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Cómo Alicia en el País de las Maravillas rescató al extraordinario dodo del olvido




24/06/2017 - 10:13:00
BBC.- Lo que iba a decir -continu� el Dodo en tono ofendido- es que el mejor modo para secarnos ser�a una Carrera Loca.

- �Qu� es una Carrera Loca?, pregunt� Alicia, y no porque tuviera muchas ganas de averiguarlo, sino porque el Dodo hab�a hecho una pausa, como esperando que alguien dijera algo, y nadie parec�a dispuesto a decir nada.

- Bueno, la mejor manera de explicarlo es haci�ndola.

"El dodo era un ave absolutamente extraordinaria. Su apariencia era tan rara y maravillosa", le dice a la BBC Errol Fuller, un artista y autor de varios libros sobre el dodo.

"Muchos p�jaros extintos son raros pero el dodo es el rey: con ese enorme pico, ese cuerpo gordo, el hecho de que no pod�a volar... tiene muchas caracter�sticas intrigantes y una de ellas es que lo que sabemos sobre ellos es virtualmente nada", agrega.

Efectivamente, nuestra ignorancia sobre este �cono de lo perdido para siempre es parte de su atractivo.

Lo que sabemos con certitud es que los dodos viv�an en la hoy Rep�blica soberana insular de Mauricio, una de las islas Mascare�as, en el oc�ano �ndico.

"Son unas islas remotas que fueron descubiertas por los �rabes, pero ellos nunca se quedaron ah�", se�ala Julian Hume, paleont�logo del Museo de Historia Natural de Londres.

"Los primeros en mencionar al p�jaro fueron los portugueses, que llamaron a Mauricio "isla de cisnes" -se piensa es en referencia a los dodos-, pero ellos tampoco se quedaron. No fue sino hasta 1598, cuando llegaron los holandeses, que empieza la historia de lo que sabemos del dodo", explica Hume.

"Llegaron por accidente -a�ade Fuller- y vieron estos grandes p�jaros regordetes, los cazaron, los cocinaron y se los comieron".

"Aunque los estofamos por mucho tiempo, eran muy duros pero el est�mago y el pecho sab�an muy rico"*.

"Ese fue nuestro primer contacto con el dodo -apunta Fuller-. Luego, cuando se supo de la existencia de esta isla, los franceses e ingleses tambi�n fueron".

"Estos dodos son espl�ndidos y orgullosos. Se nos presentan con una expresi�n dura y severa, con la boca bien abierta, tienen un caminado muy ufano y audaz y a duras penas se mueven cuando nos acercamos.

Su arma de guerra es la boca, con la que pueden dar feroces mordiscos. Se alimentan de frutas. Est�n bien adornados pero abundantemente cubiertos de grasa, y trajeron muchos a bordo, para el deleite de todos" (*Escritos de la �poca) .

"En cuesti�n de 75 a 80 a�os, el dodo estaba extinto", concluye Fuller.


Entonces, en 1598, una flota de marineros holandeses atracaron en Mauricio y para 1680, posiblemente antes, ya no hab�an dodos.

Tom� menos de 100 a�os terminar con ellos.

"No fue la caza directa la que mat� a los dodos, fue la introducci�n de especies invasoras", aclara Hume.

"Hab�a especies que compet�an con ellos, como cabras, ganado, venados; introdujeron micos y cerdos -que son ladrones de huevos- y el peor asesino: las ratas negras".

"Las ratas negras habr�an estado al acecho de los huevos, de los polluelos, se habr�an tomado las fuentes de alimento".

"Combina todo eso en una isla peque�a: el dodo no ten�a ning�n chance de sobrevivir", lamenta el paleont�logo.



Su chance de supervivencia era a�n menor dada su pac�fica historia antes de la llegada del hombre: los dodos eran descendientes de las palomas.

