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El extraordinario caso que puso en tela de juicio si lo que vemos es lo que de verdad sucedió




15/05/2016 - 18:14:10
BBC.- �Cu�n fiable es lo que vemos con nuestros propios ojos?

La pregunta es vital para el sistema de justicia.

Antes de que un jurado pueda condenar a un acusado en un juicio criminal, necesita tener la certeza de que es culpable.

Pero cuando s�lo tiene el testimonio de testigos presenciales, �puede estar seguro?

A menudo no lo est�, as� el testigo no tenga ninguna duda de que est� diciendo la verdad.
No es mentira, es error

Los testigos honestos est�n convencidos de que vieron a X cometer el delito y de que la persona que identificaron efectivamente es X... y son convincentes.

Sin embargo, muchos casos han demostrado que testigos honestos pueden estar equivocados.

Pero la televigilancia o circuito cerrado de televisi�n (CCTV), el ADN o huellas digitales refutan sus versiones.

Para resolver el interrogante que esta realidad plantea, remont�monos a una �poca en la que no hab�a ni CCTV ni sab�amos procesar el ADN.
Cause c�l�bre

Un d�a de diciembre de 1895, cuando el marinero convertido en comerciante noruego Adolf Beck ten�a 54 a�os, fue arrestado en Londres.

Acababa de salir de su apartamento en la calle Victoria esa tarde cuando una mujer se le acerc� y lo mir� de frente. �l sonri�.

"Yo lo conozco", dijo la mujer, Ottilie Meissonier, y empez� a llamarlo "ladr�n".

Beck entr� en p�nico y sali� corriendo; ella lo persigui� gritando. Ambos vieron a un polic�a y fueron a pedirle ayuda.

�l se quej� del lenguaje soez de ella; ella lo denunci�. Ambos fueron llevados a la estaci�n de polic�a.

�l se qued� ah�, detenido.
Identificado

Meissonier lo hab�a reconocido. Era el hombre que hac�a tres semanas se hab�a puesto a conversar con ella en esa misma calle, hab�a pasado una hora en su casa y, tras enga�arla cruelmente, se hab�a llevado objetos por valor de m�s de US$40.

La descripci�n que ella dio del delito coincid�a en casi todos los detalles con otra estafa que hab�a denunciado hac�a unos pocos meses Daisy Grant, y la descripci�n f�sica que dio del timador era similar a la de Beck.

La raz�n por la que cuando est�s triste lo ves todo distinto

Tanto Grant como la doncella de Meissonier, quien hab�a visto a un hombre cuando estuvo en la casa, fueron citadas, y ambas se�alaron sin titubear a Beck entre los siete hombres de la rueda de identificaci�n.

Lo dejaron detenido, sordos a sus protestas de que se trataba de un terrible error.

La historia del estafador de la calle Victoria apareci� en los diarios y, para sorpresa de todos, una procesi�n de mujeres se present� en la estaci�n de polic�a para declarar que hab�an sido v�ctimas de fraudes id�nticos.

12 v�ctimas y otros testigos lo reconocieron en ruedas de identificaci�n de hasta 18 hombres, sin vacilaci�n, con declaraciones contundentes.

No tengo ninguna duda de que �l es el hombre"
Minnie Lewis, timada en abril de 1895, al identificar a Adolf Beck
THINKSTOCK

Beck fue llevado a juicio acusado de 10 cargos por obtener ventajas mediante falsas pretensiones y robo.

Contaba con un abogado, pero no ten�a ninguna coartada s�lida para ninguno de los delitos.
La esperanza de Per�

Hab�a s�lo un dato algo complicado que pod�a ayudarlo a probar su inocencia.

El estafador siempre operaba de la misma forma.

Abordaba mujeres solteras, viudas o divorciadas, que aparentaban tener m�s de lo que ten�an y atra�das por los hombres adinerados.
Se presentaba como un rico arist�crata llamado Lord Willoughby y con su encanto lograba que lo invitaran a sus casas.
Una vez ah�, les dec�a que necesitaba urgentemente un ama de llaves, que lo acompa�ara a viajar y a los bailes y otras citas sociales.
Les dec�a que iban a necesitar un nuevo vestuario, por el que �l pagar�a, y escrib�a una lista de la ropa y accesorios que deb�an comprar en las tiendas en las que �l ten�a cuenta. Adem�s, les entregaba un cheque de una suma considerable, para gastos.
Finalmente les ped�a que le mostraran las joyas que ten�an, las juzgaba inapropiadas y les dec�a que se las llevar�a para que les hicieran unas monturas m�s ostentosas.
El cheque era falso y las joyas desaparec�an.

El abogado de Beck sab�a que varios oficiales de polic�a hab�an notado que casi todos los detalles coincid�an con una serie de delitos ocurridos en Londres en 1877, por los que alguien llamado John Smith hab�a pagado 4 a�os de c�rcel.

La pregunta era si Adolf Beck y John Smith eran el mismo hombre.

Uno de los oficiales que hab�a visto a ambos estaba dispuesto a jurar que s�.

