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El pueblo donde reciben a los indígenas trans desterrados: Colombia




24/10/2017 - 11:03:34
El Tiempo.- Son las 10 de la ma�ana. Es s�bado, d�a de mercado en Santuario, un municipio cafetero de Risaralda. El parque principal, rodeado de casas de dos pisos, con balcones de colores, est� atestado de visitantes del campo y de jeeps Willys cargados con bultos de caf� y pl�tanos, y entre esos remolinos humanos hay dos j�venes emberas vestidos de mujer.

Se llaman Mayeli y Leidy, dos ind�genas trans que en silencio han sido desterradas a vivir en este municipio, lejos de sus comunidades, porque no las aceptan. Las acompa�a Yeison Wasorna, otro embera que es compa�ero sentimental de Mayeli desde hace cuatro a�os.

Los emberas no pasan inadvertidos entre los campesinos. Son de baja estatura y ademanes delicados. Mayeli luce el t�pico atuendo de las mujeres emberas: un vestido con falda corta, con corte de cabello de mujer y rostro maquillado en el que resaltan la pesta�ina, el delineador, el rubor y los labiales rojos. Leidy viste blusa con un short.

Adem�s de Mayeli y Leidy, otros ind�genas homosexuales comienzan a verse en el parque. Los llaman �primos�. Los propios ind�genas les dieron ese nombre porque ya no son considerados hermanos, como se llaman entre ellos.

La voz de Mayeli, a�n grave, contrasta con sus ademanes femeninos. �Vamos a comprar ropa�, dijo, y cruz� delicadamente sus dedos, tambi�n gruesos, sobre el pecho, mientras su compa�ero sentimental la sujeta de un brazo. Los �primos� caminan, casi siempre, con hombres �algunos menores de edad� y recorren los almacenes de ropa, calzado, cosm�ticos y accesorios del pueblo.

El destierro de los ind�genas transexuales

La pareja se pierde en el parque entre la gente cada vez m�s numerosa, en busca de los almacenes que regularmente visita cuando baja al pueblo desde la finca donde vive. En su camino, los novios se cruzan con m�s trans ind�genas, que se contonean con sus cortes de cabello de mujer y rostros de rasgos ind�genas en los que resaltan el maquillaje remarcado, los tatuajes y las prendas de colores. Visten blusas con faldas ind�genas o yines, y tenis.

Leydi cuenta que naci� en Pueblo Rico, Risaralda, y que a los 14 a�os descubri� que le atra�an m�s los hombres que las mujeres. Eso le vali� que la castigaran y prefiri� escapar de la casa, por eso vive desde hace seis a�os en Santuario.

Apenas est� empezando su transformaci�n f�sica, parece un ni�o disfrazado de mujer. Sus manos son toscas, de dedos grandes y falanges prominentes. Son manos de campesino. Jornalea en las fincas, y de eso vive; vive tranquila. Los �primos� trabajan en las fincas cafeteras y, ahora que est� en auge la cosecha grande del grano, comienzan a llegar en buena cantidad a Santuario.

�Los memes (nombre que les dan a los ind�genas) son los que ayudan a recolectar la cosecha de caf� ac�. El due�o de una finca me dijo una vez que no contaba sino con esa gente; son cumplidos�, dijo Arc�ngel Zapata, un habitante del pueblo.

En una de las mesas de una cafeter�a del marco del parque, las cuales ubican sobre el and�n, Alba Guatiqu�, una embera de piel mestiza, no deja de mirar a todos lados. La acompa�an Leidy y Mayeli. En una mezcla de castellano y su lengua nativa, Alba cont� que su hijo es �primo� y que ese d�a le gustar�a encontrarse con �l, aunque no se le notan muchas ganas de verdad.

�De peque�o naci� as�. La hija mayor m�a dijo que �l va a quedar gay porque tiene cuerpo como de mujer. Desde los 10 a�os le gust� la ropa de la mujer�, cont� Alba, y confes� que cuando su hijo ya estaba grande, �no le dimos (m�s) alimentaci�n, lo echamos de la casa�.

