La tragedia que hace 80 años llevó a la creación del número de emergencia 999, un invento tan genial que pasa desapercibid
01/07/2017 - 10:02:18
BBC.- Hay inventos que son tan obviamente �tiles y brillantes que ni siquiera reparamos en ellos: parece que siempre han existido.
Uno de ellos fue introducido hace 80 a�os, el 1� de julio de 1937, en Londres: un sistema que por primera vez le permiti� a la gente pedir ayuda en las circunstancias m�s extremas.
Un n�mero para llamar en caso de emergencia, cuando estamos m�s vulnerables, cuando estamos en peligro, cuando necesitamos ayuda de alguien que acuda pronto.
Una tecnolog�a que nos permite conectarnos con quienes pueden responder a nuestros gritos de ayuda: el 999.
Aunque en unos casos con otros d�gitos, eventualmente la idea de fijar tres para llamar en caso de emergencia se adopt� en casi todo el mundo.
Todo empez� en el n�mero 27 de Wimpole Street, una calle descrita por la escritora Virginia Woolf como "una de las calles m�s augustas de Londres".
En noviembre 10 de 1935, muy temprano en la ma�ana, un lechero estaba repartiendo botellas de leche y vio que sal�a humo de la casa del cirujano Philip Franklin.
Gritando "�Fuego!", corri� por la larga calle buscando una de las casetas para llamar a los bomberos que sol�a haber en varios puntos de las ciudades.
Al mismo tiempo, un vecino de la familia Franklin, el dentista Norman Macdonald, empez� a marcar el n�mero 0 en el tel�fono de su casa para comunicarse con la operadora y pedirle que llamara a los bomberos.
A pesar de que intent� varias veces, nadie le contest�.
El lechero logr� alertar a los bomberos pero cuando llegaron era tarde. El incendio, que el oficial de la estaci�n describi� como "el m�s feroz que he visto" hab�a cobrado 5 v�ctimas: la esposa y la sobrina del doctor Franklin y tres empleadas, una de apenas 15 a�os.
Al d�a siguiente, el diario The Times public� una carta enviada por Macdonald quej�ndose de que la operadora no hab�a contestado su llamado.
En la centralita en ese entonces no ten�an ninguna forma de saber cu�l llamada era de emergencia: todas sonaban igual.
La carta dispar� un debate sobre las consecuencias de que volviera a ocurrir, particularmente en �reas en las que no hab�a casetas de emergencia cerca.
El cruce de correspondencia en The Times llevo al gobierno a establecer un comit� para explorar la posibilidad de introducir un n�mero para todo el pa�s que pudiera ser usado para contactar los servicios de emergencia directamente.
Deb�a ser f�cil de recordar y ten�a que poder usarse en los tel�fonos p�blicos sin necesidad de insertar dinero.
Un a�o y medio despu�s del incendio que resalt� la necesidad de encontrar una soluci�n tecnol�gica a un asunto humano, la nueva l�nea telef�nica de emergencia fue lanzada.
Los medios le explicaban a la gente c�mo utilizarla.
"Marca 999 si es un asunto urgente; si, por ejemplo, el hombre del apartamento vecino est� asesinando a su esposa o si acaba de ver a un ladr�n enmascarado merodeando cerca del banco local. Si es menos urgente, si se le perdi� el gato o un cami�n se meti� en su jard�n delantero, llame a la polic�a local".
La Oficina General de Correos, en ese entonces encargada de la red telef�nica, hab�a propuesto un n�mero de tres d�gitos que activara una se�al especial y una luz intermitente en la central telef�nica. As�, los operadores sabr�an que ten�an que prestarle atenci�n prioritaria a estas llamadas.
Para que ese n�mero se pudiera encontrar f�cilmente en la oscuridad o en una habitaci�n llena de humo por un incendio, fue sugerido que fuera uno de los n�meros que estaban al principio o al final del disco de marcar, pues as� podr�a encontrarse al tacto.
111 fue rechazado pues pod�a ser activado por equipos defectuosos o l�neas frot�ndose.
222 conectaba con la centralita de la abad�a local pues los n�meros en la red de ese entonces correspond�an a las tres primeras letras (ABBey, como se dice abad�a en ingl�s, era 222, pues recuerda que el 1 de la A no se usaba).
Al otro extremo del disco, el 000 no se pod�a usar pues el primer 0 comunicaba con un operador, en cualquier llamada.
Una semana despu�s, en la madrugada, un ruido despert� a John Stanley Beard en la afluente vecindad de Hampstead, en el noroeste de Londres.
El arquitecto relat� lo que ocurri� despu�s en el tribunal: mir� por la ventana de su cuarto, vio el pie de un hombre y le grit�. Al o�r su voz, el hombre corri� por el jard�n, salt� unas rejas y sigui� en direcci�n a al barrio Primrose Hill.
Entre tanto, su esposa marc� 999.
"Mi esposa us� la nueva se�al que introdujeron en el tel�fono y como resultado se conecto casi instant�neamente con la polic�a y en menos de 5 minutos, un hombre fue arrestado", declar� en el tribunal.
El hombre era Thomas Duffy, un obrero de 24 a�os, que luego fue acusado por intento de robo.
"Como due�o de una casa que paga impuestos relativamente altos, sent� que estaba recibiendo algo por mi dinero y qued� muy impresionado", declar�.
No todas las llamadas al 999 esa semana fueron tan serias como la de la se�ora Beard: de hecho, de las 1.336 recibidas, 91 fueron para hacer bromas.
Y el resto, es historia
El sistema fue extendido a todas las grandes ciudades del reino despu�s de la Segunda Guerra Mundial, y a todo el pa�s en 1976.
Hoy en d�a el sistema brit�nico recibe 30 millones de llamadas cada a�o, unas 82.000 al d�a.
El 97% de ellas son respondidas en menos de 5 segundos y conectadas con el servicio apropiado, ya sea a las principales -Polic�a, Servicio de ambulancia, Brigada de bomberos y Guardacostas- o a otras m�s ex�ticas como servicios de rescate de monta�as o cuevas o arenas movedizas.
Numerosos pa�ses adoptaron los mismos tres d�gitos -999-, mientras que otros siguieron la misma idea, con otros n�meros, notablemente 911 que se usa en muchos pa�ses de Am�rica (Estados Unidos lo introdujo en 1968) y el 112 de todos los pa�ses de la Uni�n Europea.
Cualesquiera que sean los n�meros escogidos, la idea de que en las ojal� pocas ocasiones en las que necesitas desesperadamente ayuda sepas que alguien vendr� a ayudarte perdura.
El 999 no es un milagro, aunque a veces parece serlo: es un invento humano, un producto �nico de extraordinario ingenio y empat�a.