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Burros pintados como cebras, hipopótamos en aviones y dos millones de dólares cash: la increíble historia del zoológico de




20/05/2017 - 13:30:27
INFOBAE.- Pablo Escobar Gaviria pidi� agua mineral. Se la sirvieron en una copa de cristal de Bacarat. El no tomaba bebidas alcoh�licas: ten�a su bodega repleta de botellas de cerveza sin alcohol, que le gustaba saborear en las madrugadas cuando fumaba un porrito de marihuana. "No tengo ning�n vicio", se jactaba.

Esa noche, en un lujoso apartamento en el barrio Sears -con pisos de parquet cubiertos por una pel�cula de laca brillante, sillones estilo Luis XV en terciopelo rojo y columnas j�nicas que enmarcaban un bar con las iniciales P.E.G.- el capo del Cartel de Medell�n le cont� al premiado periodista colombiano Germ�n Castro Caycedo las an�cdotas m�s incre�bles de su vida de narco.

Sobre el muro, una piel y una cabeza de cebra adornaban el cargado espacio. El animal con ojos de vidrio dispar� el primer tema de conversaci�n: el zool�gico que reci�n hab�a terminado de montar en su hacienda de Puerto Triunfo, en el Magdalena Medio.

"No me quer�an dejar traer los animales: me dec�an que ya hab�a zool�gico en Medell�n, que si los estatutos , que si la peste� Y yo pagando fortunas en pastajes, granos y terrenos all� en los Estados Unidos. Hasta que se me acab� la paciencia, o mejor dicho se me salt� la puta piedra, y orden� a mi gente que me mandaran los animales en un jumbo de carga. Mi Arca de No�", explot� el capo.
Rinocerontes, avestruces, canguros� el capo del Cartel de Medell�n

La historia cuenta que el avi�n aterriz� una semanita despu�s y que los de Hacienda y los de Aduana "le pusieron problemas".

-�Papeles? �Permisos?, inquirieron los oficiales.
-�Cu�l permiso?, pregunt� Pablo.
-Pues el permiso, se�or: son animales.

Ya hab�an bajado las jirafas, la jaula con el hipop�tamo y las cebras. Hab�an movido una gr�a gigante para poder hacerlo. "Era todo muy ostensible y no pude sobornar a estos gonorreas. Para males, una de las cebras me estir� la pata porque lleg� enferma. Es esa que est� en la pared", le dijo al periodista y se�al� al bicho con insospechada ternura.

Escobar estaba enfurecido con los empleados estatales, y le orden� a uno de sus secuaces: "Cuadren a los seis camiones. En los de all� metan lo gordo: elefantes, hipop�tamos, jirafas, rinocerontes, todas esas aplanadoras. Y en estos, las aves y animales livianos. Pero todo con mucho cuidado, �me entiende?".

Los hombres del Cartel corrieron presurosos para obedecer al Patr�n que estaba de mal talante. Cuando terminaron de cargar los camiones, ya hab�a llegado gente de la Alcald�a, del departamento de salubridad, de la polic�a, un delegado del Ej�rcito y otro del cuerpo de Bomberos�"solo faltaban las Damas Grises, las Hijas de Mar�a y los Caballeros del Santo Sepulcro", relat� Escobar con sorna.

Le exigieron que llevara todos los animales al zool�gico de Medell�n. El capo ni se inmut�: "Que salgan los camiones en fila y vean c�mo pueden distraer a los de salubridad. Que tres vayan para la hacienda N�poles y tres para el zool�gico de Medell�n como lo ordena la autoridad".

Antes hab�a mandado a un ayudante a "negociar" con el personal del zool�gico: llevaba miles de pesos para quebrar voluntades. Para sorpresa de las autoridades, los hombres de Escobar descargaron los animales sin chistar. Y se fueron. Pero no para sus casas.

"Fuimos a las fincas y a los pueblos para comprar cuanto pato, gallina, loro y cotorra hab�a. Compramos cabras, chivos, ovejas�", se ri� el zar de la droga al recordar.

A las tres de la ma�ana los hombres del Cartel de Medell�n regresaron al zool�gico. Sacaron todos los ant�lopes, los canguros, las cacat�as negras de Indonesia, las gallinetas de Nueva Guinea, los cisnes blancos de Europa, los faisanes y las grullas reales. A cambio dejaron los animalitos de granja. "La mercanc�a nacional", resumi� Pablo.

Pero en medio de esa incre�ble mudanza, un secuaz le inform� que se hab�a presentado un problema:

-Patr�n, las cebras.
-�Qu� las qu�?
-�Las cebras! Est�n en actas y hay que reemplazarlas.
-Pues vayan a traer burros grises y que alguien consiga un tarro de pintura negra y una brocha. Que los camiones con las cabras arranquen para Puerto Triunfo y usted espere a que lleguen los burros y me los pinta bien pintados antes de que amanezca.


Al llegar a su hacienda, Escobar empez� a contar los animales. Control� minuciosamente que sus empleados los trataran bien, los limpiaran y alimentaran. Pero cuando ya todo era alegr�a, uno de sus bandidos le dijo:

-Falta un hipop�tamo.
-�Un hipop�tamo?
-Pues s�, no hay m�s que uno.

Sorprendido por la noticia, Escobar le arranc� de las manos los papeles de la compra. El registro era claro: s�lo hab�a comprado un macho.

�Ac� hay que comprar una hipop�tama porque el Arca de No� est� coja. Que llamen a Miami y pidan que me manden una hembra en un avi�n ya.

