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Se multiplica el número de agujeros negros supermasivos a nuestro alrededor




21/04/2017 - 12:10:35
ABC.- Mientras Albert Einstein desarrollaba su teor�a de la relatividad, se dio cuenta de que sus ecuaciones conten�an algo muy extra�o. De hecho, abr�an las puertas a la existencia de objetos capaces de detener el tiempo, de poseer gravedad infinita e, incluso, de destruir el mism�simo tejido espaciotemporal del Universo. Por supuesto, Einstein rechaz� la idea de que algo as� pudiera existir en la realidad. La Naturaleza, cre�a el f�sico, ten�a por fuerza que haber desarrollado alg�n tipo de mecanismo capaz de evitar tales aberraciones. Hoy sabemos que tal mecanismo no existe, y que la realidad es, a menudo, m�s extra�a y sorprendente que la ficci�n. Hemos encontrado esos objetos monstruosos. Se llaman agujeros negros y est�n por todas partes.

En realidad, cualquier pedazo de materia tiene la capacidad de convertirse en un agujero negro, siempre y cuando seamos capaces de comprimirlo por debajo de su "radio de Schwarzschild", es decir, hasta el punto en que la velocidad de escape desde su superficie sea igual a la velocidad de la luz, lo que significa que ni siquiera el objeto m�s r�pido del Universo podr� volver a escapar de �l.

Por ejemplo, si quisi�ramos convertir el Sol en un agujero negro, tendr�amos primero que reducir su di�metro (casi 1.400.000 km.) al de una ciudad peque�a. Y si pretendii�ramos hacer lo mismo con la Tierra, tendr�amos que comprimirla hasta que tuveira el tama�o de una nuez. El radio de Schwarzschild, en efecto, es diferente para cada objeto, y depende de la masa que �ste contenga.

Lo cierto es que, a pesar de Einstein, el Universo que nos rodea est� lleno de agujeros negros. Los hay de tama�o microsc�pico, creados durante el Big Bang; o peque�os, de apenas unos pocos km. y generados tras el colapso gravitatorio de una estrella. Tambi�n los hay de dimensiones planetarias, pero con la masa de mil soles...

Sin embargo, los m�s aterradores entre todos ellos son los agujeros negros super masivos, los que duermen en el coraz�n de la inmensa mayor�a de las galaxias activas, como la nuestra. Y esos pueden tener millones de veces la masa del Sol. Por ejemplo, en el centro de nuestra galaxia, la V�a L�ctea, duerme Sagitario A*, un agujero negro con m�s de cuatro millones de masas solares. Enorme, s�, pero nada si se le compara con uno de los m�s grandes descubiertos hasta ahora, en una lejana galaxia del c�mulo de Phoenix, a 5.700 millones de a�os luz de aqu�. El "monstruo", 5.000 veces m�s masivo que Sagitario A*, posee una masa equivalente a la de 20.000 millones de soles, y su tama�o es de 118.000 millones de km., casi 20 veces m�s que la distancia entre el Sol y Plut�n...

Hasta ahora pens�bamos que solo las galaxias m�s grandes eran capaces de albergar agujeros negros supermasivos, pero una nueva investigaci�n acaba de multiplicar su n�mero potencial en el Universo. Y es que, al parecer, tambi�n las galaxias "enanas", cuyo n�mero es realmente enorme, pueden tener en sus centros alguno de estos gigantescos y hambrientos devoradores de materia.
Agujeros negros por todas

Todo comenz� hace tres a�os, cuando un equipo de astr�nomos de la Universidad de Utah descubri� casualmente un agujero negro supermasivo en el interior de una galaxia enana ultra compacta. Algo jam�s observado hasta aqu�l momento. Y ahora, el mismo equipo acaba de encontrar otros dos ejemplos similares, lo cual sugiere que puede tratarse de un fen�meno mucho m�s com�n de lo que se pensaba. Los resultados de su investigaci�n acaban de publicarse en The Astrophysical Journal.

Se ha calculado que el n�mero de grandes galaxias (como nuestra V�a L�ctea) en el Universo visible ronda los 350.000 millones. Pero junto a ellas existen por lo menos otros siete billones m�s de galaxias enanas. Es decir, que el n�mero de agujeros negros supermasivos podr�a ser much�simo mayor de lo que se cre�a posible hasta ahora.

La investigaci�n, adem�s, revela que, a pesar de su reducido tama�o, estas peque��simas galaxias son capaces de tener agujeros negros realmente grandes, incluso mayores de los que, como media, hay en galaxias como la nuestra. En palabras de Chris Ahn, autor principal del estudio, "estas enanas ultra compactas tienen alrededor del 0,1 por ciento del tama�o de la V�a L�ctea, pero albergan agujeros negros supermasivos que son m�s grandes del que hay en el centro de nuestra propia galaxia".

Para hacerse una idea de lo que esto significa, baste pensar que el enorme agujero negro central de nuestra galaxia apenas supone el 0,1 % del total de la masa de la V�a L�ctea, mientras que los dos agujeros negros reci�n descubiertos, de 4,4 y 5,8 millones de masas solares, suponen, respectivamente, el 13% y el 18% de la masa total de sus galaxias, llamadas VUCD3 y M59cO.
Restos de antiguas colisiones

Las primeras galaxias enanas ultracompactas se descubrieron a finales de la pasada d�cada de los 90. Se trata de objetos hechos de cientos de millones de estrellas densamente "empaquetadas" en espacios que, como media, no superan los 100 a�os luz. Nada que ver, por lo tanto, con galaxias como la nuestra, que mide 50.000 a�os luz de extremo a extremo y contiene entre 100.000 y 400.000 millones de estrellas.

Al estudiar estas peque�as galaxias, los investigadores se dieron cuenta de algo muy curioso: contienen mucha m�s masa que la suma de la masa de sus estrellas. En 2014, los investigadores de la Universidad de Utah hallaron el primer agujero negro supermasivo en el interior de una de estas galaxias, y se dieron cuenta de que era ah�, precisamente, donde estaba la masa que faltaba. Lo mismo que sucede con VUCD3 y M59cO.

Seg�n los investigadores, la raz�n de que las galaxias enanas supercompactas tengan agujeros negros tan enormes es que son los remanentes de antiguas colisiones. Es decir, que se tratar�a de restos de galaxias mucho mayores, destrozadas por una larga historia de encuentros con otras galaxias. "Sabemos que las galaxias se unen y se fusionan todo el tiempo -afirma Anil, Seth. otro de los miembros del equipo- y que esa es la manera en que evolucionan. Nuestra V�a L�ctea, por ejemplo, est� devorando a otras galaxias mientras hablamos. Nuestra idea general de c�mo se forman las galaxias es que las m�s peque�as se fusionan para formar las m�s grandes. Pero se trata de una imagen incompleta. Las galaxias enanas ultracompactas nos proporcionan un cronograma m�s largo y detallado para saber qu� es lo que realmente ocurri� en el pasado".

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