El hijo de Alba se salv� de los castigos. Ella misma cuenta que su comunidad ind�gena los amarra y les da fuete hasta que les �sangra el cuerpo�. Y es que para esta ind�gena, como para sus hermanos, la orientaci�n sexual de su hijo es un �castigo de Dios�, y est� bien que ya no haga parte de la familia. Sin embargo, coment� que cuando se ven, ella, �porque ya es una mujer y no parece hombre�, le regala ropa, �pantal�n y camisa tambi�n para el pap�.

La asesora de derechos humanos de la Gobernaci�n de Risaralda, M�nica G�mez, quien ha trabajado con los emberas desde hace muchos a�os, corrobora la versi�n de Alba.

�La transexualidad en todas las especies es muy complicada, pero en las comunidades ind�genas es m�s. A ellos (a los ind�genas gais) los sacan de las comunidades cuando declaran su opci�n sexual�, cuenta G�mez.

Incluso denunci� que el maltrato, dentro de las comunidades abor�genes, a los homosexuales ha llevado a que algunos se suiciden. �Esto (la situaci�n que describe de los ind�genas gais) tiene un contenido social que ser�a bueno visibilizar. Se trata del respeto a los derechos del otro�, se�al�.

Algunos �primos� se dedican a la prostituci�n y por eso se los puede encontrar tambi�n cuatro cuadras abajo del parque, en la zona de tolerancia.

�Lamentablemente, en su gran mayor�a (los �primos�), se dedican a la prostituci�n porque no les dan trabajos decentes�, afirm� G�mez, y a�adi� que son los mismos ind�genas que los rechazaron en sus comunidades los que utilizan sus servicios sexuales: �Los emborrachan, tienen relaciones sexuales con ellos y luego les toman fotos, los degradan, los ridiculizan�.

La propietaria del �ltimo almac�n al que llegaron Mayeli y Yeison coment� que no tiene ning�n problema con los �primos�, como la mayor�a de los habitantes del pueblo. �Ellos son una cultura muy rica que a nosotros como santuare�os nos ha enriquecido mucho, ellos nos han ense�ado mucho de integraci�n y de respeto�.

Cuando estaban en ese almac�n, Mayeli ya no ten�a el vestido t�pico de las mujeres embera, se hab�a puesto un leggings camuflado de colores rojo y negro y un top azul de encaje. En la calle sac� un espejo y comenz� a arreglarse el maquillaje. �Yo cre� que era un mujer cuando la vi�, admiti� un hombre.

El destierro de los ind�genas transexuales

Los �primos� se ven por todas partes, en las bancas que rodean el parque, en las cafeter�as, dentro de los jeeps, encima de ellos, en el atrio de la iglesia.
Foto:

Alexis M�nera

�Cuando ellos vienen vestidos como hombres, los tratamos como hombres; cuando ellas vienen vestidas como ni�as, las tratamos como ni�as. De acuerdo a como vengan, nosotros los tratamos�, dijo la due�a del almac�n.

Mart�n Siagama, gobernador del Resguardo Unificado Embera Cham� de Pueblo Rico, los fustiga.

�Como seres humanos valoramos lo que el Creador, Dios o en nuestro idioma, Tata, nos dio. �l mand� los hombres para las mujeres y las mujeres para los hombres. A este tipo de personas (los trans ind�genas) Dios no los ha mandado al mundo. Es un irrespeto que un hombre quiera volverse una mujer y una mujer quiera volverse un hombre. Dios no permite eso�, afirm� Siagama.

El gobernador ind�gena asevera que la diversidad sexual se debe esencialmente al contacto de los nativos con la cultura de los kapunia (los blancos).

