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La reelección es una práctica que no figura en el mundo indígena




23/01/2017 - 06:51:10
EL DIA.- En la cultura aymara no hay reelecci�n", sentencia el soci�logo y experto indigenista Fernando Untoja. Al igual que �l, otros tratadistas, reflejan que lo mismo sucede en el mundo quechua y en algunos pueblos ind�genas de tierras bajas, donde la estructura y el ejercicio del poder pol�tico se basa en la rotaci�n y el turno, a partir de un complejo tejido social asentada en el bien com�n y la participaci�n con equidad.

En ese contexto, V�ctor Hugo C�rdenas, analista pol�tico y expresidente de la Rep�blica y de ra�ces ind�genas, se�ala que �la no reelecci�n�, es un principio sociol�gico, filos�fico, antropol�gico y cultural. "Se aplica un sistema rotatorio a trav�s del "turno". Es casi como un servicio civil obligatorio. Adem�s, todos los miembros del grupo pueden ser electores y elegidos a la vez, donde la prestaci�n del servicio a la comunidad emancipa el bien com�n, la participaci�n y una convicci�n democr�tica", argument�.

Para el soci�logo Jos� Luis Saavedra, en el mundo aymara y quechua, el ejercicio del poder pol�tico es una pr�ctica basada en el �servicio a la comunidad�, que implica dos principios: rotaci�n y por turno. Ambos conceptos quedan establecidos como la norma suprema asentada en la organizaci�n territorial del Ayllu (espacio del h�bitat de la comunidad).

"La rotaci�n y el turno es la norma suprema del ejercicio del poder pol�tico, que a su vez tiene relaciones muy profundas con la espiritualidad, basada con la fortaleza moral, �tica y de respeto entre todos", puntualiz� Saavedra.

Es bastante simple, a�ade Untoja, por el principio de la rivalidad que determina la rotaci�n de la funci�n de poder en el Ayllu es que no hay reelecci�n ni repetici�n de la funci�n de poder.

Un modelo diferente. Para los analistas, la no existencia de la reelecci�n en el mundo ind�gena, es un �paradigma� diferente a la democracia moderna, la cual hasta el momento no es asimilada a menos de lo meramente discursivo en este gobierno.

En ese �mbito la reelecci�n emancipada por las bases sociales del Movimiento Al Socialismo(MAS) y aceptada por el presidente Evo Morales, hacia un tercer mandato, m�s a�n cuando su liderazgo proclama bases ideol�gicas arraigadas a lo ind�gena-originario-campesino, es una flagrante contradicci�n, aunque es muy dif�cil comparar ambos contextos.

"Ese discurso que tanto refiere Evo Morales (Presidente del Estado) en mezclar los valores, los principios ind�genas con la democracia moderna, es algo que no condice en la pr�ctica. El Gobierno al proclamar a la pachamama, los valores ind�gena-originarios, entre otros solo cae en discurso y nada en la pr�ctica", enfatiza Georgina Camacho, investigadora del Centro de Documentaci�n e Informaci�n Bolivia (Cedib).

En tanto, la soci�loga y docente de la UMSS de Cochabamba, Sarela Paz, se�ala que comparar ambos contextos y destacar la contradicci�n solo es posible en tanto y en cuanto hoy se tiene un presidente de origen ind�gena y por lo cual en lugar de fortalecer esos principios y valores de los pueblos ancestrales, el Gobierno, m�s bien prioriza una posici�n desafiante en la permanencia en el poder en el marco de la democracia tradicional.

"Tiene sentido esa contradicci�n, cuando tenemos un presidente ind�gena. En ese marco, b�sicamente no hay una apelaci�n al sistema de formas tradicionales de designaci�n de autoridades, sino en la l�gica del poder institucional del Estado, en el que no puede haber tanta reelecci�n", argumenta Sarela Paz, soci�loga.

