Amores que matan: la increíble historia de Attilio Romero, el hombre que destruyó al Torino
28/05/2017 - 13:39:09
Infobae.- Tener un amor no correspondido es sin�nimo de corazones destrozados. En este caso, no fue un �rgano vital, sino un club: el Torino, considerado uno de los equipos m�s desafortunados del mundo.
Attilio Romero es el otro protagonista de esta historia rom�ntica, quien en su lucha por conquistar al equipo de Tur�n se carg� al mejor jugador del plantel y, posteriormente, tras redoblar su apuesta, dej� al Toro al borde de su extinci�n.
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Hab�an pasado 15 a�os del tr�gico accidente de Superga, en el que 18 jugadores perdieron la vida a bordo de un avi�n. El equipo estaba en pleno ascenso y una contrataci�n lo har�a volver a la �lite del f�tbol europeo.
Luigi Meroni iba a ser el nuevo referente del club italiano. Con 20 a�os lleg� a Tur�n, procedente del Genoa y, con su talento en tres temporadas, se convirti� en �dolo. Un jugador r�pido, regateador y demasiado p�caro: "El George Best de Italia".
Del otro lado, el joven Attilio Romero disfrutaba de su f�tbol y cubr�a las paredes de su habitaci�n con fotos de su amado delantero. El "Meroniano", form� parte del grupo de fan�ticos que se opusieron a la venta del jugador a la Juventus bajo el lema "Meroni es el Toro. No puede marcharse".
El equipo italiano, con Luigi Meroni a la cabeza, comenz� la temporada 1967-1968 con el pie derecho, perdiendo s�lo uno de sus primeros cuatro partidos. Fue en el �ltimo de ellos, cuando vencieron a la Sampdoria por 4-2, donde inici� la tr�gica historia de amor.
Con la aplastante derrota, volvieron al hotel donde sol�an concentrarse, pero "La mariposa Grana", como sol�an apodar a su delantero estrella, opt� por salir junto con su compa�ero Fabrizio Poletti, sin saber que ser�a lo �ltimo que har�a.
Por su parte, el fan�tico de 19 a�os, conduc�a a bordo de su Fiat 124 Coupe muy alegre tras la victoria, cuando se top� con los futbolistas. Aquel 15 de octubre de 1967, Attilio Romero fractur� la pelvis y las dos piernas de su m�ximo �dolo. La grave hemorragia interna, producto del accidente, acab� con la vida del jugador sobre la calle Corso Re Umberto.
Recuerda Romero: "Meroni estaba en medio de la calle, yo veo un autom�vil que se le acerca en sentido opuesto, �l se asusta, hace un paso hacia atr�s, paso yo, lo embisto, luego lo vuelve a embestir otro auto; es decir, fue un accidente que para �l fue fatal"
Al hacer realidad su peor pesadilla, acudi� r�pidamente a la polic�a, se declar� culpable y se sumi� en una gran depresi�n. Era hijo de un reconocido m�dico, y los abogados contratados por su padre, lograron absolverlo de los cargos.
A pesar de terminar con la vida de Meroni y de volver a sumergir al Torino en una nueva tragedia, su amor por el club italiano no iba a detenerse.
33 a�os m�s tarde, y despu�s de haber superado aquel terrible episodio, el empresario Francesco Ciminelli, propietario del Torino, decidi� ofrecerle la presidencia como una forma de consuelo y revancha personal: deb�a devolverle la gloria que le hab�a quitado al equipo de sus amores.
Era el a�o 2000 cuando tom� las riendas. Dispuesto a reconstruir su historia rom�ntica, gast� hasta lo que no ten�a para hacer que el Torino vuelva a la Serie A.
Un a�o m�s tarde logr� subir a los granates a la m�xima categor�a pero, cegado por intentar que el club al que amaba sea el mejor de la historia, comenz� su mala gesti�n econ�mica.
En 2002 recay� nuevamente en la Serie B, sin embargo, su codicia y el exceso de contrataciones, lejos de conseguir buenos resultados, lo llevaron a la ruina.
Una vez m�s, Attilio Romero fall� y el "Toro" termin� siendo la v�ctima. El club, que estaba cerca de cumplir sus 100 a�os y hab�a conseguido el ascenso en 2004, fue declarado en bancarrota por deudas con la Federaci�n Italiana de F�tbol y se le neg� su pr�xima participaci�n en la Serie A.
Despu�s de destruir lo que m�s amaba, por segunda vez, el presidente del Torino fue condenado a dos a�os y medio de prisi�n por los tribunales de la ciudad, producto de manejos fraudulentos de dinero y malversaci�n de fondos.
