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Grace Hopper, la mujer sin la que te podría tomar 5.000 años instalar Windows




16/01/2017 - 10:13:55
BBC.- Uno, cero, cero, cero, uno, cero, uno, uno. Cero, uno, uno...
Ese es el lenguaje de las computadoras. Cada cosa inteligente que tu computadora hace -una llamada, una b�squeda, un juego- se reduce a unos y ceros, �cierto?

Pues no precisamente.

M�s bien se reduce a la presencia o ausencia de corriente en los diminutos transistores de un chip semiconductor.

El 0 o el 1 s�lo denotan si hay o no corriente.

Por suerte, no tenemos que programar las computadoras con ceros y unos... �imag�nate cu�n dif�cil ser�a!
Microsoft Windows, por ejemplo, necesitar�a...

20

gigabytes de espacio en el hard drive, que son

170.000 millones

de unos y ceros

Si los imprimieras, la resma de papel A4 tendr�a 4 kil�metros de altura

Si tuvieras que usar la informaci�n de esas p�ginas para ajustar cada transmisor manualmente y te tomara 1 segundo por interruptor

Tardar�as 5.000 a�os instalando Windows

Computadora a mano

Las primeras computadoras ten�an que ser programadas as�. Piensa en la Automatic Sequience Controlled Calculator, despu�s conocida como Harvard Mark 1.

Era una concatenaci�n de 15 metros de largo y 2,5 metros de alto de ruedas, varas, engranajes e interruptores.

Usaba m�s de 850.000 kil�metros de cable. Segu�a las instrucciones de un rollo de cinta de papel perforado, como un piano de juguete.

Si quer�as que resolviera una nueva ecuaci�n, ten�as que calcular cu�les interruptores deb�an estar prendidos o apagados, cu�les cables deb�an estar conectados a qu�.

Luego ten�as que accionar todos los interruptores, conectar todos los cables y hacer todos los huecos en el papel.

Programar no s�lo era un desaf�o que pon�a a prueba la mente de los genios matem�ticos, tambi�n era una labor manual tediosa, repetitiva y proclive al error.

Durante las d�cadas que le siguieron a Harvard Mark 1, m�quinas m�s compactas y f�ciles de usar, como Commodore 64, fueron llegando a escuelas.

Si eres de cierta edad, quiz�s recuerdas cu�n milagrosos parec�an tus primeros encuentros con una computadora.

Y si te preguntas c�mo han progresado tanto desde Mark 1, una de las razones ciertamente es el cada vez m�s diminuto tama�o de sus componentes.

Pero tambi�n es impensable que las computadoras puedan hacer lo que hacen si los programadores no pudieran escribir software, como Windows, en un lenguaje parecido al humano. Ese despu�s se traduce en unos y ceros, corrientes y no corrientes, que al final hacen el trabajo.

Lo que empez� a hacerlo posible se llama el compilador.

Y la historia del compilador empieza con una mujer llamada Grace Hopper.


Hoy en d�a se discute mucho sobre c�mo hacer que m�s mujeres hagan carrera en tecnolog�a.

En 1906, cuando Grace Hopper naci� en Nueva York, Estados Unidos, a pocos les preocupaba la igualdad de g�nero en el mercado de trabajo.

Afortunadamente para ella, entre esos pocos estaba su padre, un ejecutivo de seguros de vida quien no entend�a por qu� sus hijas deb�an recibir menos educaci�n que su hijo.

Grace Hopper fue a un buen colegio y result� que era brillante en matem�ticas.

Aunque so�aba con alistarse en la Armada como su abuelo, en ese tiempo no recib�an mujeres, as� que se resign� a ser una profesora.

Pero en 1941, cuando el ataque a Pearl Harbour arrastr� a Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial, el talento femenino tambi�n fue llamado a luchar, y la Armada empez� a aceptar mujeres.

Grace se alist� inmediatamente.
Matem�tica a bordo

Si te est�s preguntando de qu� le sirve a la Armada una matem�tica, piensa en que tienes que apuntar un misil: �en qu� �ngulo y direcci�n lo debes lanzar?


La respuesta depende de muchas cosas: cu�n lejano est� el blanco; cu�l es la temperatura, la humedad, la velocidad y la direcci�n del viento.

Los c�lculos no son complejos pero toman un tiempo precioso si los hace una "computadora" humana: alguien con l�piz y papel.

�Quiz�s hab�a una forma m�s r�pida?