Un paradigma sin atenuantes. Para el soci�logo y magister en estudios de culturas, H�ctor Luna, dentro del �mbito de las comunidades aymara y quechua, el ayllu es el modelo de organizaci�n donde las personas acceden a los cargos de autoridad por turnos, lo cual se determina a partir de la posesi�n leg�tima de la tierra ya sea como propiedad colectiva o individual que obliga prestar servicios en cargos de autoridad.

Adem�s, enfatiza que se trata de una potestad que impone la comunidad donde todos los integrantes deben asumir alg�n cargo p�blico por uno o dos a�os calendario, no as� por un tiempo indefinido. "En todo caso, se trata de un servicio que no goza de ning�n tipo de retribuci�n, m�s que el prestigio social que ostenta una persona al ser valorado por su entorno social", destaca Luna.

Por esa situaci�n, a�ade C�rdenas, los gastos que demande el ejercicio de ese mandato tiene que hacerse a costa de la autoridad. "Por eso es un alto honor ser autoridad y por este hecho cuando deja el cargo, es respetado por su alto valor �tico y social al servicio de la comunidad", se�al�.

En cambio, Manuel de la Fuente, director del Centro de Estudios Superiores Universitarios (CESU), se�ala que es una de las tantas contradicciones del gobierno de Evo Morales, caracterizado como ind�gena. "En las comunidades ind�genas nadie se eterniza en el poder sino que van rotando, lo cual con un presidente que dice reivindicar esos principios y pr�cticas, en los hechos no se respeta y se hace exactamente lo contrario", se�al�.

Un contexto diferente. Mientras C�rdenas y Untoja se�alan que el presidente Evo Morales, no solo desconoce esos principios, sino que refleja su impostura ind�gena al emancipar solo en discursos los valores de los pueblos originarios quechuas y aymaras, para Rafael Puente, investigador y analista pol�tico, es forzado comparar ambos contextos. "El problema de fondo es el Estado mismo como creaci�n social. Todos los Estados capitalistas y socialistas implica acumulaci�n, ejercicio y de abuso de poder. En ese �mbito no se puede comparar. Pero como cultura, la pr�ctica ind�gena deber�a ser un modelo a aplicarse, aunque por primera vez esta constituci�n prev� y reconoce", se�ala Puente.

Asimismo, argumenta que el MAS ha ca�do en una peque�a trampa, al buscar pretender otra vez reelegirse, casi bajo la figura de "como sea".

Organismo
Once a�os de muchas paradojas de Evo Morales

Arribo. El 2006 el presidente Evo Morales lleg� al poder, no solo favorecido del 54% de los votos en un contexto hist�rico del primer presidente ind�gena a nivel l
Latinoam�rica, sino cargado de una energ�a social cuyo simbolismo estuvo arraigado en las ra�ces m�s profundas de los pueblos ind�gena-originarios aymaras y quechuas.

Muestra. Un d�a antes del 22 de enero de 2006, Evo Morales fue entronizado en Tiahuanaco, por sacerdotes y amautas andinos del mundo aymara y quechua. Tras una ceremonia de "limpia" (purificaci�n de alma y cuerpo) a cargo de dos parejas de amautas, Morales fue vestido con una t�nica de vicu�a a los pies del monolito Bennett, una escultura de piedra de siete metros de alto y 20 toneladas de peso que permanece en el museo l�tico de Tiahuanaco.

Costumbres. Esa costumbre fue una manera de evocar a las tradiciones ancestrales, adem�s de poner en pr�ctica lo que tanto se hab�a a�orado hasta entonces: tener como presidente de Bolivia a un l�der ind�gena. Para Rom�n Loayza, por entonces el compa�ero de lucha y alto dirigente del MAS, hoy disidente, fue un momento hist�rico y prometedor para el pa�s. "Lamentablemente esos hechos hist�ricos hoy han quedado solo en un caudillo que cada vez quiere perpetuarse en el poder dando la espalda a todos los postulados ind�genas. Ese distanciamiento duele", dijo.

