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Jennicam: la primera mujer que retransmitió su vida en directo por internet




22/10/2016 - 11:36:17
BBC.- En 1996, Jennifer Ringley -quien entonces ten�a 19 a�os- encendi� la webcam de la computadora en su habitaci�n, en una residencia de estudiantes. Y, con este simple acto, cambi� el mundo moderno.

A primera vista, podr�a parecer una acci�n inocente.

Pero en lugar de usar la c�mara para hablar con sus amigos y familia que estaban lejos, en Pensilvania, la utiliz� para hacer algo incre�blemente inusual: retransmitirse a s� misma en directo, a un mundo de extra�os, 24 horas al d�a, siete d�as a la semana.

Hoy en d�a, enun mundo repleto de redes sociales y snapchats compartidos multitud de veces, esto no ser�a noticia.

Y la �nica cosa destacable que un consumidor actual de Facebook Live podr�a encontrar sobre Jennicam, como se llam� el experimento, ser�a lo malo que era: una imagen inocua, granulada, fija y reemplazada cada 15 segundos por otra imagen de iguales caracter�sticas.

Pero en su momento eso lanz� a Jennifer Ringley a una fama sin precedentesy sent� las bases de las conversaciones que hoy en d�a tenemos sobre internet.
El inicio

Las webcams o c�maras web eran por entonces una tecnolog�a con un halo futurista, en un momento en que para conectarse hab�a que tener un m�dem y la conexi�n se produc�a a trav�s de la red telef�nica.

Y aunque el torrente de im�genes de Jennifer mostraban normalmente una habitaci�n vac�a -cuando ella estaba en clase, o en el ba�o- o a Jennifer mirando la computadora, o sentada en la cama estudiando, o en un ataque de acci�n, lavando la ropa o cepill�ndose los dientes, esta colecci�n de im�genes de lo mundano era totalmente absorbente.

Cuatro millones de personas -que esa �poca supon�an una proporci�n de usuarios much�simo mayor que lo que ser�a hoy en d�a- ve�an sus actualizaciones de 15 segundos de vida cotidiana.

Jennicam ser�a ahora analizada como un tipo de performance art�stica extravagante, un comentario lateral a la versi�n en alta definici�n de la vida moderna.

La granularidad, el blanco y negro, la espera interminable de 15 segundos entre cualquier posibilidad de acci�n, ser�an parte de un calculado manifiesto art�stico en Facebook.

Y si alguien hoy viera Jennicam flotando en el oc�ano de blogueros que transmiten en directo, vendiendo, posando, desempacando, o manteniendo relaciones sexuales, ser�a una curiosidad de aproximadamente 45 segundos.

Tres actualizaciones como m�ximo.

Luego, nos cansar�amos y cambiar�amos a algo un poco m�s, bueno, m�s animado.

Pero cuando Jennicam alcanz� su cima de seguidores, literalmente tumb� la red.

Aunque, para ser justos, hay que recordar que sus m�s exitosos competidores en aquel momento era una c�mara que apuntaba a una cafetera y una que apuntaba a una pecera, la cual todav�a est� activa hoy.
Tiempo de inocencia

Hab�a otras estrellas de la webcam, es cierto, como la artista y m�sica Ana Voog, quien utiliz� sus im�genes diapositivas a todo color para compartir todo, desde la concepci�n hasta el nacimiento.

El tipo de trabajo de Voog hizo que se volcara naturalmente al espacio digital para jugar con los fans e interactuar con ellos de una forma que los 300 millones actuales de usuarios de Twitter reconocer�an inmediatamente.

Pero Jennifer era original. Era desesperadamente inocente en su enfoque, genuina y joven, y la mayor parte de la atenci�n que recibi� de medios como el New York Times o el Late Show, de David Letterman, se caracteriz� por una custodia casi parental.

No fue hasta una infame noche �ntima con su novio que la opini�n p�blica empez� a pasar de la curiosidad a la condena.

Las acusaciones de narcisismo y exhibicionismo que recibi� le resultar�an familiares a la mayor de participantes de programas de telerrealidad.

Para los fans de Jennicam -como Alex Goldman, del podcast en ingl�s Reply All, quien la entrevist� en 2014-, su atractivo era la mundanidad.

La gente se conectaba una noche de s�bado mientras doblaba las s�banas, y ella limpiaba la ropa, y se sent�an como camaradas. La telerrealidad no nos hab�a convertido todav�a en c�nicos.

En el chat de su web naci� una fuerte comunidad, en la que ella tambi�n participaba. Ella era accesible, parte del grupo, una amiga.

Y esto era algo muy sorprendente para su audiencia de reclutas cibern�ticos, que probablemente nunca hab�an experimentado este tipo de conexi�n con alguien que solo hab�an conocido en internet.
Pionera

Probablemente, lo mismo le pas� a Jennifer.

En ese entonces, los �nicos que observaban las vidas diarias de la gente com�n eran los cient�ficos sociales o los voyeurs.

La Red era todav�a una curiosidad, y aqu� estaba una mujer joven, que convenci� a decenas de millones de personas para conectarse.

Ella fue el primer fen�meno real online del mundo.

Puso humanidad a la era de las computadoras. Yo mismo estoy fascinado por Jennicam.

En el pasado he intentado, sin �xito, localizarla.

Ringley apag� la c�mara en 2003 y desapareci� completamente.

Incluso en aquel momento, yo estaba convencido de que la yuxtaposici�n entre una exposici�n total y el silencio absoluto era Jennifer haciendo una declaraci�n sobre recuperarse a s� misma, abandonando la adolescencia y diciendo algo profundo sobre la privacidad en la era de los medios.

Jennifer Ringley

Empez� Jennicam en 1996 cuando estudiaba en el Dickinson College en Carlisle, Pensilvania

En su pico, jennicam.org ten�a siete millones de visitas al d�a

Apag� la retransmisi�n en 2003

Ahora tiene 40 a�os y lleva su nombre de casada, Jennifer Johnson

Trabaja como programadora inform�tica en Sacramento, California

Pero mientras ve�a c�mo nuestro mundo digital avanzaba a gran velocidad, he sido testigo de c�mo oleadas de personas vociferaban sobre la singularidad del momento actual, argumentando que la tecnolog�a lo est� cambiando todo, que nos hemos rendido a las m�quinas, o que somos narcisistas y exhibicionistas (Jennifer no era nada de esto).

Qu� r�pido nos olvidamos c�mo era crecer en un lugar que no se sent�a del todo bien.

La adolescencia es un momento de gran cambio personal, en el que fluctuamos entre identificarnos con nuestros padres y nuestra familia a hacerlo con nuestros amigos y el mundo que nos rodea.

Un generaci�n de hombres y mujeres que han crecido desde que Jennifer apag� su c�mara, han tenido la oportunidad sin precedentes de encontrar a estos amigos en internet.

El extraordinario experimento personal de Jennifer Ringley, su acto p�blico de entrada en la edad adulta, inspir� las primeras conversaciones sobre las cosas de las que todav�a hablamos hoy en d�a: el compartir demasiado en las redes, el valor de la expresi�n en internet y el significado de las comunidades online.

Pero de lo que casi nunca se habla es de que ella solo era una chica intentando entender qui�n era, forj�ndose una identidad abriendo nuevos horizontes, y explorando los medios que ten�a a su disposici�n.

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