A la Armada le intrigaba el potencial de ese artilugio que recientemente hab�a hecho un profesor de Harvard, Howard Aiken.

Se trataba de Mark 1 y como ahora contaban con una lugarteniente matem�tica, la enviaron a que trabajara con Aiken a ver qu� pod�an hacer.


A Aiken no le cay� muy en gracia que le mandaran a una mujer a unirse a su equipo, pero poco despu�s Hopper lo hab�a impresionado tanto que le pidi� que escribiera el manual de operaciones.

Saber qu� deber�a decir ese manual implicaba mucha experimentaci�n.

La mayor�a de las veces, Mark 1 se deten�a despu�s de apenas empezar, Y no hab�a un mensaje de error amable, como ocurre ahora.

Una vez fue porque una polilla se hab�a metido en la m�quina... y tal parece que de ah� viene el t�rmino "debugging", que es como se dice "depurar programas" en ingl�s, pues la polilla es un bicho y bicho se dice "bug" en ingl�s (aunque hay quienes aseguran que el t�rmino ya exist�a).


Pero generalmente, ese bug era metaf�rico: un interruptor mal accionado, un hueco que no deber�a estar en el papel... Para hallarlos se precisaba de una labor de detective ardua y mon�tona.

Hopper y sus colegas empezaron a llenar libretas con trozos de c�digo comprobado y reutilizable.

Para 1951, las computadoras hab�an avanzado lo suficiente para guardar esos trozos -llamados "subrutinas"- en sus propios sistemas de memoria.
�Pura pereza o sentido com�n?

Para entonces, Hopper trabajaba para una compa��a llamada Remington Rand.

All� trat� de convencer a su jefe de que permitiera que los programadores nombraran esas subrutinas con palabras familiares, es decir, cosas como "sustraer impuestos del salario" en vez de -como explic� Hopper- "tratar de escribir eso en c�digo octal o usando todo tipo de s�mbolos".

Eso no era cierto: Hopper era conocida por trabajar duro.

Pero no todo era ganancia: la idea del compilador involucraba una contrapartida. Hac�a que la programaci�n fuera m�s r�pida, pero los programas resultantes funcionaban m�s lentamente.

Por eso Remington Rand la rechaz�. Cada cliente ten�a sus propios requerimientos para su flamante m�quina computadora, as� que ten�a sentido que los expertos de la compa��a las programaran para que fueran lo m�s eficientes posible.
�No hay problema!

Hopper no se desanim�: sencillamente escribi� su primer compilador en su tiempo libre. Y a otros les fascin�, pues les ayudaba a pensar con m�s claridad.

Uno de ellos fue un cliente llamado Carl Hammer, un ingeniero quien lo us� para resolver una ecuaci�n con la que sus colegas hab�an estado lidiando durante meses: Hammer escribi� 20 l�neas de c�digo y la resolvi� en un d�a.

Programadores afines de todo EE.UU. empezaron a mandarle nuevos trozos de c�digo a Hopper, quien los iba guardando en la memoria hasta la pr�xima publicaci�n.

En efecto, Hopper estaba creando el software de c�digo abierto.


Su compilador se convirti� en uno de los primeros lenguajes de programaci�n, COBOL; y, fundamentalmente, abri� el camino a la distinci�n ahora conocida entre hardware y software.

Con m�quinas como Harvard Mark 1, el software era el hardware: ninguno de sus patrones de interruptores funcionar�a en otra m�quina que estuviera conectada de forma distinta.

Pero si una computadora tiene un compilador, puede ejecutar cualquier programa que lo use.

Desde entonces, m�s y m�s capas de abstracci�n han separado a los programadores humanos de los chips f�sicos.

Y cada una de esas capas ha sido un paso m�s en la direcci�n en la que Grace Hopper demostr� que era m�s sensata: liberar el poder intelectual del programador para que piense en algoritmos y conceptos, no en interruptores y cables.

Para Hopper, sus colegas inicialmente se resistieron no porque quer�an que los programas funcionaran m�s r�pido, sino porque disfrutaban del prestigio que les daba ser los �nicos que pod�an comunicarse con la casi divina computadora en representaci�n de los meros mortales que se limitaban a comprarla.

"Los sumos sacerdotes", los denominaba la matem�tica.

Hopper pensaba que cualquier persona deber�a poder programar. Ahora, cualquiera puede. Y las computadoras son mucho m�s �tiles gracias a ello.

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