Seg�n Estudios
La democracia comunitaria est� en la CPE

Constituci�n. La Constituci�n Pol�tica del Estado reconoce tres formas de democracia: representativa, participativa y comunitaria. El primero y segundo corresponden a la l�gica de elecci�n de autoridades en el marco de la democracia moderna. El tercero, la comunitaria, se le atribuye su origen a formas de nombramiento de autoridades de las naciones y pueblos ind�gena originario campesinos.

Comunitaria. La rotaci�n como forma de acceso a un cargo p�blico, son normas que regula el derecho a la participaci�n pol�tica en una comunidad, donde se mantienen la relaci�n con las bases de manera directa, no se identifican procedimientos burocr�ticos que separe al cuerpo de autoridades con la comunidad.

Mundo aymara. Seg�n los expertos, en el contexto aymara la dualidad es un principio que organiza la vida cotidiana de las familias, donde la poblaci�n convive en un espacio geopol�tico como el ayllu. Adem�s, expresa la dualidad hombre � mujer, y ambos se complementan, que representa la relaci�n de la naturaleza con el cosmos; que se traduce en la complementariedad del territorio entre el aran (abajo) y urin (arriba).

Punto de vista

La pretensi�n que persigue Evo es un retroceso"

H�ctor Luna
Soci�logo y experto en pueblos ind�genas

�A diferencia de los pueblos aymaras y quechuas donde la reelecci�n es una pr�ctica desconocida, el cargo p�blico estatal se enmarca bajo las reglas de la democracia moderna, para elegir presidente. En ese marco, la Constituci�n Pol�tica del Estado prev� un mandato por cinco a�os y con posibilidad de reelecci�n por una sola vez, siendo constitucional en este caso. Sin embargo, la intenci�n de petrificarse en el poder por parte del se�or Evo Morales responde a otros criterios, que se desmarca del criterio de convivencia de las comunidades andinas, a pesar del discurso plurinacional o de principios y valores de los pueblos ind�genas.
Entonces, la pretensi�n que persigue el presidente Evo Morales con el apoyo de las bases y representantes que promueven dicha prolongaci�n en el poder es un retroceso para la misma democracia moderna, como tambi�n para la forma en que se organizan los pueblos ind�genas originario campesinos, que en sus diferentes espacios territoriales alternan el acceso a cargos p�blicos.

A diferencia de las sociedades modernas se caracterizan por ser masivas, complejas, que exigen demandas de distinta �ndole, entonces no se puede comparar un espacio geopol�tico como el ayllu, o un sindicato campesino, con sociedades macros donde la forma de elegir a una persona como diputado, senador, presidente es por v�a democracia representativa. Por otra parte, para algunos del proceso de cambio MAS, la democracia representativa se lo concibe como colonizante, aunque esto no es consenso de todos que confluyen en el partido de gobierno.

"Es norma la contradicci�n en lo que se dice y lo que hace"

Jos� Luis Bedregal
Analista pol�tico

�La contradicci�n entre el discurso y la acci�n. Esto se ha hecho norma sobre todo en los �ltimos a�os. Se dice una cosa y se hace otra.

Se ha abandonado absolutamente cualquier arraigo hacia las tradiciones, hacia las culturas ancestrales con el que un d�a lleg� al poder, como un referente moral muy grande para el pa�s.

Prueba de ello es lo que ha sucedido estos d�as, donde el presidente le declara al alcalde de Santa Cruz, Percy Fern�ndez, un personaje respetable del pa�s, en sentido que es el �amauta� de los bolivianos.

Es decir, hay un conjunto de incoherencias pero que esencialmente se expresan en la falta de consecuencia entre lo que se dice y lo que se hace. Hace mucho tiempo que Evo Morales se ha distanciado de la interculturalidad, de respeto a los pueblos ind�genas y a la madre tierra".

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