Samaritanos curaron las heridas de cuerpo y alma de indigentes
30/12/2016 - 06:08:15
PAGINA SIETE.- Envuelta en un ponchillo verde, do�a Martha Guti�rrez cierra los ojos y sonr�e como una ni�a cada que le acarician los cabellos para peinarlos. �De d�nde viene? le preguntan. Bajito, cubriendo su voz con una mano, responde en un susurro: "de la calle�.
Ayer, cientos de personas indigentes llegaron al centro de operaciones del Buen Samaritano para recibir por un d�a las curaciones para las heridas que llevan en el cuerpo y en el alma. Recibieron ropa y alimento, pero sobre todo cari�o.
"Hace mucho que nadie me ha atendido� dice do�a Martha, sentada en una de las sillas de la improvisada peluquer�a dentro de la iglesia Monte de Oraci�n.
Hace 16 a�os sali� por la fuerza de la casa de su esposo para habitar en su actual hogar, la calle. Bajo el cielo, sin hijos ni familiares que quieran ver por ella, do�a Martha cumpli� hace meses sus 66 a�os de vida. "Estoy sola�, acepta acarici�ndose las manos.
"Quiero que me peinen bonito y me den zapatitos y un abrigo largo porque en las noches hace fr�o�, comenta mientras Beba Arias -su eventual estilista- con paciencia desata los nudos que ha dejado su situaci�n de vida en su cabellera.
Cuatro sillas m�s all� -en un suspiro- Tatiana Medina se deja caer en una silla. Ella es una de las buenas samaritanas que muy temprano, armada de una tijera y un peine, sali� de casa dispuesta a ayudar. No es parte de la congregaci�n pero su coraz�n, al igual que el de resto de voluntarios, est� dispuesto a dar amor.
"Somos parte de la Peluquer�a M�vil Tajadorcito (de la comuna) y hemos venido a ayudar� asegura con el rostro cansado pero sonriente.
Lleg� a las 7:00 y con tanto ajetreo ha perdido la cuenta de cu�ntas cabezas pasaron por sus manos y ha olvidado hasta el desayuno que la espera en su bolso. �A�n hay mucha gente afuera?, pregunta al ver que la fila de ingreso a las duchas no tiene fin.
Al escuchar la respuesta afirmativa se pone de pie con nuevos �nimos y pide a los voluntarios que le traigan m�s personas. "Mejor si son ni�as, les voy a hacer unas lindas trenzas�, dice.
En las duchas los voluntarios ofrecen a quienes viven en situaci�n de calle un ba�o del cuerpo y una oraci�n para que Dios limpie el esp�ritu. Todo a la espera de que dentro de esas paredes no s�lo se vaya la tierra mezclada con sudor que cubre su piel, sino tambi�n el dolor y la adicci�n.
"Por tristeza y rabia empec� a beber y ya con los cuates de la calle conoc� los sopaditos (trapo empapado con t�ner). Quisiera cambiar�, asegura Roberto.
Sobre la avenida Montes hay una enorme columna de personas que llega hasta la Cervecer�a a la espera de un turno. Para tener un control de la cantidad de personas que reciben, en el ingreso se han instalado ocho mesas de registro. En ellas las hermanas y hermanos de la iglesia toman los datos.
"S�lo en este punto he recibido m�s de 100 personas. Con todas las mesas juntas debemos haber pasado los 800 registros� dice L�a Callejas.
Las identificaciones que les entregan corroboran sus estimaciones. A las 12:23 un peque�o recibe la credencial n�mero 1.096. "Vamos a pasar los 3.000�, calcula Callejas.
Por la gran afluencia, la enfermer�a atiende con prioridad los casos de gravedad. Las enfermedades respiratorias, gastrointestinales y heridas punzocortantes infectadas son las m�s comunes. A lo que se suman la dependencia del alcohol, los inhalantes y las drogas.
"Es importante que la gente sepa que haremos el seguimiento en los Mini Samaritanos, que son peque�as campa�as en cada fin de mes. Aqu� todo el a�o vamos a seguir atendiendo�, confirma la doctora Jesusa L�pez.
La labor no termina, las carencias a�n son muchas y la ayuda nunca est� dem�s. Para la atenci�n m�dica en los Mini Samaritanos son necesarios analg�sicos, antiinflamatorios, antibi�ticos, anti�cidos, espectorantes y material de curaci�n.
Do�a Martha se ve en el espejo y sonr�e. Acaricia los mechones blancos en la trenza que le cuelga por el hombro. Desde el reflejo sonr�e. "Mi cabeza ya no est� bien, me olvido de todo, pero no quisiera olvidar este d�a�, dice.
