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Fue violado más de 200 veces por un cura, lo perdonó y lo cuenta en un libro con prólogo del papa Francisco




26/07/2017 - 10:16:01
INFOBAE.- "Un s�bado como todos los dem�s entra en la catedral un sacerdote capuchino, el padre Allaz, para celebrar misa. �Por qu� �l? Ha olfateado una buena presa. Me invita al convento. Quiere ense�arme un mirlo que habla. �Tengo nueve a�os, es algo m�gico! Sin tiempo de ver al mirlo, me hace entrar en su habitaci�n. Me ordena: "�B�jate el calz�n!". Todo discurre muy r�pido. Despu�s, me sirve una limonada. Ninguna palabra. Bebo en silencio. Me acompa�a a la puerta, todo sonrisas. Me dice en voz muy baja: "Tendremos que guardar todo esto entre nosotros"".

As� empez� todo en 1968. Durante los siguientes cuatro a�os, el franc�s Daniel Pittet, un monaguillo de ocho cuando comenz� esta pesadilla, fue violado m�s de doscientas veces por Jo�l Allaz, un fraile capuchino de la catedral de Friburgo.

Un d�a, una t�a abuela se dio cuenta de lo que suced�a y le impidi� volver a ese lugar. Cuando fue a despedirse, Allaz lo viol� una �ltima vez y le dijo "Ya puedes irte, ya no te necesito".

Todo eso lo cuenta el propio Pittet en el libro que acaba de publicar con pr�logo nada menos que del Papa Francisco. El libro se llama "Le Perdono, padre". Y es que a fin de 2016, cuando ya casi ten�a terminado su libro, Pittet, bibliotecario de 44 a�os y seis hijas, volvi� a buscar a ese cura que lo abus� e hizo lo mismo con otros 150 menores hasta que fue apartado por la Iglesia. "Arrastrar� este peso hasta mi muerte", le confes� Allaz en ese encuentro.

"Ocurri� el 12 de noviembre de 2016. Tengo la suerte de ser un hombre abierto, y quer�a que en el libro estuviera el testimonio del abusador. Cuando me encontr� con �l, confirm� en lo que pensaba a los 11 a�os. Era un enfermo, un manipulador, no hab�a cambiado. Recordaba todo lo que me hizo sufrir, pero a la vez vi a un pobre hombre, sent� compasi�n de �l. Le regal� una caja de chocolate, que sab�a que le gustaba mucho, Le d� un abrazo. Fue una experiencia fuerte", cont� al sitio religiondigital.

"Cuando lo vi, comprend� que hab�a hecho bien en perdonarle siendo un ni�o. Este hombre era un enfermo, estaba muy destruido. Me sent� absolutamente libre, una persona en pie, fr�gil pero en pie. S� que soy capaz de hablar con las v�ctimas y con los pederastas. Es muy importante ayudar a las v�ctimas, porque la mayor�a no se atreven a hablar, y el silencio mata. Yo estuve 20 a�os con ayuda terap�utica, con ayudas psiqui�tricas, depresiones, intentos de suicidio, con distintos tipos de medicaci�n�. No es posible salir solo de una cosa como esto. Se necesita encontrar a alguien que te crea y en quien puedas confiar".

"Yo tuve la desgracia de encontrarme con un sacerdote que abus� de m�, pero tambi�n la fortuna de conocer a cien sacerdotes que me ayudaron a levantarme. La mayor�a de los sacerdotes son personas buenas y que llevan a cabo su misi�n de anunciar a Jesucristo", insiste Pittet hoy.


Este es el pr�logo que el Papa Francisco escribi� para el libro de Pittet:

Para quien ha sido v�ctima de un pederasta es dif�cil contar lo que ha sufrido, describir los traumas que todav�a persisten a distancia de a�os. Por este motivo el testimonio de Daniel Pittet es necesario, precioso y valiente.

Conoc� a Daniel en el Vaticano en 2015, en ocasi�n del A�o de la vida consagrada. Quer�a difundir a gran escala el libro titulado �Amar es darlo todo�, que reun�a los testimonios de religiosos y religiosas, de sacerdotes y consagrados. No me pod�a imaginar que este hombre entusiasta y apasionado de Cristo fuera una v�ctima de abusos por parte de un sacerdote. Sin embargo, esto fue lo que me cont�, y su sufrimiento me afect� mucho. Vi una vez m�s los da�os espantosos provocados por los abusos sexuales y el largo y doloroso camino que espera a las v�ctimas.

Estoy feliz de que otros puedan leer hoy su testimonio y descubrir hasta qu� punto el mal puede entrar al coraz�n de un servidor de la Iglesia.

�C�mo puede un sacerdote, al servicio de Cristo y de su Iglesia, llegar a provocar tanto mal? �C�mo puede haber consagrado su vida para conducir a los ni�os a Dios, y acabar, en cambio, devor�ndolos en eso que he llamado �un sacrificio diab�lico�, que destruye tanto a la v�ctima como la vida de la Iglesia? Algunas v�ctimas han llegado hasta el suicidio. Estos muertos pesan en mi coraz�n, en mi conciencia y en la de toda la Iglesia. A sus familias ofrezco mis sentimientos de amor y de dolor y, humildemente, pido perd�n.

Se trata de una monstruosidad absoluta, de un pecado horrendo, radicalmente en contra de todo lo que Cristo nos ense�a. Jes�s usa palabras muy severas en contra de todos los que hacen da�o a los ni�os: �Pero si alguien escandaliza a uno de estos peque�os que creen en m�, ser�a preferible para �l que le ataran al cuello una piedra de moler y lo hundieran en el fondo del mar� (Mateo, 18, 6).

Nuestra Iglesia, como record� en la carta apost�lica �Como una madre amorosa� del 4 de junio de 2016, debe cuidar y proteger con afecto particular a los m�s d�biles e indefensos. Hemos declarado que es nuestro deber dar prueba de severidad extrema con los sacerdotes que traicionan su misi�n, y con su jerarqu�a, obispos o cardenales, que los hubieran protegido, como ya ha sucedido en el pasado.

En la desgracia, Daniel Pittet pudo encontrar tambi�n otra cara de la Iglesia, y esto le permiti� no perder la esperanza en los hombres ni en Dios. Nos cuenta tambi�n de la fuerza de la oraci�n que nunca abandon�, y que lo consol� en las horas m�s oscuras.

Decidi� de encontrar a su agresor cuarenta a�os despu�s, y ver en los ojos de ese hombre que lo hiri� en lo profundo del alma. Y le tendi� la mano. El ni�o herido es hoy un hombre de pie, fr�gil pero de pie. Me sorprenden mucho sus palabras: �Muchas personas no logran comprender que yo no lo odie. Lo he perdonado y he construido mi vida sobre ese perd�n�.

Agradezco a Daniel porque los testimonios como el suyo derriban el muro del silencio que sofocaba los esc�ndalos y los sufrimientos, arrojan luz sobre una terrible zona de sombra en la vida de la Iglesia. Abren el camino a una reparaci�n justa y a la gracia de la reconciliaci�n, y ayudan tambi�n a los pederastas a cobrar conciencia de las terribles consecuencias de sus acciones.

Rezo por Daniel y por todos aquellos que, como �l, han sido heridos en su inocencia, que Dios los vuelva a levantar y los cure, y que nos d� a todos nosotros su perd�n y su misericordia.

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