. El padre de Ali los acompa�� a Tayikist�n, donde los oficiales les reconocieron al menos cinco razones para pedir asilo; pero tambi�n vieron que llevaban con ellos todos sus bienes �sus ahorros, dos bolsas de ropa, las joyas de Zakia� y ten�an una gran desesperaci�n. Mientras tramitaban sus papeles en el Alto Comisionado para las Naciones Unidas en Tayikist�n, dos hombres que se identificaron como polic�as los detuvieron en la calle, les quitaron todas sus posesiones y los regresaron a Afganist�n sin causa ni demora.

Sus intentos de repetir el pedido de refugio en Pakist�n o la India se frustraron. Y Zakia ya estaba a punto de dar a luz a Ruqia, por lo cual Ali y su padre decidieron regrear a Bamiy�n. "S� que existe un riesgo, pero no tenemos opci�n", dijo Ali al autor de The Lovers. "Ya dejamos de huir", dijo, y se�al� a su hija.

Su situaci�n econ�mica era tan mala que no ten�an dinero para comprar combustible y calentar la casa, y com�an mal. La cosecha de papa no pudo competir con la de Pakist�n, y muchos campesinos afganos vieron c�mo su producto se pudr�a. El caso de Zakia y Ali hab�a repercutido en las redes sociales, y una persona les envi� de manera an�nima 1.000 d�lares por Western Union para ayudar al cuidado de la beb�. Ali us� la mitad del dinero para comprar alimentos y combustible, y con el resto del dinero compr� una pistola que lleva todo el tiempo consigo y comenz� de nuevo sus ahorros. Tambi�n tienen un perro en la puerta de la casa, ya que la familia de ella vive a s�lo un kil�metro de ellos.

Si sobreviven, Zakia quiere que su hija tenga la educaci�n que ni ella ni su marido tuvieron, seg�n le dijo a Nordland. Y si llegan a verla crecer, Ali no elegir� a su marido, agreg� �l. "Ella lo elegir�".

http://www.infobae.com/2016/01/27/1785979-la-historia-zakia-y-ali-los-romeo-y-julieta-afganos

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