"Cuando esas palomas aterrizaron en Mauricio, encontraron una isla sin predadores mam�feros y con comida abundante, as� que no hab�a raz�n para volar", se�ala Fuller.

"Se quedaron y, con paso de los siglos, se volvieron m�s grandes y gordos, y eventualmente perdieron la habilidad de volar", cuenta el escritor.

Sin la necesidad de defenderse por tanto tiempo, al enfrentar tantos peligros nuevos en el siglo XVII, perdieron la batalla final.

Todo lo que qued� de ellos fueron un par de espec�menes mal disecados, una serie de pinturas de un artista holand�s llamado Roelandt Savery, algunas descripciones escritas y un pu�ado de esqueletos y huesos.
La verdadera muerte es el olvido


Pronto, el dodo fue olvidado. Hubo quienes llegaron a afirmar que nunca existi�.

No fue sino hasta mediados del siglo XIX que una ni�a nos los record�.

"Lewis Carroll estaba muy interesado en el dodo porque hab�a visto una cabeza disecada en el museo de Oxford, y visitaba ese museo con la ni�a que conocemos como Alicia. Por eso, cuando escribi� "Alicia en el pa�s de las maravillas" incluy� a un dodo", cuenta Fuller.

"Ocurri� en 1865 y eso dispar� al dodo al superestrellato".
�C�mo va esa Carrera Loca del Dodo con Alicia?

"(Por si tu quieres hacer una Carrera Loca alg�n d�a de invierno, voy a contarte c�mo la organiz� el Dodo)

Primero traz� una pista para la carrera, m�s o menos un c�rculo ("la forma exacta no importa", dijo), y despu�s todo el grupo se ubic� aqu� y all�, a lo largo de la pista. No hubo el "�A la una, a las dos, a las tres, ya!", sino que todos empezaron a correr cuando quisieron, y cada uno par� cuando quiso, de modo que no era f�cil saber cu�ndo terminaba la carrera".

"Ese -se�ala Fuller, refiri�ndose a la Carrera Loca- es el evento que llev� al dodo a convertirse en s�mbolo de la extinci�n".
Pura coincidencia


"Cuando llevaban corriendo m�s o menos media hora, y estaban ya secos, el Dodo grit� s�bitamente:

- �La carrera ha terminado!

Y todos se agruparon jadeantes a su alrededor, preguntando:

- �Qui�n gan�?

El Dodo no pudo contestar la pregunta sin antes pensarlo mucho.

"Hubo una curiosa coincidencia: en ese mismo a�o cientos de huesos de dodos fueron encontrados Mare au Songes", apunta Fuller.

Mare au Songes es un pantano en la costa de Mauricio en el que, tras buscar durante 30 a�os inspirado por una monograf�a escrita por los cient�ficos Strickland & Melville en 1848, un naturalista amateur llamado George Clark hizo el descubrimiento.

"Hab�a unos obreros excavando el suelo del pantano pues quer�an usar el sedimento como fertilizador en las plantaciones de ca�a de az�car. Cuando encontraron los huesos los llevaron para analizarlos y eran de dodos", cuenta Hume.

Esos huesos llegaron a Londres al mismo tiempo que la gente estaba leyendo la historia de Alicia y eso ayud� a revivir al dodo en la conciencia colectiva.

"Desde ese momento no ha dejado de ser un �cono de la extinci�n", dice Errol Fuller.

"Estuvo un largo rato reflexionando con un dedo apoyado en la frente (la postura en la que aparecen casi siempre retratados los pensadores), mientras los dem�s esperaban en silencio. Por fin el Dodo dijo:

- Todos ganamos y todos tenemos que recibir un premio.

Por m�s que disfrutemos del cuento, no podemos ignorar el papel fatal que tuvimos en la historia de este curioso p�jaro.

"Es una historia terriblemente triste. Cada vez que veo los huesos pienso que eran de una criatura que dej� de existir hace cientos de a�os", lamenta el autor Errol Fuller.

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