La mujer con la cabellera más larga de Bogotá
24/10/2017 - 11:14:44
El Tiempo.- Una cabellera avanza por inmediaciones de la estaci�n Las Aguas, enraizada en la cabeza de una mujer. El nombre de la joven es Melisa Preciado, de 28 a�os, y hace 11 que se deja crecer un pelo cuyas puntas le rozan los tobillos.
Es una curiosidad en ese punto del centro capitalino, donde los ni�os que pasan con sus madres observan esas 22 trenzas, de estilo rastafari, casi tan largas como la humanidad de Melisa. Las ni�as, sonrientes, coinciden en decir: �Mami, quiero tener el pelo as�, y la respuesta, casi siempre, es una mirada de sorpresa.
Ella, que durante m�s de una d�cada se ha transformado en la Rapunzel bogotana, se acostumbr� a ser un personaje llamativo de la antropolog�a urbana. �Las que m�s me dicen que les gusta mi pelo son las mujeres de mucha edad y los ni�os, que no se guardan nada�, dice la joven, sentada en el parque de los Periodistas. No es raro que le pidan fotos, como a una celebridad.
Cargar con tantas mechas, tejidas con la persistencia de una abuela que prepara los saquitos para sus nietos, �es como si llevaras a un beb� que debes cuidar, como otro personaje del que eres responsable�. Lo dice en consecuencia de las precauciones cotidianas que se ve obligada a tomar: si ingresa a un bus de TransMilenio evita pararse junto a la puerta, para no repetir el episodio en que al cerrarse la misma trat� de buscar un asiento y un jal�n de cabeza le advirti� que tendr�a que aguardar hasta la pr�xima estaci�n para soltar la gre�a atrapada.
Si va a montar en moto, precisa un casco de hombre, pues sus �rastas� generan un volumen tal que no caben en una talla de mujer; adem�s, est� obligada a guardarse el resto de la melena bajo una chaqueta, no vaya a ser que una de las trenzas se enganche a un veh�culo en movimiento y as� se cause un accidente.
En la entrada al sanitario, ojo atento. Antes que nada recoge sus trenzas (gruesas como las lianas de Tarz�n para avanzar de �rbol en �rbol) y las pone en su regazo, porque existe el riesgo de que los mechones toquen el agua. Lo mismo ocurre cuando se agacha a recoger algo, pues debe fijarse en no pisar su propio pelo, para �no pegarme una mechoneada�.
Todo empez� porque me parec�a aburridor ir cada mes al sal�n de belleza y todo los d�as la peinada
Esta bogotana y tatuadora de piel blanca, ojos claros y pequitas no proviene de �familia con loqueras�. Sus padres, dir�ase, son corrientes: no tatuajes, no piercing, no son de tribus urbanas, son cat�licos. Sin embargo, su hija les sali� alternativa, si la entendemos como aquella persona que no se ci�e a estereotipos.
�No soy rasta, aunque tenga las trenzas. Todo empez� porque me parec�a aburridor ir cada mes al sal�n de belleza y todo los d�as la peinada. Dos amigos que ten�an los dreds (trenzas) comenzaron a tejerme el pelo, hasta que aprend�, rese�a Melisa, antes de ingresar a DC Tattoo Company, el estudio de tatuajes donde labora (local 119 de la calle 19 n.� 3 A - 37).
�Los primeros dos a�os fueron de una comez�n insoportable�. Pero luego se le fortaleci� el cuero cabelludo y su pelo, asegura, es m�s grueso, rubio y saludable. A lo que no se acostumbra es a cargar la melena cuando se la ba�a cada dos meses, porque esta se le convierte en un lastre que la obliga a permanecer en casa todo el d�a, mientras se seca. Los dolores de cuello, en esas ocasiones, no son una rareza.
Con medidor en mano establecemos la extensi�n de la cabellera: cerca de 1,6 metros. Al pregunt�rsele si ha querido cortarse semejante manigua capilar sostiene que s�, un par de veces. Sin embargo, sus amigos y la lluvia se le interpusieron. Y por estos d�as se siente �al pelo� como Rapunzel. A prop�sito, cuenta que en la intimidad con su pareja la mara�a de cabello ya no estorba, aunque sea como un tercero en momentos de pasi�n.
As�, pues, Melisa contin�a a pie por el centro bogotano, ante la mirada atenta de los circundantes. Antes de perderse entre la gente, recoge la melena entera y se la enrosca al cuello, cual serpiente con su presa. Ese, finaliza, es uno de los usos pr�cticos de su pelero: usarlo como bufanda para protegerse del fr�o bogotano.