La hembra hipop�tamo aterriz� en Turbo, un puerto al norte de Medell�n por donde entraba el contrabando de medio pa�s, y la pusieron a pastar en un potrero. Obviamente, el gigantesco animal no pas� inadvertido en la ciudad. A las pocas horas llegaron los periodistas de Antioqu�a, de las radios y hasta de los canales de Bogot� ansiosos por contar detalles del gran acontecimiento.

"Cuando supe que hab�an tomado fotos, mand� r�pido un cami�n con un contenedor, empacamos a la hipop�tama en ese calor tan hijueputa -�pobre animalito!- y nos vinimos para Puerto Triunfo", rememor�.

En el camino se cruzaron con un cami�n de salubridad, otro del Ej�rcito y uno de la Cruz Roja. Pablo se asom� por la ventanilla y les grit�:


Escobar pag� m�s de dos millones de d�lares en efectivo por los animales que finalmente compr� al International Wildlife Park en Dallas, un obsoleto zool�gico a las afueras de la ciudad que ofrec�a safaris, paseos en camello y show de un canguro boxeador.

"Mi pap� qued� descrestado por la variedad de animales que encontr� en ese lugar y no tuvo reparo en subir por unos minutos al lomo de un elefante. Sin dudarlo un segundo, negoci� con los due�os del zool�gico �dos hermanos, grandotes, de apellido Hunt�, pag� dos millones de d�lares en efectivo y qued� en enviar muy pronto por sus animales", escribi� su hijo Juan Pablo, en el libro "Pablo Escobar, mi padre".

Juan Pablo tambi�n record� el d�a en que su padre regres� de la hacienda de los hermanos Juan, Jorge y Fabio Ochoa V�squez, co-fundadores del poderoso cartel de Medell�n, con la idea fija de tener su propio zoo privado.

El clan Ochoa hab�a construido un hermoso parque en el municipio de Repel�n, con gran cantidad de animales ex�ticos. Pablo qued� impactado. Y volvi� varias veces a la hacienda de sus socios para preguntar c�mo era el montaje de un zool�gico, c�mo se alimentaban los animales y qu� tipo de h�bitat necesitaban para sobrevivir. "Para tener claro el asunto compr� la biblioteca de National Geographic en la que examin� el clima de la zona y seleccion� las especies de animales que se adaptar�an all�", cont� Juan Pablo, que en ese entonces apenas ten�a cuatro a�os.


Al primer grupo de animales lo llevaron en barco desde los Estados Unidos a Colombia. Pero el viaje fue largo y penoso, algunos llegaron enfermos y Escobar opt� por una soluci�n incre�ble: llevar los futuros "env�os" en avi�n directo hasta Medell�n. Obviamente, en vuelos clandestinos. Su capricho le cost� una fortuna.

Escobar sent�a fascinaci�n por los p�jaros. Recorr�a el zoo y se deten�a en especial en las enormes jaulas donde estaban exhibidas las aves m�s ex�ticas del mundo. Pod�a pasar horas frente a la jaula de las loras de colores, sus preferidas.

En un viaje que hizo a Brasil, en marzo de 1982, encontr� una especie que no conoc�a: una lora azul con ojos amarillos. El animal era �nico y estaba protegido por las leyes brasile�as. El capo le orden� a uno de sus pilotos que la sacara de contrabando del pa�s. La lora viaj� sola en un jet privado. "Este animalito de Dios me cost� cien mil d�lares", subray� el Patr�n con orgullo.

Durante el apogeo, Pablo abri� la Hacienda N�poles al p�blico. "Hijo, este zool�gico es del pueblo", le dijo a su primog�nito. "Mientras yo viva, jam�s voy a cobrar, porque me gusta que la gente pobre pueda venir a ver este espect�culo".

La alimentaci�n y el cuidado de sus animales era algo que controlaba en persona. Una vez not� que los flamingos hab�an perdido su color rosado. Preocupado, consult� a un veterinario. Pero el hombre no sab�a nada de aves y le dio el peor de los consejos: "Hay que alimentarlos con langostinos". Escobar mand� a comprar todos los crust�ceos de la zona. Seis meses m�s tarde, desilusionado y furioso, se dio cuenta que la dieta no hab�a funcionado: sus aves segu�an tan p�lidas y blancas como el primer d�a.

"Escobar sent�a una atracci�n profunda por las bestias gigantescas y salvajes", revel� Virginia Vallejo, presentadora estrella de la tev� colombiana y una de las amantes preferidas del narco. Dicen que fue por eso -o porque su peque�a hija Manuela se lo pidi�- que mand� a construir varios dinosaurios y un mamut en tama�o real para decorar su hacienda.
El mamut tama�o natural que Escobar le pidi� a un conocido artista de Medell�n a quien todos llamaban �el Diablo�
El mamut tama�o natural que Escobar le pidi� a un conocido artista de Medell�n a quien todos llamaban �el Diablo�

Para erigir animales prehist�ricos a escala real �"a�os antes de que Steven Spielberg imaginara Jurassic Park", dir�a su hijo- contrat� a un reconocido artista de la zona, a quien llamaban "el Diablo". El hombre construy� enormes dinosaurios de cemento y vivos colores para deleite de los hijos del narco. Los gigantes todav�a siguen all�.

Pero el 3 de diciembre de 1993, cuando Pablo cay� muerto con un bala en la sien derecha -un s�lo d�as despu�s de haber cumplido los 44 a�os-, casi todo lo que hab�a creado cay� con �l.

Las autoridades allanaron la hacienda N�poles. Muchos animales murieron. Los investigadores perforaron los dinosaurios creyendo que estaban llenos de d�lares. Lleg� el declive y el abandono. Pero aquellos hipop�tamos de su Arca de No�, sobrevivieron. Y se reprodujeron. Hoy suman casi 40. La mayor manada fuera de �frica.

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