�Hasta ahora no hemos visto que un hombre haya nacido de esa manera. El cambio cultural, los j�venes que est�n saliendo hacia afuera, a trabajar, recolectar caf�, le est� cambiando la mentalidad a la juventud ind�gena. Porque de nacimiento nunca lo hemos visto. Los ancianos del resguardo nos han dicho que un ind�gena, un ser humano nunca nace con esas cosas. La sociedad hace cambiar el modo de vivir�, sostuvo.

Territorio libre

Esto no es nada nuevo para el historiador V�ctor Zuluaga, una autoridad en el estudio de los emberas, quien explica que la tolerancia hacia la diversidad sexual en las comunidades emberas �es cero�, �o se es hombre o se es mujer�.

Dice que para estos ind�genas, por ejemplo, los hijos gemelos son una maldici�n, y de ah� que a las mujeres embarazadas les est� prohibido comer frutas que est�n pegadas una a la otra, como un banano pegado de otro.

Otra de sus pr�cticas, que est� muy relacionada con el rechazo a la homosexualidad, es la mutilaci�n genital femenina, la ablaci�n. �Asumen que el cl�toris en la mujer es un �rgano masculino atrofiado, es un rezago, una presencia masculina en una figura femenina�, afirm� el historiador.

De hecho, Zuluaga record� una conversaci�n que tuvo con un jaiban�, la m�xima autoridad en una comunidad ind�gena, en la cual le dijo que �cualquier hombre o mujer que de alguna manera no se comporte de acuerdo con su sexo, sino con alguna otra orientaci�n, lo �nico que merec�a es la muerte�.

En Santuario y en Ap�a, municipio risaraldense cercano, los �primos� tienen un territorio libre porque, si bien hay cabildos, no hay resguardos.

�Ellos pueden mostrarse y actuar como tal, sin que haya represi�n�, coment� Zuluaga. �Esta es la tierra de las comunidades gais ind�genas�, coincide G�mez.

Ellos se han venido a buscar trabajo y han encontrado que ser homosexual da mucha plata

�Ellos no son gais�

Hacia el mediod�a ya hace un calor agradable en Santuario. La temperatura supera los 20 grados que, en promedio, permiten los 1.575 metros de altura sobre el nivel de mar de este pueblo situado en las verdes monta�as de la cordillera Central. Los �primos� ya se ven por todas partes, en las bancas que rodean el parque, en las cafeter�as, dentro de los jeeps, encima de ellos, en el atrio de la iglesia.

Que se ubiquen en este �ltimo lugar no le gusta mucho al sacerdote Jos� Orlando Quiceno, p�rroco del templo, quien considera que los gobernadores ind�genas y el alcalde deben hacer algo porque �este tema moral se est� saliendo de las manos�.

Para el sacerdote, que cuenta haber trabajado con ind�genas en otros lugares de Colombia, los �primos� es �algo muy degradante en lo que cayeron los ind�genas� y dijo que ellos no son �trans�, sino que �lo cogieron m�s por moda y por dinero�.

Cuenta que �l nunca escuch� que expulsaran a un ind�gena por su orientaci�n sexual, �porque ellos no son gais, ellos se han venido a buscar trabajo y han encontrado que ser homosexual da mucha plata�, y denunci� que �los cuarteles de las fincas cafeteras se han convertido en burdeles�.

Pero la gente del municipio parece no molestarse. Acerca del comportamiento de los �primos�, dos polic�as comentaron que, en general, es bueno. Eso s�, aclararon que una cosa son los ind�genas, todos en general, �en sano juicio y otra, cuando se toman sus tragos�.

Es mediod�a, Mayeli y su novio comentan que es hora de regresar a casa. Se despiden y se marchan. Seguramente volver�n a Santuario durante los s�bados siguientes. La cosecha cafetera est� abundante y les permitir� trabajar para ganar dinero y mantener su forma de vida independiente. Una �ltima mirada al espejo de Mayeli y se pierden en medio del tumulto.

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