Pero Beck insist�a que en 1877 estaba viviendo en Per�, y ten�a testigos para probarlo.

Sin embargo, el juez prohibi� cualquier menci�n de delitos pasados y ante la abrumadora evidencia presentada por la parte acusadora, que contaba con numerosos testigos, Beck fue condenado a 7 a�os de c�rcel, de los que sirvi� 5.
Pesadilla recurrente

Tres a�os despu�s de su liberaci�n, en 1904, una mujer fue a la polic�a Scotland Yard para denunciar que un hombre llamado Lord Willoughby la hab�a estafado.

Un detective reconoci� la historia, la confront� con Beck y ella lo reconoci�.

Una vez m�s �l se declar� inocente, la publicidad hizo que otras mujeres reportaran fraudes similares y lo identificaron con toda certeza.

Una vez m�s estuvo en el banquillo de los acusados por timar a cuatro mujeres.

El veredicto fue el mismo y a los 63 a�os de edad, Beck se enfrentaba a otros 5 a�os de prisi�n.

Pero en esta ocasi�n, mientras �l estaba encerrado en la c�rcel, una secuencia de eventos muy similar tuvo lugar en el otro extremo de Londres.

Un caballero elegantemente vestido visit� a dos hermanas y con promesas de un porvenir dorado las convenci� de entregarle sus joyas.

S�lo que en este caso, las v�ctimas sospecharon y le pidieron al due�o de la casa que siguiera al "Lord", quien fue primero a una joyer�a a que valoraran las joyas y luego a un prestamista, antes de que un polic�a lo arrestara.

En cuesti�n de d�as, todo el misterio se resolvi�. El hombre arrestado era el John Smith de 1877 (no se conoce su verdadero nombre); las otras mujeres se presentaron a acusar a "Smith" y �l confes�.

Otra prueba contundente sali� a la luz: se sab�a desde hac�a tiempo, por los registros de la c�rcel, que Smith era circuncidado y Beck no.

Fue un error judicial escandaloso.

Pero lo que lo hace relevante en las cortes y la raz�n por la que los abogados lo citan hasta el d�a de hoy es que es la prueba m�s v�vida de la falta de fiabilidad de las identificaciones de los testigos.

Al menos 16 personas juraron que Beck era el estafador, lo hicieron independientemente y en la mayor�a de los casos tras haber pasado al menos una hora en su compa��a.
�C�mo puede ser que tanta gente estuviera equivocada?

No hay ninguna raz�n para pensar que las mujeres que lo identificaron estaban mintiendo.

La edad y altura de los dos hombres eran parecidas, pero aparte de similitudes superficiales comunes entre muchos hombres de la �poca, estaban lejos de parecer gemelos.

Entonces, �qu� pas�?

"Hay varias explicaciones", asegura la psic�loga Amina Menon, experta en evidencia presencial en el Royal Holloway de la Universidad de Londres.

"Es muy dif�cil reconocer rostros que s�lo hemos visto fugazmente".

"Adem�s contaban con un graf�logo que asegur� que la escritura en las notas que el estafador le entreg� a las damas a cambio de sus joyas era la de Beck, y ese no era el caso".

El experto en escritura de hecho se retract� cuando atraparon a John Smith.

"Es que hay algo que llamamos "sesgo de confirmaci�n forense": llamas a un experto para que confirme, pero lo que realmente est�s buscando es confirmaci�n", explica Menon.

En otro caso, mucho m�s reciente, en el que estuve involucrado, dos indudablemente honestos y completamente fiables testigos declararon que tres j�venes los hab�an seguido hasta un cajero autom�tico y los hab�an robado.

No obstante, las im�genes grabadas por los circuitos de televisi�n muestran que uno de los j�venes se hab�a ido y no hab�a estado presente durante el robo.

Los testigos se asombraron cuando vieron las im�genes.

"En ese caso me pregunto si los testigos conversaron. Lo que un testigo recuerda puede alterar el recuerdo de otro. La memoria es reconstructiva y podemos equivocarnos", responde la experta en evidencia presencial.

"Cuando tenemos muchos elementos para procesar, tomamos atajos. Hubo un incidente en un tren en el que apu�alaron a alguien. Luego les mostraron fotos a los que viajaban en ese vag�n. Varios aseguraron que el pu�al estaba en la mano de un hombre negro, a pesar de que hab�a estado en la de blanco".

"La gente est� codificando no solamente los eventos como los ve, sino que tambi�n se est� formando opiniones que pueden estar basadas en estereotipos preexistentes".

El extraordinario caso de Adolf Beck dio paso a la instituci�n del tribunal de apelaciones en Reino Unido.

Desde su �poca, hay varias salvaguardas en las cortes para contrarrestar nuestras debilidades.

Los problemas con la identificaci�n de acusados han llevado a que los jueces est�n mucho m�s dispuestos a intervenir y suspender casos mal sustentados. Adem�s, alertan al jurado sobre los riesgos inherentes a las indentificaciones.

Y recientemente, la psicolog�a cognitiva entr� en los tribunales a hacer pruebas para revelar y proteger contra las trampas de los testimonios.

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