¿Se puede decir moro, negro, gordo, viejo o enano?: el problema de la corrección política
22/10/2016 - 13:07:47
ACTUALIDAD.- "Estamos acostumbrados a sufrir la censura de Estado o de partido o de Iglesia, pero la correcci�n pol�tica es difusa, no sabemos de d�nde viene. La correcci�n pol�tica es extraordinariamente peligrosa". La frase es de Dario Villanueva, director de la Real Academia de la Lengua Espa�ola, y resume perfectamente la percepci�n de un nuevo tipo de censura, una censura propia de nuestra �poca; una �poca que te�ricamente se caracteriza por su esp�ritu abierto, progresista, tolerante con la diversidad y defensor de la libertad de expresi�n.
Sin embargo, cualquier persona cuyo discurso est� expuesto al p�blico, acaba percibiendo -cuando no directamente sufriendo- las consecuencias de lo que podr�amos llamar "censura de la correcci�n pol�tica", y sintiendo que la libertad de expresi�n es un bonito concepto que esconde una realidad compleja y llena de espinas.
Cuando el humor se vuelve un asunto serio
"Cada tiempo tiene su censura, por llamarla de alguna manera, o su moral imperante -indica en este sentido Paco Alcazar, un popular humorista gr�fico espa�ol-. Nuestros padres sufrieron la cat�lica y a nosotros nos toca la correcci�n pol�tica, que es muy parecida. S�lo cambian algunas cosas, pero si lo analizas, es una manera de controlar la forma de actuar y expresarse de la gente, y meter a la gente en un mismo carril. El que va en contra ya sabe que tendr� problemas".
Las numerosos casos de tuiteros que han sufrido penosos procesos judiciales o desastrosas consecuencias profesionales por una broma no tolerada confirman sus palabras. Pero ni siquiera hace falta se�alar esta realidad, o otras m�s extremas, como el brutal asesinato de los dibujantes de Charlie Hebdo que se atrevieron a hacer caricaturas de Mahoma. Basta con captar el ambiente represivo que algunos humoristas, periodistas, escritores o comunicadores en general llevan a�os se�alando.
En Estados Unidos se ha alcanzado un grado asombroso en este tipo de censura, tal como demuestra el hecho, triste y sorprendente, de que muchos humoristas, entre ellos algunos tan famosos como Jerry Seinfeld, Chris Rock o Larry the Cable Guy, han tenido que dejar de actuar en lo que desde siempre ha sido uno de sus escenarios cl�sicos y m�s propicios, los campus universitarios, ante las crecientes protestas e incluso manifestaciones de colectivos de toda �ndole cada vez que un chiste era entendido como una falta de respeto. "Podr�amos tener la tentaci�n de pensar que este fen�meno afecta a gente inculta o con poca capacidad intelectual, incapaces de discernir la broma del insulto, de reflexionar a trav�s del humor, pero es fen�meno global, que afecta a muchos colectivos con alta formaci�n acad�mica", comentaba al respecto el bloguero Javier Ruiz de Arcaute en un art�culo para la revista GQ, titulado, precisamente, "Dictadura de correcci�n pol�tica".
"Los guardianes de la moral han sido siempre promotores de la censura -comenta el periodista Juan Soto Ivars, en un excelente y descriptivo ensayo al respecto-. Ellos contribuyen a que vivamos en "una sociedad censora" (...). En otros tiempos, la guada�a pertenec�a al clero. Sin embargo, el desarrollo de la sociedad capitalista nos ha dado muchas m�s opciones donde volcar el fanatismo".
"Negro", "moro", "enano", "viejo"...y otras palabras tab�
Continuamos citando a Soto Ivars: "Si el humor es un campo de batalla, las palabras son obuses. En los �ltimos a�os, colectivos de lo m�s variopinto han confeccionado listas de t�rminos ofensivos para que el resto de los hablantes dejen de emplearlos. Como si el celof�n l�xico hiciera desaparecer las injusticias y discriminaciones".
Porque el problema con la correcci�n pol�tica va mucho m�s all� del humor: no s�lo se ejerce un control sobre aquello de lo que nos re�mos o burlamos, sino sobre qu� palabras elegimos para nombrar las cosas incluso cuando hablamos totalmente en serio.
Javier Mar�as, destacado escritor y columnista espa�ol, es uno de las personas que con m�s amargura y frecuencia se ha quejado al respecto. En su libro "Har�n de mi un criminal", escribe: "El esp�ritu mojigato-policial que domina a tantos contempor�neos impuso una verdadera censura del habla (...). No se debe decir negro, sino afroamericano o subsahariano; ni moro, sino magreb�; ni oriental, sino asi�tico; ni ciego, sino invidente; ni homosexual (no digamos marica), sino gay; ni minusv�lido, ni a�n menos tullido, sino discapacitado; ni gordo, sino con sobrepeso; ni ni�os, sino ni�os-y-ni�as (...) ni viejos, sino de la tercera edad o mayores...".
El escritor espa�ol Javier Mar�as durante la presentaci�n de su novela "Los Enamoramientos", en 2011
El escritor espa�ol Javier Mar�as durante la presentaci�n de su novela "Los Enamoramientos", en 2011Andrea Comas Reuters
Tal como se�ala Soto Ivars en el mencionado ensayo. "El problema es que la alergia a las expresiones est� convirtiendo en insultos palabras que no lo eran". Y cita -no por casualidad, sino porque ambos comparten la misma preocupaci�n- al propio Javier Mar�as: "Decir de alguien que es negro equivale para m� a decir que es rubio, pelirrojo o con pecas. No voy a utilizar en mi vida eufemismos absurdos como "subsahariano" o "afroamericano". Los verdaderos racistas son quienes emplean estos t�rminos. Son ellos los que ven algo malo o negativo en emplear "negro". Yo no".
�Ser� esta la funci�n de la correcci�n pol�tica: esconder con palabras correctas realidades indeseables como el racismo o cualquier otro tipo de discriminaci�n? �O realmente aspira a un lenguaje totalmente inclusivo que no discrimine ni menosprecie a nadie y -m�s dificil todavia- a un humor que sea al mismo tiempo inofensivo e igualmente divertido? Con todo, la pregunta m�s importante al respecto podr�a ser: �tenemos tanta libertad de expresi�n como creemos en el siglo XXI? o tal vez �estamos dispuestos a aceptar la libertad de expresi�n con todas sus consecuencias? Por lo que hemos visto, el debate sigue abierto y m�s caliente que nunca.
